En medio del golpeteo norteamericano, la brutal actuación de los carteles de la droga y la actividad impune de los grupos de interés, además de la disparatada Reforma Judicial, aparece de pronto un fenómeno engrandecido por los medios de comunicación, un personaje cercano a Adán Augusto con una orden de detención internacional, por su participación con un grupo delincuencial en Tabasco.
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De pronto Adán Augusto es el villano favorito, comparado con Felipe Calderón. Si bien siempre supimos que es un personaje tramposo y codicioso, que ha hecho un gran capital con los negocios públicos, no se le había dado la dimensión de personaje histórico, que de pronto adquiere y como magia desaparecen de la discusión pública Trump, la crisis financiera, la mal llamada Reforma Judicial y la violencia.
Como por arte de magia se deja de cuestionar al gobierno, sus errores, contradicciones e inseguridades y aparece el personaje principal, el líder de los senadores del movimiento de López Obrador. La discusión es si se esconde o si se cae del liderazgo.
Obviamente quien denunció al incondicional de Adán, es el grupo contrario y lo más raro es que quien dio a conocer la persecución internacional del personaje sea un comandante militar, cuando se supone que quien tiene la facultad de perseguir el delito es el Fiscal General de la República.
Todo tiene características de manipulación, aunque quien tira la piedra esconde la mano. La manipulación se presenta en toda su potencia. Los grupos de interés de la corriente de Morena se fraccionan cada día más y corren por el camino de la confrontación, que puede dejar innumerables saldos.
Sin embargo, el propósito principal de distraer la opinión pública lo lograron, la especulación se borda en todos sentidos y todos hablamos de Adán Augusto y sus malas compañías y recordamos como financió su precampaña a la Presidencia con recursos ilegales, obtenidos por sus incondicionales a través de favores y contratos que en algunos casos los pagaron con la vida, como el empresario al que le dinamitaron el avión al despegar del aeropuerto de Veracruz.
Y sin embargo Adán Augusto no deja de ser un personaje secundario, aunque sea de los eficientes operadores de López Obrador, su imagen y su conducta no dejan mucho espacio para promoverlo, antes bien es de los que nos sigue extrañando como llegaron a ese nivel dentro de la Administración Pública Federal, y como gobernador de un Estado como Tabasco, a la vez que crearon una red de intereses, sin tener la estatura que se les otorga, mucho menos del momento crítico en que se desenvuelven.
Solo destacan sus maniobras para violentar y las malas mañas para imponer personajes oscuros.
Y si la historia los recuerda a él y sus congéneres, habrá de ser por como atentaron contra la democracia y agredieron los pilares republicanos, sin escatimar recursos ilegales ni maniobras de mala fe.
En la historia de un país que ha evolucionado lenta pero positivamente, de pronto aparecen como referente de los antivalores. En tanto el gobierno federal que debiera actuar como líder, se dedica a atacar fantasmas y espantapájaros.