Jalisco como el país, se encuentran en una encrucijada de debilidades que los expone con mayor intensidad ante las amenazas internas y externas. Ha sido evidente la búsqueda del actual gobernador del apoyo coyuntural del gobierno federal, para apalancar sus proyectos, mismos que se aprecia caminan por caminos áridos, como el gobierno y el propio Estado.
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Los factores que afectan al gobierno son, la debilidad electoral con que asumió el poder Pablo Lemus, generada por el desgaste del gobierno de Enrique Alfaro Ramírez y las propias fallas de la administración de Guadalajara, de Lemus, que no logró consolidar ante la ciudadanía una imagen de eficiencia.
Otro elemento es el endeudamiento en que encontró Lemus al gobierno del estado, después del enorme gasto, en mucho infructuoso y discrecional que realizó la administración saliente. Así como los fracasos de Alfaro en los temas de la seguridad pública, con el avance de la delincuencia organizada, el aumento de homicidios y desaparecidos, asociados a el crecimiento desbordado de las bandas delincuenciales.
El otro tema es el enorme gasto realizado para tratar las aguas residuales en el cauce del río Santiago y desfogue en la barranca que no lograron consolidar.
Dejó detrás, además Alfaro como sus predecesores del PRI y del PAN, una sensación de gobiernos irresponsables, ineficientes, dispendiosos y favorecedores de grupos de interés, con cargo a la administración pública y por consecuencia a la ciudadanía, en temas como el desarrollo urbano, acrecentando el desorden que impera sobre todo en la Zona Metropolitana de Guadalajara, con clara afinidad con las empresas desarrolladoras de vivienda y de la construcción de obra pública.
Los problemas del gobierno actual son tan palpables que se acentúan cuando vemos a Pablo Lemus, un tanto desesperado por lograr cercanía con Claudia Sheinbaum, para que con su apoyo lograr consolidar los proyectos que ofreció como candidato a gobernador, de Movimiento Ciudadano.
Sin embargo, el propio gobierno federal se encuentra en una encrucijada para enfrentar el enorme gasto que le representaron y le siguen presionando los programas sociales y las obras públicas que no han logrado redituar servicios, ni ingresos adicionales.
El ejemplo palpable es el estado paupérrimo en que se encuentran las oficinas públicas federales, que brindan servicios a la ciudadanía, castigadas en sus estados financieros y sacrificando el gasto en recurso humano, después de los seis años de castigo infligidos por el gobierno anterior.
Así servicios que se venían prestando con precariedad por falta de personal, ahora están en crisis mayor por la presión acumulada y por la demanda de usuarios a los que se presta un servicio por demás deficiente.
Sumemos a eso la insensibilidad de funcionarios que llegaron a la administración estatal mejorando de manera desproporcionada sus sueldos y medrando de los recursos públicos, tradicionalmente utilizados para obtener recursos de manera irregular y discrecional.
En esa encrucijada se encuentra Pablo Lemus, una sociedad irritada y demandante y el gobernador rodeado de depredadores, a la caza de oportunidades para acrecentar fortunas, de por sí ya desproporcionadas.