Uno de los temas que más inquietudes genera en la sociedad de los últimos años, es el avance de la tecnología, en especial en las vertientes de comunicación y la formación y desarrollo de la inteligencia humana, contra lo que se ha denominado la inteligencia artificial.
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En lo que pareciera una paradoja, conforme se avanza en tecnología al parecer se pierde en inteligencia humana, los educadores en especial, afirman que la tecnología al facilitar las tareas individuales, en especial de memoria y razonamiento, perdemos habilidades que se trasmiten a los instrumentos tecnológicos.
El caso que se utiliza como lugar común es el uso de la comunicación, en que cada vez el cerebro humano se esfuerza menos por razonar y procesar la información, en sus diferentes espacios y niveles, lo que provoca una especie de pereza mental en el individuo.
Otro factor que preocupa a los estudiosos es el aislamiento que se genera en las personas, en lo individual al dejar de actuar con los demás de manera interactiva y se registra con mayor claridad en la convivencia familiar, en que se va perdiendo al parecer la capacidad de intercambiar ideas, emociones, razonamientos, llevándonos a una especie de uniformación de criterios y de información, que facilita la manipulación de quienes controlan los medios de comunicación social, llámense tradicionalmente electrónicos o redes.
También la manipulación de las voluntades, llámense mercantiles o políticas, se lleva mediante esquemas de manejo de la inteligencia artificial, mediante la cual se manipulan emociones y razonamientos, que se encaminan hacia los intereses de quienes pretenden el dominio del mercado, de bienes o de los votos para elegir gobiernos.
A partir de las elecciones de la última década en el mundo, se ha insistido en la manipulación electoral, no solamente a través de supuestas trampas de los sistemas cibernéticos, sino de la manipulación de la información, formando criterios que favorecen a determinadas personalidades y por lo tanto de intereses específicos.
Así vemos que, en las democracias más avanzadas, los partidos se niegan a reconocer el triunfo del oponente, alegando trampa, desvirtuando desde el ángulo de quien protesta, la realidad, para afectar un resultado imparcial de un proceso electoral y por lo tanto la voluntad de los electores.
Lo que significa que de alguna manera estamos en una etapa regresiva hacia un primitivismo humano y social.
Es evidente que el mundo camina hacia la desconfianza, perdiendo el sentido de los criterios de la buena fe y creer que los demás actúan pensando positivamente y no en el afán de provecharse de los demás, mediante la trampa y el abuso.
De tal manera que, si el supuesto de la pérdida de la inteligencia humana en manos de la tecnología no fuera una apreciación exacta, sí estamos ante la pérdida de un valor básico de las sociedades, partir de la confianza y la credibilidad, de que los demás actúan con buena intención.
Así algo se va perdiendo en el camino, solo esperamos que esta sea solo una etapa de desconcierto, generada por la incertidumbre de los caminos nuevos de la humanidad.