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Calaveras para conocidos, amigos y políticos

Calaveras para conocidos, amigos y políticos
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Las calaveras son poemas cortos y humorísticos, típicos de la celebración mexicana del Día de Muertos, que satiriza a personajes conocidos, amigos o familiares, y hasta políticos, representándolos en situaciones imaginarias con la Muerte, por lo que no podían faltar unas hechas por Memo.

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– Compañero, lo veo muy afanado. ¿Qué está haciendo? -pregunta Juan a Memo.

-No me hables al tiro -Memo le responde-, estoy terminando las calaveras de este año.

-¡No me digas que ahora resultaste hasta poeta! -exclama Juan, esbozando una sonrisa.

-Nomás pa’ que te ilustres, pon atención a la tuya -dice Memo.

-A ver -comenta Juan con curiosidad.

-Estaba Juan muy orondo
terminando un edificio,
cuando le llamó la muerte
y le dijo, voz en cuello,
“Juan, tú ya no tienes remedio 
ya se te olvido el oficio,
agárrate la cuchara
y sin dilación te vas
al infierno sin suplicio”.

-¡Ah caramba! -exclamó sorprendido Juan- ¿Y a quién más le dedicaste tus calaveras?

-Al PRI, allí te va.  

-Nunca hubo mejor partido, 
lleno de buenas ideas, 
con gente muy distinguida.
Hubo paz y apoyo 
a los más desprotegidos.
Educación, salud y empleo 
fueron temas preferidos.
Hubo paz, floreció la economía; 
México prosperó,
hasta que, de oportunistas 
el PRI casi se llenó.
Ahora, su cuerpo yerto,
envuelto en su tricolor bandera, 
yace, lamentablemente muerto.

-¡Ándale! -comenta Juan, rascándose la cabeza.

-Allí te va la de Trump.

-Andaba muy afanado, 
el güero por los panteones. 
El Force One no paraba: 
Moscú, París y Londres. 
El premio Nobel pensaba 
que en la bolsa lo traía,
pero para su infortunio, 
Corina ya lo tenía. 
Como díscolo que era, 
a todos amenazaba. 
Subir los aranceles,
fue su tema preferido, 
hasta que llegó la muerte,
susurrándole al oído:
“Pues serás muy influyente 
en el mundo de los vivos,
pero aquí te la pelaste, 
mi güerito desabrido.
Ponte de madera el traje, 
que ya nos vamos de viaje”.

-Estás grueso, ya metido en gastos -pregunta Juan-, ¿a quién más enterraste?

-A EL INFORMADOR -ilustra Memo.

-¡Vóytelas! No tienes carta aborrecida.

-Cuatro generaciones tiene 
sirviendo a los tapatíos,
de Don Jesús a Juan Carlos,
han pasado muchos años.
De primaveras hermosas, 
a algunos inviernos fríos, 
las noticias nos llegaron 
sin faltar un solo día.
Hasta que la vieja casona, 
abandonó para siempre, 
y estrenando camposanto, 
se acurrucó con la parca, 
pelando tamaño diente.

-Para concluir -dice Memo-, a los amigos que nos reunimos los viernes en el restaurante “Las Sobrinas de Sabas”.

-Sin previo aviso mediar, 
a los viernes de comida,
en fonda harto conocida,
se apersonó la huesuda.
“Me dicen que aquí se junta un grupito de pelados, 
que entre sus quehaceres tienen criticar al buen gobierno. 
Les vengo a comunicar que, por andar de bocones, 
a cada cual, a su tiempo, 
guardado tiene su espacio,
en el fondo del averno.” 
La calaca marrullera
comenzó a darles la vuelta,
sacando muy bien la cuenta
de cuántos podía llevarse.
“Este me gusta por viejo”, 
dijo para sus adentros.
“Aquel de blancos bigotes,
me late, pues ‘ta grandote.
Los bajitos no los quiero,
no llenan el agujero.
Aquellos que van llegando,
no los encuentro en la lista. 
Mejor, agarro parejo”.
Y sin mayor miramiento,
se cargó a todos ellos,
prometiendo regresar
por los fiambres el Adviento.

*Columna publicada en: Calaveras para conocidos, amigos y políticos


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