Aunque el gobernador informó que el nuevo protocolo de seguridad para búsquedas se presentará este martes, algunos colectivos no quedaron satisfechos con el mismo, ya que consideran que atendió más bien temas de forma, más que de fondo.
De cualquier manera, las 14 agrupaciones que participaron en los trabajos previos para la elaboración del modelo simplemente aplicaron la lógica de que, de lo perdido, lo que aparezca.
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Un borrador del documento de 39 páginas en poder de este columnista, denominado “Protocolo de Seguridad en Búsquedas de Campo”, establece los criterios transversales, marco jurídico, objetivo del protocolo, políticas de operación, conceptos, directrices de búsqueda y consideraciones finales.
Destaca, por ejemplo, la prevención, que implica la revisión previa del sitio donde se realizará una búsqueda, con el empleo de tecnología y hasta drones para detectar la posible presencia de explosivos. También se coloca perímetro para evitar que se interfiera con las labores de campo, un primer respondiente y define la forma como se recibirán las denuncias.
El protocolo advierte sobre los riesgos que pudiera haber en un lugar, como la presencia de explosivos. Para ello, enumera una serie de señales, como zonas con objetos que no forman parte del paisaje; terreno irregular con montículos o hundimientos; color de vegetación alterada por plantas secas y si hay un campo minado de cierta antigüedad, recomienda observar pequeñas depresiones sobre las minas donde el terreno, antes suelto, se ha asentado tras las lluvias.
Pero el manual también le agrega su toque científico y matemático a la exposición y evaluación del riesgo. Por eso define los parámetros de Amenaza (A), Vulnerabilidad (V) y Capacidad (C), donde concluye que A se potencia con V y el resultado se controla con C, por lo que es posible expresar matemáticamente el análisis de riesgo con la siguiente fórmula: AR= (A) (V) /(C).
Según el modelo, se le otorgan valores a una serie de indicadores como tiempo y territorio, para luego encontrar el nivel de amenaza en ponderaciones reflejadas en otra ecuación todavía más compleja: P= N-r+1 (sobre) ∑(N-r+1).
En los planes de acción, el protocolo marca las directrices para la participación de las familias en las tareas de búsqueda.
Tienen ante todo que seguir la orientación de quien ejerce el mando para evitar la contaminación de la escena del crimen, contar con capacitación previa y acudir con ropa, zapatos, cubrebocas, gorra y lentes adecuados. Deben evitar poner alimentos o hacer un “tendido” (sic) de comida.
Por cuestiones de seguridad se cancela salir del polígono durante la búsqueda (tienda, entrar a casas al sanitario), así como retirarse del lugar; para acompañar a alguna persona al sanitario, se designará personal específico. En caso de un hallazgo positivo, queda prohibido transmitir en vivo, tomar fotografías, por cuestiones de seguridad y derechos de las víctimas localizadas sin vida.
Después de la búsqueda, los peritos forenses se harán cargo del lugar y familiares e integrantes de colectivos, podrán observar en forma respetuosa los trabajos del personal especializado.
Integrantes de colectivos consultados me refirieron que avalaron el protocolo por la necesidad de que regresen las búsquedas. Pero señalan que este documento solamente se refiere a la seguridad en las tareas de campo y no atiende el fondo del problema
Por ejemplo, la carencia de personal en la Comisión Estatal de Búsqueda, o el rezago en el Instituto Jalisciense de Ciencias Forenses donde hay unos cinco mil restos por identificar.
Tan solo en las primeras cinco de las siete fosas halladas en Brisas de La Primavera ya encontraron 55 bolsas con restos humanos y el personal decidió ya no seguir escarbando porque no pueden con tanto trabajo.
En ese sitio, hay la sospecha de que exista un auténtico cementerio.
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