Resulta risible creer que un evento oficial, como fue la inauguración de la presa El Zapotillo, sería utilizado por la presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo, y el presidente Andrés Manuel López Obrador para dirimir el conflicto electoral que se vive en Jalisco por la gubernatura y por la presidencia municipal de Guadalajara.
En medio abucheos y recordatorios de mentadas de madre fue recibido el gobernador de Jalisco @EnriqueAlfaroR durante el evento previo a la inauguración oficial de la presa El Zapotillo. Intervinieron AMLO y @Claudiashein para defenderlo pic.twitter.com/J4UIWIyMZC
— Gloria Reza (@GloReza) August 17, 2024
Así como el que se diga que no acudieron los excandidatos Claudia Delgadillo y José María Martínez, de Morena, y Jesús Pablo Lemus y Verónica Delgadillo, de Movimiento Ciudadano, porque así se “negoció” en Palacio Nacional.
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Simple y sencillamente la elección a gobernador y a la presidencia municipal de Guadalajara, así como la impugnación de ambos procesos, no eran temas de la visita doblemente presidencial.
Ni siquiera había motivos para esperar que Sheinbaum y López Obrador se refirieran a ellos, no obstante que el gobernador Enrique Alfaro Ramírez intencional e indirectamente deslizó el tema en su intervención azuzando a los morenistas presentes, tras los abucheos y gritos en contra de los que fue objeto por la multitud ahí reunida, ante los intentos de sus seguidores por acallarlos con un “¡Gobernador! ¡Gobernador! ¡Gobernador…!”.
Pero los abucheos y gritos en su contra retumbaron con mayor fuerza, tanto, que Sheinbaum Pardo y López Obrador tuvieron que ponerse de pie, ir hasta donde estaba el micrófono y el gobernador, salir en su defensa y pedir que le permitieran hablar, dejando mal parado al Mandatario estatal quien no dejaba de sudar ni podía borrar la sonrisa nerviosa que se dibujó en su rostro hasta que por fin lo dejaron hablar.
Incluso, Beatriz Gutiérrez Müller, esposa de Andrés Manuel, hizo con señas y “manoteando” intentos infructuosos por callar a los “gritones”.
De todo esto, ahí están los videos circulando en las redes sociales, como prueba fehaciente de lo sucedido la tarde del sábado.
De antemano se sabía que morenistas y emecistas llevarían a su gente a cumplir con el papel que les habían asignado -y seguramente eso era del conocimiento de los organizadores y responsables del evento, tanto de la Presidencia de la República como del Gobierno del Estado-.
Pero también estuvieron presentes habitantes de Temacapulín, Acasico y Palmarejo, que no olvidan que, en su momento, Alfaro Ramírez apoyó la construcción de la presa aún y cuando estaba de por medio la inundación de estos tres poblados.
¿Será que los vecinos de estas poblaciones se quedaron callados o fueron de los muchos que gritaron en contra de Alfaro?
Por cierto, se notó que desde las nueve de la mañana -el evento era a las 14:00 hrs- ya estaba en el lugar el emecista Eduardo Lomelí y un numeroso grupo de simpatizantes de Guadalajara ocupando las sillas que, aseguran, estaban destinadas para los habitantes de los tres poblados.
También con antelación se supo que los grandes ausentes en este evento serían los protagonistas de la controversia electoral: Claudia Delgadillo y “Chema” Martínez, así como Jesús Pablo Lemus y Verónica Delgadillo.
Por eso Lemus reculó en su intento por encontrarse con la presidenta electa en Temacapulín, pues inicialmente declaró que era buena oportunidad para buscar entrevistarse con ella, pero luego fue obligado a decir que no era el mejor momento para ello.
Y es que si la presidenta Sheinbaum Pardo ya había declarado en dos ocasiones que no recibiría a Lemus hasta que la Sala Superior del Tribunal Electoral resolviera la impugnación y definiera si lo ratificaba como ganador o anulaba la elección, no se iba a prestar a hacerlo en tierras jaliscienses y, mucho menos, iba a partidizar un evento oficial no tanto de ella, sino del presidente López Obrador.
Pero quien sí lo hizo fue el gobernador Alfaro, quien recordando la elección del 2006 que perdió López Obrador con Felipe Calderón -y olvidándose de la del 2012 en la que traicionó a Andrés Manuel, siendo su aliado, por apoyar a la panista Josefina Vázquez Mota-, declaró:
“Hace muchos años, cuando algunos de los que hoy se quieren rasgar las vestiduras defendiendo proyectos a los que en aquel entonces atacaban y denostaban (…); cuando pude acompañarlo, durmiendo en el Zócalo para defender al país de un fraude electoral de a de veras, no de mentiras…”.
¿Qué pensó en este momento la presidenta electa, al escuchar las palabras de Alfaro, a quien dicen culpa de haberle “machado” la elección en Jalisco? Sólo ella sabe.
Valga decir entre paréntesis que no hay prueba alguna, ni siquiera presentada por él mismo, de que Alfaro haya “dormido” en aquella “toma” de la avenida Reforma para defender el presunto fraude esgrimido por el obradorismo. O al menos nunca se hizo pública ninguna prueba de eso.
Reitero: La inauguración de la presa El Zapotillo fue una ceremonia oficial encabezado por el presidente López Obrador y el gobernador Alfaro Ramírez, al que asistió como invitada especial la presidenta electa Sheinbaum Pardo, por lo cual no había motivo para convertirlo en un evento electoral o partidista y por eso no se invitó a él ni a Delgadillo González ni a Lemus Navarro. Ambos nada tenían que hacer ahí. O más bien, estaban obligados a no asistir por el conflicto electoral que ambos enfrentan ante los tribunales.
Con esto queda confirmado que ni López Obrador ni Sheinbaum Pardo reconocen a Jesús Pablo Lemus como “gobernador electo”, y que al ser la última visita de Andrés Manuel a Jalisco antes de entregar la banda presidencial, también se queda en el “limbo” el reclamo que el gobernador hizo por el recorte de dos mil millones de pesos del presupuesto federal al estado y del que, por cierto, el sábado no dijo ni una palabra.
Y también queda claro que difícilmente Sheinbaum Pardo se reunirá con Enrique Alfaro si, como se dice en su círculo cercano, lo responsabiliza de haberle “manchado” la elección.
Porque valga registrar que ser la primera, antes que López Obrador, que salió en defensa del gobernador para que lo dejaran hablar, lleva un “mensaje” -si no es que hasta “jiribilla”- político que no precisamente es de simpatía.