En menos de 15 días, el gobernador Enrique Alfaro Ramírez confesó algo que no es cosa menor, que no puede pasar desapercibido y que podría tener serias consecuencias para Jalisco en los últimos cuatro meses que restan de su administración: Que es ignorado por el presidente Andrés Manuel López Obrador y por la futura presidenta Claudia Sheinbaum Pardo. Ninguno lo toma en cuenta.
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Las incognitas del nuevo gobierno federal
Hace once días, 24 horas después de reunirse con la secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde, allá en Bucareli, el gobernador Enrique Alfaro declaró a los reporteros que los temas tratados con la virtual próxima dirigente nacional de Morena ya los había abordado con el propio presidente López Obrador -no especificó cuándo-, pero es fecha que no recibe respuesta de Palacio Nacional a sus planteamientos, particularmente el de la restitución de 2 mil millones de pesos del presupuesto federal que le recortaron a Jalisco.
“Son los temas que yo había platicado con el presidente; es decir, no llevamos nada nuevo, fuimos a retomar los asuntos que ya se habían platicado, que ya se habían perfilado y que no se han resuelto para Jalisco (…). No existe una explicación técnica de cómo a otros estados sí los apoyan, por ejemplo, en desastres naturales y a Jalisco ni un peso; eso no tiene una explicación técnica ni financiera, me parece política y fue lo que le expuse yo también a la secretaria (Alcalde), porque en realidad ese tema ya lo había platicado con el Presidente”, dijo textualmente Alfaro Ramírez.
Luego, tras la declaración de Claudia Sheinbaum de que no se reuniría con Alfaro Ramírez hasta que los tribunales resuelvan lo conducente a la elección por la gubernatura impugnada por Morena, el gobernador jalisciense confesó que desde que la virtual presidenta fue declarada ganadora de la elección no ha tenido contacto alguno con ella.
“Yo no he tenido comunicación con la presidenta electa, sus razones tendrá. El día que quiera que platiquemos, estaré a sus órdenes. Espero que la doctora Sheinbaum entienda que eso no puede seguir así y que pronto se establezca una comunicación institucional y respetuosa…”.
Las dudas
- ¿Por qué el presidente López Obrador y su próxima sucesora, Sheinbaum Pardo, no quieren tener relación o contacto alguno con el gobernador de Jalisco?
- ¿De veras será sólo por razones electorales ante una elección impugnada, que no quieren tratar tema alguno con él?
- ¿Será, acaso, que en Palacio Nacional consideraron que el cierre de la administración federal es buen momento para terminar de “cobrarle” facturas pendientes por la conducta “rebelde” que mantuvo durante los primeros dos años del sexenio?
- ¿Será que la virtual presidenta de la República no quiere tener relación oficial alguna con él para tratar asuntos de gobierno, más allá de aquella visita que le hizo por protocolo a Casa Jalisco como candidata presidencial?
- ¿Será, quizás, que López Obrador considera que ya no tiene razón alguna atender al gobernador que osó retarlo desde la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres cuando apenas era gobernador electo; que se atrevió a enfrentársele públicamente; que no tembló para aliarse a otros gobernadores que como él se manifestaron abiertamente antiobradoristas?
- ¿Será que Andrés Manuel no olvida aquella declaración que Alfaro le hizo a Loret de Mola en el patio del Instituto Cultural Cabañas de que él no votaría a favor de la ratificación de mandato al que convocó el presidente?
- Sí, próximamente estará en Jalisco y quizás lo acompañe Claudia Sheinbaum -o tal vez no quiera hacerlo-, pero ¿atenderán los reclamos del gobernador o harán una visita de “pisa y corre”, como esa que popularmente dicen que son visitas “de doctor”? Ya lo veremos.
- Y Claudia Shienbaum, ¿por qué no quiere reunirse con él?
- ¿Quizás porque nunca estuvo de acuerdo con la conducta que mantuvo con el presidente López Obrador?
- ¿Será porque lo considera un verdadero adversario de la Cuarta Transformación?
- ¿O simplemente porque considera ocioso hacerlo con quien sólo coincidirá 66 días en el gobierno y que, por tanto nada o poco tiene qué tratar con él?
Creo que podríamos hacer una larga lista de “supuestos” que podrían explicar por qué el presidente de la República ya no atiende las peticiones de Alfaro.
Ya veremos, pues, si en los dos meses que quedan del gobierno obradorista hay un cambio de actitud hacia el gobernador jalisciense y si en estos dos meses o en los otros dos en los que coincidirán como gobernantes, Sheinbaum Pardo decide retirarle el “castigo”. Porque, la verdad, eso parece: un castigo. ¿Por qué? Creo que sólo ellos lo saben.
Y si no, al tiempo…