• miércoles, enero 22, 2025 1:46 am

Proyecto Metropolitano ZMG

Por el bien ciudadano

Rosa Rubio
Comparte si te ha gustado

En esta tercera entrega de la entrevista con Rosa Rubio quien tenía 94 años (falleció en 2020) cuando la entrevisté para recabar su testimonio de vida en Atemajac del Valle, platicamos sobre música, cine, danzas…

Contenido relacionado:

testimonio de vida. Parte 1Testimonio de vida. Parte 1

– El puente para pasar a Guadalajara estaba muy deteriorado y mi abuelo tenía una tienda a las orillas del río, tenía camisas y pantalones de todas las tallas, llegaba la gente quería ir al centro y no podía pasar de huarache ni de calzón blanco, y mi abuelo les cobraba lo que les rentaba, el pantalón, la camisa, un sombrero, una gorra, lo que había, recordó Rosa Rubio.

(silencio)

– Y ¿usted participó en algo de política? Le pregunto a Rosa.

– No, yo no. Nada, mi papá sí fue delegado[1], pero por la gente, por todos lo eligieron, nosotros no nos parábamos nadie, también cuando mi papá fue delegado lo quisieron como asaltar, porque le aventaron unos balazos, pero en ese rato mi papá traían cobijas verdad, en la noche, cuando andaban en la ronda[2], decían ellos, y traían su cobija, y mi papá en ese rato, y yo vi que le dieron los balazos a un lado de la cobija creyendo que le habían dado a él, pero a él no le toco nada, pero iba un señor de aquí de enseguida, también se llamaba Braulio, Braulio Garín, diario lo acompaña a mi papá, en la noche diario andaba en la tienda, diario, diario, y desde que él fue delegado lo siguió acompañando diario, diario, pero no le toco de eso nada.

Contenido relacionado:

Testimonio de vida parte 2Testimonio de vida. Parte 2

– Y ¿recuerda alguna fiesta?

– En ese tiempo, no más los pastores que venían de Santa Fe, las danzas que venían del Batan y otras danzas, de alguien más era todo.

Atemajac del Valle

– ¿Los danzantes venían con la virgen?

– Sí,no más cada año venían, porque ni la virgen venía para acá, la virgen empezó a venir ya más a tiempo, y nosotros les dábamos de comer, a los del Batán[3] verdad, les dábamos un desayuno, venían todos ellos y sus familias también y pues ya comían, pero más para acá, no aquel tiempo, en aquel tiempo llegaban a la casa los pastores, los coras, porque mi papá les ofrecía comida y donde se quedarán porque la casa estaba muy grande, y se quedaban y todo, se dormían ahí, y la comida también segura, mi mamá tenia quien le ayudara ahí, con dinero y sin dinero la gente iba casi no más por la comida, tenía unos tíos que también asistían ahí también, ellos hacían la comida, también nosotros, cuando nos devolvíamos de la escuela mi hermana a agarrar la masa y otra el caldo, porque siempre ponían una olla de caldo por los perros, pero era carne buena y lo que se quedaba se lo daban a los perros, el figomar, el caiser, el lobo,  ¡Nooo! ¡Teníamos tantos perros! se fueron muriendo los perros y se cabo la comida.

Te recomendamos:

la dinamica del mes de eneroLa dinámica del mes de enero

– ¿El pueblo era divertido? O ¿aburrido?

 No pues, no era aburrido, era muy alegre, era muy alegre, venían los mariacheros, las bandas, y la gente se reunía por ahí a donde estaban tocando y todo, pero era muy alegre, otra clase de pueblo, no como ahora, más antiguo verdad, que todo teníamos, no como ahora que hay que andar buscando aquí y ahí. De peregrinaciones venía la de la Experiencia, la de Zoquipan, la del Batán, la de la Fábrica, eran como cuatro peregrinaciones que venían.

– ¿Venían con la virgen?

– Sí, también nos íbamos en peregrinación a Huentitán a pie o con una carreta que la componíamos entre todas, llevábamos comida, llegábamos a Huentitán visitábamos al señor y de ahí nos íbamos al Zalate de Huentitán le decían, un árbol grande, grande y ya de ahí nos íbamos a comer y también habían señores que andaban tocando, un mariachi, la corneta, la tambora, ahí cualquier cosa y ya les pitaban pues, les hablaban que se fueran a tocar ahí, y si, si iban con la gente, uno les daba que un peso, que 50 centavos, así poquito.

– ¿Le toco la época cristera? ¿Si le tocó?

–  Mira, yo nací en año de la revolución, 1925, ya más para adelante era de los cristeros, había unas parientes de por acá de Cuquío, mi papá hizo un hoyo grande grande, para esconder a las mujeres porque era el tiempo que se las llevaban por hay, y ahí duraron mucho tiempo ellas con su familia verdad, con mis tíos, con las mamás de ellas y todo, allí eran donde asistían.

– Y ¿le toco ver alguna revuelta cristera?

– No, no, de eso no vi nada, lo único que la primera vez que fui a México, me empezaron a llevar bien chica, todavía estaba en la escuela, fue en primer año, yo diario traía mi mandilito, pero me echaba los gises a la bolsa y nos fuimos a México mi papá, mi mamá y yo, y llegamos al hotel y dije ¡Ahh, salí de una casa y me voy a meter a otra! Pos que chiste y me bajé y ya comencé a ver y comencé a caminar y con los gises comencé a agarrar, llegaba a una esquina y le ponía una cruz, llegaba a otra esquina y le ponía otra cruz, para ver a donde iba a cruzar de vuelta, y ya, hasta donde estaba el caballo de Troya ¡Hasta allá me fui! Y ahora como me voy, ¡Ah pues me voy viendo las cruces! Y así hasta que llegué, no pos no más ese día nos estuvimos en México, dijo mi papá ¡Vámonos, se nos va a perder aquí!

 Oiga, y ¿había cines aquí?

– ¿Cines aquí? Si, había uno por allá, el cine Colonial, pero había a la otra puerta de con nosotras, ahí donde está la calle, había un corral grandote, ahí había títeres, había circo títeres y a veces cine y nos subíamos a la azotea de mi casa y veíamos todo ¡Vénganse vamos al cine! Y poníamos sillitas, veíamos para bajo, pero veíamos. Pasaban películas de Pancho Villa y puras de esas de la revolución que pasaban antes. (risas)

 Y de música, ¿Qué se acuerda que escuchaba?

– Aquí en Atemajac había una banda chica que salía a tocar y eso, si había una bandita chica, no estaba muy grande también había muchos mariachis en… ¿cómo se llama? los granaditos, que le nombraba uno y venían a la plaza a tocar cuando les pagaba la gente, pero eso es más reciente porque antes no lo hacían. Una señora se llamaba Braulia les vendía frijoles, les vendía tortillas, su chilito, fruta en vinagre y carnitas, sus chicharrones a los que venían a tocar al jardín, ya luego se hiso el mercado y empezó a cambiar todo.

– Y, aquí, iban al médico, o cómo le hacían.

–  Sí, estaba Chayo Urbina, Pachita Pajarito y doña Leonarda había como tres parteras, pero a veces se les llegaron a morir muchos bebés en el parto, a veces se les morían, a veces no, y así estaban. Pero a Chayo Urbina no, porque ella sií estudio para partera, sí era buena partera.  Chayo Urbina, María Luisa Muro y yo, hicimos la primera comunión juntas, con vestidos iguales y en la misma misa porque eran de los más riquillos que estábamos y yo también me toco.

– Mmmh

– Lo que habían eran brujas, sabe, decían que sí, pero quien sabe.  Una vez sí cayó una allí en la casa, era una persona. Mis hermanos pusieron una joyería donde trabajaba tu abuelo[4], velaban los viernes en la noche trabajando en la joyería para entregar los pedidos el sábado. Esa noche llegaron y les dijeron ¡Hay que una bruja! ¡Que una bruja! Teníamos en el patio un huamúchil y una “bribilea” muy grandes, y la bruja se paró en la “bribilea” y ya fueron y ¡Tráete un cordón! Y ya empezaron que a rece y rece credos y la ponían un nudo y un nudo hasta que cayó la persona, sí cayó. Y decían que es fulana, que es mangana, hasta que sacaron quien era la bruja, pero no nos dijeron hasta el otro día, sabe si fue verdad.

– ¡Oh!

– Estaba una cantina enfrente de la joyería, la de las Moras, allí había muchas muchachas que bailaban, mis hermanos abrieron un hoyo en la pared para salirse de la casa e ir con las Moras, porque mi mamá cerraba con llave para que no salieran, pero con el hoyo se salían por ahí.

– (se ríe) Y ¿dónde estaba esa cantina?

– En frente, con las Moras, en frente de la casa, y ya los joyeros estaban de un lado y mi papá la tienda en otro lado, ya era más chica, él se quitó de vender ya todo lo de las vacas y todo eso.

– Entonces ya tenían la joyería y la tienda

– Sí, la joyería y la tienda, las dividía el zaguán, y a veces también nosotros batallábamos en la dormidera, porque metían mucha mercancía y pues en mientras en donde sea nos acostábamos, hasta después nos cambiábamos a nuestras camas.

– Y ¿qué artistas les gustaban? Que los vieran o así.

– ¡Ah! (se ríe) pues venían muchos artistas y sí íbamos a verlos al Progreso, al Progreso viejo, antes estaba por el Hospicio Cabañas. Ahí venían muchos, vimos a Fernando Fernández y Rosita Quintana, Emilio Tuero. La gente no tenía radio, ni luz de día solo la ponían en las noches y donde había radio la gente iba a escuchar las noticias, era lo que se hacía, pero de alguien más no.

– Y tampoco la gente tenía televisión, verdad.

– No tampoco, la primera televisión que hubo en Atemajac fue la de las Castro y la de nosotros y eso fue porque mi hermano Juan nos la trajo de Estados Unidos, esa televisión era como las de ahora, plana, fíjate. Teníamos mucho tiempo con ella y un muchacho de la Experiencia[5] venía a la casa y no la arreglaba, allí en la casa. Venía mucha gente a ver la televisión, poníamos sillitas y cobrábamos un peso, se podían quedar el tiempo que quisieran. Mi mamá tenía un palo largo y si algún niño comenzaba hacer escándalo mientras veíamos le televisión le daba con el palo para que se sosegara ¡Y ándale! ¡Y ándale! Y otro y otro.  Esos niños ahora son viejitos como yo, y todos ya casi murieron.

– Y en la televisión que programas ponían

– La lucha libre, el box, el arami[6], uno de policías y le estábamos cambiando para ver cada programa que iban pasando. Pero solamente nosotros y las Castro tenían televisión, después Fausto Arroyo y ya después la gente fue teniendo más televisiones.

– ¿Entonces ustedes eran de los más ricos del pueblo?

– ¡Ah luego! ¡Hey!

– Pues si eran de los únicos con tele…

– Pues si antes, como la mamá de tu abuelo se llamaba Ventura, le ayudaba a mi mamá, no con compromiso de decir, ha me están pagando, no. Ella porque tenía ganas de estar ahí, El esposo de ella se llamaba Pedro, pero él era muy golpeador, golpeaba mucho a Ventura y una vez cayó en la noche ella y como la revisaba donde quiera él, llegó preguntando por ella, pero mi papá la metió al pozo del agua y se metió a una cueva que había allí abajo por eso Pedro no la encontró. 

– ¡Como cree!

– Duró más de un mes en la casa, sin salir, no salía ni a la puerta y no nos dejaban que el zaguán estuviera abierto para que no la fueran a ver. Pedro y Ventura vivían en el Paso de Guadalupe[7] y Pedro regresó después del mes a buscarla, le dijo a mi papá que sabía que estaba ahí y que estaba seguro, pero que ya quería que se la regresara. Mi papá le tuvo que confesar que sí la tenían y que la verdad era una buena mujer, que se portó bien en su estancia en nuestra casa, era decente y educada y no esperaba que le volviera a pegar. Ventura regresó con Pedro también porque ella ya quería regresar. Después de eso compraron una casa aquí en Atemajac y se vinieron a vivir para acá.

¿Qué más quieres que te diga?


[1] Es la representación política y administrativa del Ayuntamiento en sus localidades

[2] Recorrer un lugar en servicio de vigilancia, generalmente de noche.

[3] Pueblo de Zapopan, Jal.

[4] Abuelo materno de la entrevistadora

[5] Pueblo de Zapopan, Jal.

[6] Termino no identificado.

[7] En Ixtlahuacán del Rio, Jalisco.


Comparte si te ha gustado
Anali Pérez Gallo

por Anali Perez Gallo

Licenciada en Historia y en Derecho por la Universidad de Guadalajara. Cuenta con un diplomado en "Historia del Arte Sacro" por la Universidad Pontificia de México

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *