La representación de la contienda política está en marcha, más allá de los buenos, los malos y los regulares, la aspiración de partidos políticos, candidatos y estructuras de poder exhiben músculo como marca la tradición: clichés, eslogan, discursos, bardas, camisetas, despensas y todo tipo de aventura a la Babel Jalisciense, aunque por el momento solo sea la elección federal.
La fiesta democrática tiene invitados vip: cámaras empresariales, SCJN, mexicanos litigantes a favor de la corrupción, IFAI, consultoras de imagen, encuestadoras, asociaciones, gobiernos y especialistas que saben o creen saber sobre las particularidades del mercado político.
Cabe hacer mención especial a la destacada participación de filántropos patrocinadores de recursos financieros, cuya generosidad informal se agradece.
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Festín democrático
El festín de la democracia debe ser serio y aunque el INE “no se toca” y las internas de los partidos menos, ante los resultados por venir, la duda, la sospecha, algo que en estricto sentido nos es familiar, se propaga por el rumor de la incertidumbre acusatoria sobre la ilegitimidad de los procesos.
Los interlocutores mediáticos aumentarán la intensidad paulatinamente, estos juegan un papel estelar desde los medios tradicionales y no, de ellos es notoria la pulverización, descredito y ataque de oponentes, expandiendo e inventando el debate favorable a la clientela de aquellos con quienes obtendrán jugosas ganancias.
El voto corporativo y pequeños segmentos ciudadanos, se preparan para tomar participación en la contienda, alguien tiene que hacer la chamba: votar, cuidar urnas, vestir mítines y pintar bardas a la búsqueda de una pequeña porción de pastel, para todos o casi para todos alcanza, al menos es la creencia o el imaginario.
La representación invasora de todos los espacios comienza a permear paulatinamente, lo objetivo es aquello que ya vemos física y temporalmente en las calles, bardas de colores, espectaculares, videos, la red social, la entrevista, el aparente análisis, el eslogan, etc., lo concreto invasivo se va convirtiendo en deseo y sentimiento.
La ideología va perdiendo sentido, lo imperante es el triunfo. Se instala la imagología, el deseo aunado a la habilidad psicológica de los expertos que exploran y explotan las necesidades interiores, inventando escenarios desde narrativas que apelan al instinto, creando confusión y alteración de la percepción.
Dentro de los matices de la representación no pueden faltar los volubles, incrédulos y amargados que desconfían de la benevolencia y las buenas costumbres, y aunque no son bienvenidos, comienzan a generar tremendas escaramuzas en la sobremesa y hasta puede ser que cuestionen la participación de la Luz del Mundo, sectas derechistas, alguna invasión del imperio o de seres de otro planeta.
Desde la reinterpretación del mundo de las ideas y de la historia, sobrarán visiones, dos de ellas quedaran inescrutables, nos hablaran de energías renovables, crecimiento del PIB, superdesarrollo tecnológico, igualdad, movilidad, justicia, aquellos que duermen en la calle, los que desaparecen mágicamente, las víctimas de violencia y desempleo.
Las grandes propuestas no faltarán: comediantes, actrices, futbolistas y payasos, ¿qué les parece cuando ya estén elegidos los candidatos de nuestra región tequilera, invitemos a peso pluma al cierre de campañas en la plaza tapatía, faltaba más, nos pertenece, es nuestro orgullo zapopano, si Coahuila puede, nosotros porque no?