Las 67 recetas que en diez días pudo cubrir la mega farmacia de Huehuetoca en el Estado de México, vino a confirmar que la ocurrencia del presidente Andrés Manuel López Obrador de construir una super bodega con todos los medicamentos “del mundo”, no era la solución para resolver el desabasto.
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En el fondo, el verdadero problema para el sector, siempre fue el sistema de distribución de las medicinas y los insumos de salud, luego que el primer mandatario desmantelara las redes creadas en los gobiernos “neoliberales”, bajo la sospecha de corrupción.
Como sucedió con la cancelación de la construcción del nuevo aeropuerto internacional de Texcoco, sin mediar pruebas, López Obrador vetó el 20 de marzo de 2019, la participación en licitaciones a tres compañías especializadas en el ramo:
- Maypo
- Distribuidora Internacional de Medicamentos y Equipo Médico
- Grupo Fármacos Especializados.
Según el mismo presidente en una instrucción directa a la Secretaría de Hacienda, las tres empresas un año antes, en 2018, habían surtido más del 62 por ciento de las compras efectuadas por el ISSSTE y el IMSS, por lo que no deberían recibir más contratos “hasta que sepamos a ciencia cierta, si no hubo en estas operaciones corrupción y tráfico de influencias”.
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Esto quiere decir, que la bajo la simple sombra del “sospechosismo”, comenzó a desmantelarse un sistema de distribución, sin tener previamente preparado “el remedio”.
Efectivamente, en gobiernos anteriores y por espacio de dos décadas, había ido consolidándose un sistema que involucraba a unos mil distribuidores de medicamentos e insumos, que podrían abastecer medianamente a algunas regiones.
Sin embargo, por lo menos cien de este millar, contaban con capacidad para cubrir la demanda a nivel nacional, ya que habían realizado inversiones para adquirir unidades de transporte especializado, lo mismo que bodegas de almacenamiento con normas sanitarias adecuadas.
Hasta 2018, el gobierno federal ya realizaba compras consolidadas de los productos que requería, por las que conseguía hasta el 75 por ciento de los medicamentos, aunque de las cien compañías, solo 60 distribuidores intervenían y de estos, en realidad apenas diez concentraban las ventas al sector público por los volúmenes de compras y la capacidad financiera que tenían –-para nadie es un secreto la forma como compra el gobierno, donde los proveedores deben financiar la producción–.
El proyecto de una mega farmacia mundial, no fue el primer intento por buscar en el extranjero la solución para el abasto de medicamentos. En 2020, decide apostarle a la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos (UNOPS), con la cual adquiere poco menos del 30 por ciento de los
medicamentos que necesitaba México.
Pero el organismo encargado de la distribución era el Instituto Nacional de Salud para el Bienestar (INSABI) que, valiéndose de operadores logísticos, logró movilizar 30 millones de piezas mensuales, cuando el sector de salud pública demandaba unos 150 millones de piezas al mes.
UNOPS, presumió que le ahorró al gobierno mexicano 10 mil millones de pesos en compras a 180 proveedores de 21 países, pero su contrato terminó en 2022 y no se renovó; en tanto que el Insabi desapareció en 2023.
Según la Asociación Nacional de Distribuidores de Insumos para la Salud, en el país hay una sólida industria farmacéutica que, junto a los laboratorios trasnacionales instalados en México, pueden dotar del 95 por ciento de los medicamentos que se requieren sin necesidad de construir una monstruosa
farmacia y traerlos del resto del mundo.
Porque, para cumplir con el abasto, no solamente se trata de infraestructura especial para el almacenamiento, sino una planeación de compras y una red de distribución que haga llegar las medicinas a las unidades médicas del sector público y, sobre todo, a las manos del paciente.
(Lo invito a que me lea, escuche y vea en www.paraleloveinte.com).
*Columna publicada en: https://www.milenio.com/opinion/carlos-martinez-macias/sin-pedir-audiencia/mega-farmacia-y-cuando-llegan