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La resistencia económica de México es: Jalisco

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Jalisco, la tierra de tradiciones y símbolos que definen a México en el imaginario global, ha emergido en el siglo XXI como una fuerza mucho más compleja y poderosa que la de un simple estado.

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Es una potencia económica y demográfica que ha comenzado a redefinir la balanza del poder en Norteamérica.

Mientras que su cultura se proyecta en cada rincón del planeta a través del mariachi, el tequila y la charrería, su economía se ha consolidado como un motor imparable, uno que desafía las fronteras y genera una ansiedad palpable en el sistema político de Estados Unidos.

Jalisco: Gigante Económico y Territorial

El poder de Jalisco no es una simple metáfora, sino una realidad económica contundente. Su Producto Interno Bruto (PIB) en 2023, con un valor que asciende a 128 mil millones de dólares (calculado con un tipo de cambio de 18.50), es un testimonio irrefutable de su dinamismo, superando al de diversos estados enteros de la Unión Americana.

Esta realidad se vuelve aún más impactante si consideramos el contraste geográfico: muchos de estos estados tienen una extensión territorial significativamente mayor, pero no logran igualar la productividad económica jalisciense.

A continuación, se detalla un comparativo con datos aproximados del PIB y el tamaño de algunos estados de EE.UU.:

  • Jalisco: PIB de $128 mil millones de dólares | Extensión territorial de 80,137 km².
  • Dakota del Sur: PIB de aproximadamente $68 mil millones de dólares | Extensión territorial de 199,729 km².
  • Wyoming: PIB de aproximadamente $53 mil millones de dólares | Extensión territorial de 253,334 km².
  • Vermont: PIB de aproximadamente $40 mil millones de dólares | Extensión territorial de 24,923 km².
  • Alaska: PIB de aproximadamente $64 mil millones de dólares | Extensión territorial de 1,717,856 km².
  • Dakota del Norte: PIB de aproximadamente $62 mil millones de dólares | Extensión territorial de 183,108 km².
  • El tamaño no importa: “el tamaño no lo es todo” en la economía. “A pesar de que estados como Alaska o Montana superan a Jalisco en territorio por un margen monumental, sus economías, medidas por el PIB, no logran competir.”
  • Montana: PIB de aproximadamente $65 mil millones de dólares | Extensión territorial de 380,831 km².
  • La eficiencia de Jalisco: Destaca que la productividad de Jalisco, en un área mucho más reducida, es lo que lo convierte en un estado dinámico. La densidad de población, la concentración de industria y la mano de obra calificada son factores que han permitido este crecimiento.
  • El caso de Vermont: El caso de Vermont es una excepción que confirma la regla. Al ser un estado más pequeño que Jalisco, su PIB inferior sigue reforzando la idea de que la economía jalisciense es un motor de crecimiento notable.
    “Esto demuestra que la prosperidad en el mundo moderno no se mide por el tamaño de la tierra o por los recursos naturales, sino por el ingenio, el trabajo y el talento de su población”.

El éxito de Jalisco se basa en una diversificación estratégica que incluye el “Silicon Valley Mexicano” en el sector tecnológico, una agricultura de exportación robusta (especialmente en el cultivo de berries y el agave), y un sector industrial y de servicios en constante crecimiento.

Este poder económico es la base de la “resistencia” de la que hablamos, una resistencia silenciosa que no busca confrontar, sino que simplemente crece y prospera, desafiando el orden tradicional del poder.

La verdadera resistencia de Jalisco no se encuentra en el enfrentamiento directo, sino en su capacidad de proyectar su influencia de forma suave y persistente.

Jalisco: cultura y resistencia

La cultura jalisciense, que alguna vez fue vista como un fenómeno folclórico, se ha convertido en un vehículo de poder económico y social que penetra las fronteras.

El tequila, por ejemplo, no es solo una bebida; es una industria global que genera miles de millones de dólares y sustenta a comunidades enteras en la región.

Del mismo modo, la industria del mariachi y la gastronomía mexicana de Jalisco son exportaciones culturales que han creado empleos y riqueza en ambos lados de la frontera.

Esta influencia cultural se traduce en un poder que el sistema político estadounidense, con todo su poderío militar y económico, tiene dificultades para contener.

La fortaleza de Jalisco es un reflejo de una visión de futuro donde la interdependencia y la conectividad cultural y económica son más valiosas que la rigidez de las fronteras físicas.

En lugar de construir muros, Jalisco ha construido puentes comerciales y culturales que redefinen el concepto de soberanía.

La “resistencia” de la que hablamos es, en realidad, un proceso de integración natural y poderoso. La población de origen jalisciense y mexicano en Estados Unidos actúa como un puente humano, llevando consigo el dinamismo, la ética de trabajo y el espíritu emprendedor que ha hecho de Jalisco un gigante económico.

Esta población, que en su momento fue marginada, ahora se ha convertido en un motor clave del crecimiento, y su éxito es el mejor argumento en contra de la narrativa de confrontación.

El Trauma de la Alienación Demográfica y sus Ecos Políticos

Este crecimiento imparable de Jalisco y la consecuente revolución demográfica en el suroeste de Estados Unidos han generado un fenómeno psicológico en la élite política estadounidense: el “trauma de la alienación demográfica”. Se trata de un miedo colectivo a la pérdida de la mayoría y de la identidad tradicional, un temor que se manifiesta en una política de confrontación y persecución.

Donald Trump, el líder más visible de esta reacción, se convirtió en el portavoz de este trauma. Su discurso sobre “construir un muro” y criminalizar a los inmigrantes no es solo un acto de nacionalismo, sino un intento de frenar una fuerza que percibe como una amenaza existencial. La prosperidad y el poder cultural de los mexicanos, representados en el dinamismo de estados como Jalisco, son lo que él intenta contener. Su retórica fue la primera línea de defensa de una ideología que se siente amenazada por la realidad.

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Donald Trump

Este trauma encuentra un sólido anclaje teórico en las ideas del analista político Dr. Alfredo Jalife-Rahme. En su obra “La Palestinización de los mexicanos”, Jalife explora las dinámicas de poder que llevan a una nación a ser despojada de su soberanía y control sobre su propio territorio y destino.

La respuesta política agresiva de las figuras estadounidenses ante el crecimiento económico y demográfico de México puede ser interpretada como la manifestación de este “trauma”, donde el poder de Jalisco se convierte en un recordatorio de que la balanza de fuerzas está cambiando, desafiando el orden que se consideraba inmutable (Jalife-Rahme, 2009).

La esencia de este trauma reside en la pérdida de control sobre una sociedad en constante cambio.

La élite política que tradicionalmente ha definido la identidad y el futuro de Estados Unidos ve cómo su base demográfica se erosiona, mientras que una nueva población, con raíces en lugares como Jalisco, crece exponencialmente.

Esta sensación de impotencia ante una fuerza imparable genera un profundo resentimiento que es fácilmente explotado por políticos populistas. El “fantasma demográfico” de la población mexicana se convierte en el enemigo invisible que justifica las políticas más extremas.

Este trauma no se limita a un discurso incendiario, sino que se traduce en acciones concretas y costosas. La inversión masiva en la militarización de la frontera, el incremento de los operativos de ICE y la constante presión para restringir los canales legales de inmigración son, en esencia, respuestas desesperadas a un problema que no puede resolverse con mano dura. Son políticas de contención diseñadas para frenar una realidad que ya ha echado raíces profundas y que, en lugar de ser una amenaza, se ha convertido en un motor de desarrollo y resiliencia para ambas naciones.

Caso de Kristi Noem: Del Campo al Despacho de Estado

La historia de Kristi Noem es una ilustración perfecta de este trauma en acción. Durante su mandato como gobernadora de su estado Dakota del Sur, su PIB se mantuvo por debajo del de Jalisco, a pesar de las ventajas territoriales y de recursos naturales de las que gozaba. Esta discrepancia es la raíz de una frustración que se tradujo en una política agresiva.

Al ascender a la posición de secretaria de Estados Unidos, Noem ha transformado su frustración en una herramienta de poder. Su uso de la maquinaria de ICE para la persecución de mexicanos en Estados Unidos no es una medida aislada de seguridad fronteriza; es la manifestación directa de su trauma.

Es la respuesta visceral de una líder que, al no poder superar el poder económico de Jalisco en el tablero de ajedrez productivo, opta por la coerción y la intimidación como una forma de restablecer una supremacía que se está desvaneciendo. Su persecución no se dirige únicamente a individuos, sino al símbolo del poder que Jalisco y la población de origen mexicano han llegado a representar.

El modelo económico de su estado, anclado en sectores tradicionales como la agricultura y con una menor diversificación, lo hace más vulnerable a las fluctuaciones del mercado global y a la competencia de regiones más dinámicas. Esta fragilidad económica, que se hace evidente en la comparación con Jalisco, alimenta un resentimiento que busca chivos expiatorios.

Noem, en su papel de líder, fue testigo de primera mano de esta vulnerabilidad, y ahora, en una posición de poder federal, utiliza al estado como un instrumento para atacar a la población que encarna el dinamismo económico que su propia región no pudo alcanzar.

El uso de ICE como arma no es una estrategia de seguridad nacional, sino una táctica simbólica para intentar revertir una marea que no puede detener.

Al perseguir a la población migrante, intenta enviar un mensaje de control y de fuerza, pero sus acciones revelan la debilidad de su argumento. La realidad es que la economía de Jalisco y el poder de la diáspora mexicana en Estados Unidos son fuerzas demasiado grandes para ser contenidas por operativos de deportación. Es un intento desesperado de resolver un problema económico y cultural con la fuerza del Estado, lo que solo profundiza la brecha y acentúa la sensación de derrota.

Comparación Histórica del PIB entre Jalisco y Dakota del Sur (2019–2024)

En este documento se muestra una comparación histórica del Producto Interno Bruto (PIB) entre el estado de Jalisco, México, y el estado de Dakota del Sur, Estados Unidos, durante el periodo de gobierno de Kristi Noem (2019–2024). Para Jalisco, los valores en dólares se obtuvieron convirtiendo los datos oficiales en pesos mexicanos utilizando el tipo de cambio promedio anual correspondiente.

Tabla comparativa histórica del PIB en dólares (2019–2024)

Año

Jalisco (USD aprox.)

Dakota del Sur (USD)

Observaciones

2019

$99,315 M (aprox.)

$54,209 M

Ambos con economías estables antes de pandemia

2020

$90,000 M (aprox.)

$56,254 M

Jalisco se contrae por COVID; Dakota del Sur, crece levemente

2021

$107,000 M (aprox.)

$62,985 M

Fuerte recuperación en ambos estados

2022

$111,000 M (aprox.)

$69,069 M

Crecimiento sólido sostenido

2023

$113,500 M (aprox.)

$74,034 M

Jalisco crece más lento; Dakota del Sur, lidera crecimiento trimestral

2024

$115,000 M (estimado)

$75,180 M

Dakota del Sur, se desacelera; Jalisco mantiene crecimiento moderado

  • En todo el periodo, Jalisco supera cada año a Dakota del Sur en PIB total (en dólares), incluso en plena pandemia.
  • Dakota del Sur tuvo picos altos (como el +10 % durante el trimestre 1, del 2023), mientras que Jalisco tuvo crecimiento más estable.
  • En promedio, el PIB de Jalisco ha sido entre 1.5 y 2.1 mayor al de Dakota del Sur entre 2019 y 2024 (los datos de Jalisco están estimados)

La Inevitable Redefinición del Poder

Jalisco no es solo un estado; es un microcosmos de un nuevo orden mundial donde el poder ya no se define exclusivamente por fronteras o ejércitos, sino por la fuerza de la economía, la vitalidad de la cultura y el crecimiento demográfico. La “resistencia” de México, encarnada en el espíritu de Jalisco, es una fuerza que avanza sin pedir permiso.

Las reacciones políticas de figuras como Trump y Noem no son la muestra de una fuerza indomable, sino los últimos ecos de un paradigma que se está desintegrando. El futuro ya no pertenece a quienes se aferran a viejas glorias, sino a quienes construyen una nueva realidad con trabajo, talento y una identidad inquebrantable. Jalisco es el rostro de ese futuro, un futuro en el que México no solo se defiende, sino que define el rumbo.

Esta nueva dinámica global, en la que el poder se descentraliza de los grandes centros de mando a regiones con una economía pujante y una población con gran capacidad de adaptación, es el verdadero desafío del siglo XXI. El modelo de Jalisco, basado en la interconexión, la exportación cultural y la innovación, es mucho más sostenible que el modelo de un nacionalismo rígido y aislado. La “resistencia” de Jalisco no es un acto de rebeldía, sino la vanguardia de una forma de poder que valora la resiliencia y la fluidez por encima de la rigidez y el control.

En este nuevo contexto, las acciones de los líderes que buscan revertir esta marea demográfica y económica son, en esencia, intentos de detener el tiempo. Sus esfuerzos por construir muros o usar la fuerza del Estado para contener a la población migrante son la negación de una realidad que ya ha superado las fronteras físicas y políticas. Jalisco, en su resistencia, no solo defiende su identidad, sino que ofrece un modelo para el futuro, un futuro donde la prosperidad se construye a través de la conexión y no del aislamiento. La historia del siglo XXI se está escribiendo en las fronteras y en el dinamismo de lugares como Jalisco.

La contundente realidad del poder jalisciense

La fuerza de Jalisco no es una mera afirmación, sino una verdad respaldada por los números. Su economía, con un PIB superior a 128 mil millones de dólares, no solo supera a la de estados estadounidenses vastos y ricos en recursos como Dakota del Sur, Wyoming, Vermont, Alaska, Dakota del Norte y Montana. Va más allá. El poderío económico de Jalisco lo coloca por encima de naciones enteras. Con una economía más fuerte que la de países soberanos como El Salvador, Uruguay, Estonia y Croacia, Jalisco demuestra que la verdadera soberanía reside en la capacidad de producir, innovar y prosperar.

Su éxito es un manifiesto vivo: un estado, con la resiliencia y el dinamismo de su gente, puede ser un gigante global que no necesita un ejército ni un asiento en las Naciones Unidas para ejercer una influencia decisiva en el mundo.

La resistencia de Jalisco no es una promesa, es un hecho. Y su poder, lejos de ser contenido por fronteras o por miedos políticos, es la fuerza imparable que está redefiniendo el mapa económico global.

Jalisco demuestra que el tamaño del territorio es irrelevante cuando la resiliencia, la creatividad y el trabajo son el verdadero motor. Su éxito es un triunfo que se celebra en México y una lección de que la dignidad de un pueblo no puede ser subestimada.

Conclusión

El éxito de Jalisco es más que una simple historia económica. Es un símbolo de la resistencia de un pueblo, una refutación al discurso de la superioridad y una prueba irrefutable de que la grandeza de México reside en su capacidad para triunfar a pesar de la adversidad.

Jalisco no solo es un estado orgulloso, es un modelo de lo que la nación mexicana puede lograr. Su resiliencia es nuestra mejor respuesta a quienes buscan subestimarnos, y su nombre, por derecho propio, se ha convertido en sinónimo del orgullo de México.


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