La Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) no es una especie de isla donde sus integrantes vivan al margen de las leyes que nos rigen como mexicanos, sus integrantes al ser trabajadores de acuerdo a la ley, están protegidos y subordinados a los estatutos de la materia, así como a los ordenamientos internacionales del trabajo.
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Ahora mismo magistrados, jueces y trabajadores en general de esa instancia, son afectados por los dictámenes legales que los privan del derecho a disfrutar de sus ahorros y de sus aportaciones que durante años han acumulado en la figura jurídica de “fideicomisos”.
“Estos fideicomisos están dirigidos a cumplir distintos fines, como el pago de pensiones para mandos superiores, medios y personal operativo del PJF; también auxilia a servidores públicos operativos -que son los de menores ingresos- en caso de extrema urgencia médica; igualmente para la asignación de una vivienda propiedad de este Poder”.
“Asimismo, son para la adquisición, construcción y remodelación de órganos jurisdiccionales y su equipamiento, así como para la capacitación, mejoramiento y especialización de las personas públicas del PJF”.
“Con la reforma recientemente aprobada acerca de la eliminación de los 13 fideicomisos, sólo quedaría vigente uno, ya que es el único que se encuentra en la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación, que es el Fondo de Apoyo a la Administración de Justicia”
Fuente: SCJN y Cámara de Diputados.
Carrera judicial
Quienes laboran en la SCJN son en su mayoría abogados, algunos con maestrías o incluso doctorados en distintas materias, además de la indiscutible maestría en el manejo de las leyes y de las fuentes del derecho.
El proceso de formación de los jueces y magistrados, al igual que los actuarios, secretarios, y notificadores, es un largo y difícil camino de formación académica, que puede no culminar con la nominación deseada de llegar a convertirse en juez o magistrado, pues eso está determinado por los niveles de capacitación que se adquiera en el transcurso de los años al servicio de la judicatura.
En algunos casos es tan fuerte la presión que se ejerce sobre los trabajadores en el cumplimiento de sus labores, que muchos terminan por abandonar su carrera, aunque la mayoría continúa en el proceso, se sabe de personas que sufren tan grandes crisis de estrés, que tarde o temprano enferman de una manera dolorosa e incurable.
Salarios
Se dice que los salarios que se devengan en esa instancia son extremadamente elevados, en relación con los que se ofrecen en otras ramas de la administración pública, como los que se asignan al poder legislativo o a las diversas secretarías de Estado.
Pero sí se analizan los alcances de dichos salarios, se verá que no hay una distancia muy notoria entre unos y otros.
Por ejemplo, los jueces y magistrados deben abandonar su lugar de origen para acudir a cumplir su misión en otras entidades del país, a veces diametralmente opuestas a sus lugares de residencia.
Es obvio, que la prestación ofrecida por la SCJN consistente en dotación de una cantidad determinada de dinero para cubrir los gastos de traslado y de reubicación en su nuevo lugar de trabajo, es plenamente justificable.
Lo mismo sucede con la formación de sus hijos, que deben cambiar de residencia y consecuentemente de escuelas, de amigos, de compañeros. Si a esto se aúna la necesaria transferencia de juzgados o tribunales de circuito cada seis años como lo establecen los estatutos de su gremio, se verá que esa prestación apenas compensa el deterioro social sobre todo de sus familiares que se produce en esas circunstancias.
Ciertamente el trabajo en la SCJN es altamente honroso y gratificante por sí solo, es lógico que se aspire desde el primer momento de ingresar a esa instancia de trabajo, a la permanencia, a los ascensos, a la jubilación, al ahorro para el retiro, y al desarrollo personal de los trabajadores como premisa fundamental.
Es también dignificante el sentimiento de “espíritu de cuerpo” que se forma al interior del gremio, como sucede en la milicia o en la clerecía, pues aún en las peores condicionen que se sufran, los trabajadores saben que la SCJN no los desamparará, ni los trabajadores tampoco abandonarán a su patrón.
Un ejemplo palpable es el que hace algunos días la Senadora Olga Sánchez Cordero Dávila, militante de Morena y que había ocupado el cargo de Secretaria de Gobierno en el actual régimen, manifestó, respecto al problema de la reforma de la ley que cancelaba dichos fideicomisos, que votaría en contra de dicha iniciativa, no obstante que hubiera sido promovida por el representante del Ejecutivo Federal.
La SCJN es la última instancia en la impartición de justicia, por lo cual su nombre lo llevamos en las venas y en el pensamiento todos y cada uno de los ciudadanos que vivimos en este país, “en casa del jabonero, el que no cae resbala” dice el adagio.
Por un lado, deseando que nunca la suerte nos lleve a esos tribunales, porque ahí ningún dinero alcanza para sortear los mil y un obstáculos que surgen de la interpretación de la ley y, por otro, pensando que mientras exista la SCJN existe una luz de esperanza para todos los agravios e injusticias que sobre el ciudadano común se ciernen en la vida diaria de esta sociedad.