Hoy hablaré de la primavera, la estación de la esperanza. Soy, por naturaleza, optimista y creo en ello. Te comparto que disfruto caminando bajo el follaje de las jacarandas que, con sus flores violáceas, pintan el cielo de nuestra ciudad.
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Me agrada la cuaresma con sus tortas de chinchayote, sus tortitas de camarón seco y nopales en chilayo. Y ¿qué decir de los camarones (traídos de Tecuala por mi entrañable amiga, Rosario Meza) cocinados a la “diabla” por mi hermana Coco?
Imposible resistirse al caldillo de habas, las empanadas de vigilia y la inigualable capirotada, preparados por Tere y Consuelo en la fonda restaurante “Las Sobrinas de Sabás” (Andrés Terán 212).
Aun cuando faltan algunos días, me apresto a recorrer la tarde del jueves, en compañía de José Herminio Jasso, el Centro de la ciudad.
Obviamente, visitaré Catedral, el Sagrario, la Merced y Santa Teresa, donde saludaré al custodio del Divino Preso: el Padre Tomás de Híjar; luego, visitaré el templo de Jesús María, encaminaré mis pasos a San Felipe Neri, el edificio neoclásico más hermoso de Guadalajara.
Bajaré por la calle de Reforma hasta Santa Mónica y San José de Gracia, y concluiré mí viacrucis en el Santuario de Guadalupe, donde abrazaré al padre José Guadalupe Dueñas y a Doña Martha Vallejo, admirada y querida amiga.
Quedarán pendientes para el próximo año: San Agustín y Santa María de Gracia, primera catedral de Guadalajara, así como San Francisco y el hermosísimo Aranzazú. Hay quienes, un poco más atrevidos, se trasladarán a San Martín de las Flores, en donde, coordinada por Jairo Fierros, se realiza en vivo la representación de la Judea.
A pesar de que la vida se ha modificado en muchos sentidos, prevalecen costumbres que favorecen el fortalecimiento del tejido social y la pertenencia a una tradición que, a veces, parece en riesgo por la influencia de otras expresiones culturales.
En medio de la globalización y el intercambio de información, el sentido de la identidad es un tesoro invaluable. ¡Protejámoslo y gocemos esta Semana Santa!
Cero política
Decidí que hoy no hablaré de política. Hice a un lado los temas que, desde hace demasiado tiempo, inundan los medios de comunicación y las redes sociales. Por supuesto que no comentaré nada de las mañaneras -ese demoníaco instrumento de embrutecimiento inventado por Joseph Goebbels (ministro de Ilustración y Propaganda de la Alemania fascista) para inhibir la inteligencia del pueblo alemán-. Aceptando su importancia, dejaremos de lado las campañas de quienes aspiran a gobernarnos.
Hoy dediqué la columna a platicar sobre las pequeñas cosas que nos definen como parte sustantiva de eso que llamamos “sociedad”, agradeciendo a Dios por el regreso de Jaime al seno de su hogar y lamentado la ausencia de miles de jóvenes que, tal vez, nunca volverán a los brazos de sus seres queridos.
Hoy dediqué este espacio a esos insubstanciales asuntos que tienen que ver con nuestra identidad y sentido de pertenencia a esta, nuestra tierra común.
*Con afecto para Monseñor Leopoldo González, nuevo titular de la diócesis de San Juan de los Lagos.