Carlos Martínez Macías*
Desde 2003 cuando realicé en Notisistema el reportaje “Tlajomulco, pastel de tierra”, advertí del caos que se avecinaba para ese municipio.
La corrupción galopante que caracterizó a las administraciones municipales, propició la proliferación de decenas de fraccionamientos en condiciones inhumanas.
Desde “monstruos” de casas “huevito” como Chulavista y Santa Fe, hasta desarrollos de lujo sin agua o impactados por la vialidad a vuelta de rueda de la avenida López Mateos.
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Miles de viviendas fueron abandonadas y se convirtieron en guaridas de bandas o “casas de seguridad” del crimen organizado. Un ejemplo de ello es Lomas del Mirador, donde más de mil departamentos de la etapa 15 tendrán que ser demolidos porque nunca contarán con servicios públicos.
En ese complejo ambiente de gente molesta y defraudada por gobiernos abusivos, no fue extraño que Enrique Alfaro ganara la alcaldía con un discurso fuerte y agresivo contra gobiernos priístas y panistas que permitieron tantos abusos.
Convertido en “bastión” de Movimiento Ciudadano desde 2010 (aunque Alfaro ganó por el PRD, luego MC no ha perdido ninguna elección), lo que ha sucedido después es digno de análisis.
Tlajomulco conflictivo
Si bien los gobiernos naranjas han protegido su feudo y el gobierno estatal prometió y consiguió encauzar la Línea 4 para ese municipio, Tlajomulco de Zúñiga, es, con mucho, uno de los más conflictivos de la zona metropolitana de Guadalajara.
La inseguridad, el narcotráfico, el robo de combustible y sobre todo las fosas clandestinas, son el panorama que padece este municipio al sur del área conurbada.
Es el sitio de la ciudad donde más laboratorios de fabricación de drogas sintéticas se han desmantelado, incluida la pavorosa fábrica ubicada en el Rancho Villarreal, donde en 2012 aseguraron unas 15 toneladas de metanfetaminas que en el mercado alcanzaban un costo de cinco mil millones de dólares.
Tlajomulco saltó también a la luz cuando al inicio del gobierno de López Obrador, éste desató un combate contra el tráfico de combustibles, conocido popularmente como huachicol y fue en este sitio donde localizaron el mayor número de “ordeñas” de ductos de Pemex y una red de venta de gasolina robada.
También se ha detectado el lavado de dinero como una de las actividades más frecuentes en la zona. Fraccionamientos exclusivos, plazas comerciales y ranchos ganaderos, figuran en las inversiones.
Pero en los años recientes, se ha destacado por la proliferación de fosas clandestinas con decenas de cuerpos, que han contribuido a acrecentar el fenómeno de los desaparecidos, con más de 15 mil según cifras oficiales y más de 18 mil según organizaciones de la sociedad civil.
De acuerdo con datos de la Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas, de diciembre de 2018 hasta abril pasado, se habían localizado 136 fosas clandestinas en el estado. De este gran total, 61 fueron localizadas en Tlajomulco, 19 en Zapopan y 15 en Tlaquepaque.
En las fosas fueron hallados mil 559 cuerpos y 556, es decir un 35 por ciento, correspondía a los encontrados en Tlajomulco.
Tan solo la semana pasada fue localizada una nueva fosa en el municipio en la colonia Lomas de San Agustín, donde extraoficialmente se sabe que se han extraído al menos 100 bolsas con restos humanos.
Según datos del gobierno federal, de 2006 a la fecha, se descubrieron 303 fosas clandestinas en Jalisco y 76 de ellas, una cuarta parte, se concentraron en Tlajomulco.
En 2020, fue localizado el mayor cementerio clandestino en El Salto, con 134 personas; pero en Tlajomulco, en dos fosas de los fraccionamientos Mirador I y II, se encontraron 164 personas.
Pese a este ambiente de inseguridad enrarecido y de ser el municipio un territorio minado, el movimiento naranja en Tlajomulco de Zúñiga ya prepara a una candidata para la alcaldía y todavía se da el lujo de subir al ruedo a un aspirante a la gubernatura.
Lo invito a que me lea, escuche y vea en www.paraleloveinte.com
*Fuente: Columna publicada en Milenio