México tiene una larga historia de movimientos sociales de oposición al gobierno y de personajes varios que las han encabezado. Las demandas han sido de diversa naturaleza: tierras y reforma agraria, libertad a los presos políticos, democratización de las instituciones, un sistema electoral confiable, mejores condiciones laborales, alto a la represión y a la guerra sucia, mejor redistribución de los recursos públicos, defensa de nuestra soberanía, derechos y participación política para las mujeres y la comunidad LGBTQI+, libertad de expresión, ampliación de los derechos sindicales, reconocimiento a las comunidades indígenas, combate a los intereses extractivos extranjeros, legalización de partidos políticos de izquierda.
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Las oposiciones al gobierno no solamente han sido contra los regímenes priistas o panistas, sino también aparecen contra el gobierno morenista de la 4T.
A partir del fenómeno histórico de las oposiciones mexicanas podemos realizar un breve recorrido por sus principales actores para darnos cuenta de las diferencias cualitativas entre la actual oposición al gobierno de Morena y las que se dieron contra las administraciones del PRI y del PAN.
Hoy no espanta la existencia de la oposición, lo que preocupa es el bajísimo y violentísimo nivel discursivo caracterizado por un clasismo, racismo, homofobia y misoginia, así como sus llamados a la violencia tanto física como verbal que muy rápidamente han sido normalizados.
Esta oposición aglutinada en las derechas y extremas derechas presume un profundo desconocimiento de la historia reciente de nuestro país, y una famélica formación intelectual y académica que se refleja con claridad en los decires de sus principales figuras, a saber: Lilly Téllez, Alejando Moreno, Carlos Alazraki, Jorge Romero, Ricardo Salinas Pliego, Kenia López Rabadán, Claudio X. González, Vicente Fox, Felipe Calderón, Jesús Zambrano, Marko Cortés.
Su gran grito de lucha es pedirle al gobierno de Donald Trump que invada México, además de colgarse de la Generación Z y de los agricultores quiénes no le hace el caldo gordo.
Es una oposición sin bandera, sin rumbo, sin propuestas, modelada por el oportunismo coyuntural propio de cualquier ejercicio de gobierno.
Desde luego, la oposición en décadas anteriores también se encontraba enojada con el gobierno como sucede hoy, lo enfrentaba y lo criticaba, no obstante, aquella oposición tenía mayor estatura frente al poder. Mayor claridad de ideas y de proyectos de nación.
Para no retroceder tanto en el tiempo menciono a Valentín Campa, Demetrio Vallejo, Rosario Ibarra, Heberto Castillo, Esther Chapa, David Alfaro Siqueiros, Carlos Castillo Peraza, Othón Salazar, Rubén Jaramillo, Salvador Nava figuras con una claridad intelectual suficientemente robusta para poner sobre la mesa soluciones viables para resolver la multiplicidad de problemas en nuestro país.
Era una oposición alejada de la violencia discursiva y con un amplio apoyo popular. Fue una oposición cuyas banderas de lucha se fusionaban con las demandas ciudadanas.
Aquella oposición consiguió materializar hartos derechos exigidos al gobierno para la población en general, derechos que sin importar el espectro político donde las personas se encontraran, la sociedad los fue disfrutando en la medida que se conseguían.
Estoy cierto que el respaldo que fue obteniendo los movimientos opositores al PRI y PAN durante varias décadas se debió a la claridad de sus demandas y a las consistencias intelectuales para plantearlas, y eso, a querer o no, le hace falta a la actual oposición en México.
@contodoytriques