BARRIO DE OBLATOS
En el oriente de la ciudad de Guadalajara, entre las calles de Gigantes y Pablo Valdez, atravesadas por las rúas de Aquiles Serdán y la 44, en parte de lo que fuera la Hacienda de Oblatos, se estableció el barrio que lleva ese nombre.
Su historia no es muy antigua como lo son San Juan de Dios, Analco, Mezquitán o Mexicaltzingo, pues oficialmente su nacimiento se data en el año de 1930.
El barrio había iniciado su población con personas y familias venidas de migrantes de diversos estados de la República.
Según datos recabados por el sacerdote Rafael Meza Ledezma en sus archivos y registros parroquiales, realizados en su actividad como primer párroco de San Felipe de Jesús, se puede leer que en el barrio había gente proveniente de 27 estados del país.
En sus mismos apuntes refiere que según el censo de 1930 en la ciudad de Guadalajara, había 184 mil 826 habitantes, en tanto que diez años después en 1940, la población de la ciudad se había incrementado, contabilizando 262 mil 680 moradores.
“En esos días los límites de la ciudad hacia el oriente, se fijaban en la calle Belisario Domínguez, que era la última vía empedrada, más allá de ese punto sólo existían asentamientos irregulares, con calles de terracería” (1)
El Barrio se fue poblando con personas que buscaban trabajo, por lo general eran campesinos que al llegar a la ciudad, tuvieron que mudar sus profesiones u oficios, dedicándose a zapateros, artesanos, carpinteros y algunos a la joyería.
Las colonias, los barrios, y muchos pueblos de Jalisco se han formado en torno a los sitios de trabajo, como las minas, las fábricas, los lugares de cultivo y en muchos casos en torno a las parroquias, como es el caso del barrio de Oblatos, o de San Felipe de Jesús, cuya parroquia ha sido determinante en la conformación de las características del citado barrio.
A Rafael Meza Ledezma como primer párroco de esa entidad religiosa, se le reconoce como el principal forjador del barrio.
Su dinámica de trabajo en el área social, sigue presente en las generaciones actuales, en su gestión como párroco fundó una academia para damas, un dispensario para atender a los feligreses en sus necesidades de salud más apremiantes, fundó una biblioteca, reunió a muchos jóvenes en torno a sus círculos de estudio, grupos culturales, y deportivos.
Creó la cooperativa de la Caja de Ahorro Popular, fomentó el teatro y dejó un legado intangible, pero de gran trascendencia sobre todo para el sector femenino, pues en su parroquia aprendieron a ganarse la vida, ahí aprendieron en las escuelas para damas, secretariado, corte y confección, decoración, repostería, cultura de belleza.
Quien pase por las calles del Barrio de Oblatos, o de San Felipe de Jesús, podrá constatar la presencia del Hospital Pedro Loza, de un mercado, de calles limpias y ordenadas, podrá ver las torres de la parroquia que sobresalen del resto de la conformación urbana, pocos rincones de este edificio dan muestra de improvisación y su diseño tiene la mano del arquitecto Ignacio Díaz Morales.
Las torres de esta parroquia tienen una historia singular y conmovedora hasta cierto punto. En los trabajos de José de Jesús Parada Tovar Un cura emblemático de barrio. . . narra lo siguiente respecto a estos hechos:
El párroco Rafael Meza Ledezma, a fin de allegarse dinero para edificar las torres, “se le ocurrió comprar pollitos y los repartió entre las familias del barrio, pidiéndoles que los engordaran en casa y se los devolvieran a él a los seis meses. . . Luego los vendía por junto y por kilos a un restaurante del centro y con eso encargaba ladrillos y otros materiales”.
Caminando rumbo a la calle Javier Mina, después de observar las torres de la iglesia, por la misma vía de Esteban Loera, se pueden aún ver restos del edificio que albergó el Parque Oblatos, o Parque Oro, que después se llamó Estadio Felipe Martínez Sandoval.
Era un edificio con una capacidad para 10 mil espectadores, que en ocasiones se acomodaban ahí hasta 15 mil, sobre todo en los clásicos, Chivas vs Atlas, pues ese estadio fue el lugar donde se inició el futbol profesional desde 1930 hasta 1962, año en que los equipos se mudaron al Estadio Jalisco. Se inauguró con un juego entre Chivas y el Club Imperio, el 20 de Julio de 1930
En el Barrio de Oblatos, se iniciaron y ahí vivieron algunos de los jugadores más queridos del futbol tapatío como lo fueron Héctor Hernández, y Gustavo Halcón Peña. Fue también en ese estadio donde se hizo la primera transmisión por T.V. de un juego de este deporte.
Hoy el barrio de Oblatos sigue teniendo la misma dinámica de trabajo, sus hombres y mujeres, sus pequeños hijos, sus jóvenes y sus ancianos tienen un profundo arraigo por esas calles, donde un día jugaron o se divirtieron, cerca del barrio no hay grandes jardines ni plazas, pero la esencia de hogar y de familia sigue siendo cada día más notoria y palpable.
(I)Jesús Gómez Fregoso
Muy bonita e interesante descripción de Rodríguez Gurrola.