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Con la muerte de Enrique Alfaro nos hemos vuelto a encontrar con eventos sin comprender cabalmente, aun por sus protagonistas.

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Alfaro después de ser líder estudiantil pasó a ser funcionario de la Universidad, de la Dirección de la recién creada Preparatoria cuatro pasó a la Dirección de Preparatorias, de ahí a la Secretaría General y finalmente a la Rectoría.

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Desde su creación la Universidad quedó en medio de contradicciones ideológicas, de facciones políticas y de procesos inacabados de definición de país.

Creada inicialmente por grupos locales de izquierda, encabezados por José Guadalupe Zuno, Silvano Barba González y Enrique Díaz de León, en la década de los treinta quedó inscrita en el movimiento socialista de Lázaro Cárdenas, del que Silvano Barba fue personaje importante.

El siguiente paso fue la creación de la organización estudiantil llamada FESO, por Natalio Vázquez Pallares bajo la sombre de Cárdenas.

Fue por definición una organización estudiantil de corte populista, que embonó con la naciente Universidad en concesiones exageradas a los estudiantes. Se les otorgó paridad de representación en los consejos de escuela y en El Consejo General Universitario, también se creó la Casa del Estudiante.

En paralelo se daba la lucha de quienes se oponían al control de la educación por el Estado como una premisa socialista. Tal fue el caso de Vasconcelos y Manuel Gómez Morín, hasta formar el modelo de la UNAM, con conceptos como la Autonomía y la Libertad de Cátedra.

Los efectos fueron de impacto en distintos sectores y con diferentes significados, como otorgar la incorporación a la Universidad Autónoma de Guadalajara con tendencias religiosas radicales.

Por su parte la Universidad local sufría los ajustes derivados de las facciones familiares que se crearon en el entorno de los gobernadores.

En la década de los cincuenta desaparece el FESO y el interés por controlar el organismo estudiantil sucesor enfrentó a los hijos de Guadalupe Zuno con Carlos Ramírez hijo del exgobernador Margarito
Ramírez y a Jesús González Cortázar, hijo del exgobernador Jesús González Gallo. La etapa se definió con el control de la FEG por Carlos Ramírez.

En la década de los sesenta la tensión continuó y se mezcló con tensiones nacionales, además de la de los países del primer mundo, como la rebelión de estudiantes en Francia y la aparición de corrientes acifistas como el hipismo.

Había además una fuerte polarización en el país, generada por el gobierno autocrático de Gustavo Díaz
Ordaz, que ante la virulencia de grupos opositores cerró la posibilidad de abrir válvulas para relajar la presión social, sobre todo ante la rebeldía y la inconformidad de los jóvenes, encabezados por grupos estudiantiles.

El gobierno de Jalisco, en ese momento encabezado por Francisco Medina Ascencio y la Universidad de Guadalajara con la rectoría de Ignacio Maciel Salcedo, quedaron atrapados entre las tensiones, que estaban lejos de ser controladas por los líderes locales y que en la ciudad de México desembocaron en la masacre de Tlatelolco, del dos de octubre de 1968.

En ese entorno Enrique Alfaro fue el representante estudiantil de la Universidad, en medio de las presiones de un gobierno dictatorial que mantenía la amenaza de cerrar escuelas y congelar presupuestos, que en una visión delirante veía como enemigos a quienes no aprobaban sus decisiones arbitrarias.

Mantuve con Alfaro una relación de amistad hasta su enfermedad. Era abierto y directo, generoso, con don de gentes y finura de trato. Hombre culto y conocedor del arte. No le pregunté sobre su juicio de los eventos del sesenta y ocho, me arrepiento de no haberlo hecho, pienso que se vio arrastrado por los hechos y las circunstancias.


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Andres Gomez Rosales

por Andrés Gómez

Abogado, profesor, asesor de comunicación y de seguridad pública, así como columnista de diversos medios impresos y digitales.

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