Luego de la elección de 2024, los partidos políticos a nivel nacional enfrentan escenarios y retos muy diferentes para cada uno de ellos que vale la pena revisar.
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No sólo se trata de los resultados que obtuvieron en las urnas y los cargos de representación que de ellos se desprenden, sino del tipo de consecuencias que tienen en su existencia misma como partidos, en las instituciones que norman su vida interna y en los procesos formales y prácticas informales que moldean y definen su futuro en el mediano y largo plazo.
En términos generales, el sistema de partidos en México ha sufrido un constante proceso de desinstitucionalización no siempre evidente.
El sistema ha tenido consecuencias importantes no sólo en el modelo y estructura de los partidos existentes, sino también en las funciones que cumplen o dejan de cumplir en nuestro sistema político y la calidad con que la que contribuyen a nuestra democracia.
Este declive en la importancia y capacidad de los ordenamientos formales (instituciones) de los partidos para establecer parámetros de actuación sistemáticos y efectivos no sólo de la relación entre los militantes, sino también en la relación de éstos con sus dirigencias.
Es cada vez más frecuente observar que en la vida interna de los partidos tienen más peso las prácticas informales que las reglas para explicar y entender su funcionamiento real, lo que abre la puerta a vínculos y relaciones inestables que pueden producir excesiva incertidumbre para la cooperación y la acción colectiva dentro de estas organizaciones.
Si a esto sumamos la natural preeminencia que en la actividad política y, específicamente, de los partidos tienen los intereses y proyectos personales de los diversos actores individuales, resulta comprensible y hasta cierto punto esperable que los reacomodos y rompimientos de algunos grupos o actores individuales dentro de los partidos se sigan presentando.
En la siguiente tabla puede apreciarse una radiografía básica de las organizaciones que integran nuestro sistema de partidos con base en 5 variables que atienden a lógicas de su estructura como de sus procedimientos (formales e informales) y orientación de su desempeño político por orden de la importancia que cada uno le otorga. Luego del proceso electoral de 2024, estas características distintivas pueden cambiar dependiendo del rumbo que tomen los procesos de renovación de las dirigencias que algunos partidos están llevando a cabo; no obstante, parece que no existen indicios suficientes ni significativos que permita pensar en un cambio radical de las tendencias que se señalan.
Esta colaboración busca plantear, en forma de preguntas, los retos fundamentales que cada partido afronta en los plazos inmediato, corto, medio y de largo alcance. En posteriores entregas, intentaré ofrecer algunas respuestas.
*Autor: José Antonio Elvira de la Torre