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Las diversas caras de las remesas

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Cuando hablamos de las remesas es importante que mencionemos tanto los aspectos positivos como los negativos de la billetiza verde que mandan los paisanos a sus familias al sur del río Bravo.

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De esta manera podemos tener la película completa del fenómeno remesero y sus impactos.

En los tres primeros meses de 2025 las remesas en nuestro país sumaron 14 mil 269 millones de dólares, un récord histórico superior en 1.3 por ciento frente al observado en igual periodo de 2024.

El flujo remesero acumulado de abril de 2024 a marzo de este año fue de 64 mil 933 millones de dólares.

Desde luego, el impacto de la dolariza no es homogéneo. Por ejemplo, 66 por ciento de las remesas se concentran en Michoacán, Jalisco, Guanajuato, Chiapas, Ciudad de México, Estado de México, Oaxaca, Guerrero, Puebla y Veracruz donde llegaron 9 mil 537 millones de dólares en transferencias.

Incluso entre estos estados el reparto no es parejo, esto recibió cada estado:

  • Michoacán, 1,269 millones de dólares
  • Jalisco, 1,249 millones de dólares
  • Guanajuato, 1,218 millones de dólares
  • Chiapas, 972 millones de dólares
  • CDMX, 943 millones de dólares
  • Edomex, 891 millones de dólares
  • Oaxaca, 808 millones de dólares
  • Guerrero, 798 millones de dólares
  • Puebla, 789 millones de dólares
  • Veracruz, 595 millones de dólares

Otra diferencia es lo que representan los dólares con relación al Producto Interno Bruto estatal, así, para Chiapas representan 15.9 por ciento; para Guerrero y Michoacán equivalen a 13.8 y 11.1 por ciento, respectivamente.

Los aspectos positivos de las remesas tienen que ver con la sobrevivencia de numerosas familias que elevan sus ingresos y también los de sus comunidades; por supuesto, apoyan la estabilidad económica del país; reducen la presión social en los mercados laborales; y posibilitan que migrantes “exitosos” de la primera y de la segunda generación inicien inversiones en las localidades y estados de origen generando empleos que detengan un poco la sangría poblacional.

Aparejado a los beneficios remeseros aparecen los impactos negativos de la dolariza que se miran en la medida que incrementa la dependencia de las familias receptoras; se relajan los hábitos de trabajo; se crea un resentimiento de parte de quienes no reciben dinero.

Por otro lado, las remesas aunque aumentan el consumo interno no generan desarrollo económico; y si producen un efecto inflacionario en las comunidades remeseras que afecta a todos por igual; finalmente, se vuelven una de las grandes catapultas para seguir enviando migrantes a la Unión Americana a consecuencia de la diferencia salarial que observan las familias remeseras con sus parientes en Estados Unidos.

Este escenario claroscuro debe de ser una alerta para las autoridades de los tres niveles de gobierno que están obligadas a generar mejores políticas públicas que ayuden a frenar la dependencia económica de las comunidades remeseras proporcionándoles autonomía financiera, pues no se puede suponer que el actual esquema migratorio y remesero existirá indefinidamente.

Por el contrario, el envío de dólares a nuestro país está limitado por varias realidades, a saber: la naturaleza “ilegal” de la migración; la exclusión social de muchos de los receptores; y la intensidad migratoria sostenida en el tiempo, es decir, es necesario mantener niveles altos de migración para asegurar las remesas, pues sabemos que luego del primer lustro de experiencia migratoria las personas comienzan a reducir sus envíos de dinero.

En este sentido, recordemos que en 2024 salieron de México 327 mil 455 personas, mientras que en 1990 se fueron de nuestro país 484 mil 737 migrantes y en 1997, 680 mil personas.

Es un hecho, que la migración se ha reducido tanto en términos absolutos como relativos, por lo tanto, las próximas generaciones tendrán menos familiares en el exterior que envíen recursos para su sustento.

Así las cosas, el mundo remesero tiene dos caras claramente identificadas.

Profesor del Tecnológico de Monterrey.

@contodoytriques


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