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El carácter de un columnista*

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El siete de marzo de 2010, en su columna Don de Gentes, publicada en el diario español El País y titulada “¡No disparen al columnista!”, la escritora y periodista española Elvira Lindo escribió:

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“A los padres de los columnistas les gustaría que sus hijos escribieran sobre las castañeras en noviembre, los temporales en febrero y las catástrofes naturales. Es decir, que lo que les gustaría a muchos de nuestros padres (…) sería que tuviéramos la pericia de escribir cada semana sin tocarle las pelotas a nadie. Los padres quisieran que fueras uno de esos columnistas a los que todo el mundo admira. No comprenden que esos columnistas, si alguna vez los hubo, ya están muertos. Los columnistas vivos están para ser amados por unos y detestados por otros. Y a veces, dependiendo de la semana, los que te amaban pasan a detestarte y los que te detestaban piensan, mira, tampoco era tan tonto…

Elvira Lindo, columnista

“El columnista, el de verdad (…), presiente, como el alacrán, cuándo una columna le va a meter en un lío, pero no puede evitarlo, no puede, es su carácter…

“A veces los lectores se comportan como los padres, con la misma actitud vigilante y severa. Pero hay una diferencia, a los lectores sí que les gusta que te metas en líos, los saborean, ¡con una condición! Que tus opiniones coincidan siempre con las suyas. ¿Debe el columnista ser fiel a una parroquia? Es una tentación muy golosa, porque quien decide ser fiel a los suyos consigue armarse de un ejército de camaradas que le servirá de escudo cuando lleguen los golpes (…). Como lectora prefiero al (columnista) extravagante, incluso aunque no comparta sus opiniones. El extravagante suele ser independiente…”.

Aprovecho este viejo texto, de hace 15 años, de la periodista española para recordar los tiempos idos y confirmar que, pese al paso de los años, la reacción y actitud de los lectores, máxime si tienen un color político como sello, sigue siendo la misma de antaño. No hay cambio en su forma de ver la opinión de los columnistas.

La concepción que tienen de ellos por sus escritos es que son incapaces de tener criterio propio y que todo lo que escriben es porque hay un interés detrás de ellos que los manipula u orienta su opinión.

Recuerdo los tiempos idos, que cuando criticabas a los priistas en el gobierno te señalaban de que eras panista. Cuando a Jalisco llegó la alternancia en 1994 y los panistas arribaron al poder, las críticas en su contra eran porque, entonces, eras priista.

Recientemente, cuando Movimiento Ciudadano irrumpió en Jalisco y llegó al gobierno, si osabas criticarlos era porque el priismo o el panismo estaban detrás de ti.

Cuando Morena llega a la Presidencia de la República y poco a poco se convierte en el principal adversario del emecismo en el estado, entonces los “naranjas” ya no advierten que las críticas en su contra tengan un ingrediente del prianismo, sino acusan que detrás de ellas hay un interés “guinda”, sello del morenismo.

Y dejan ir en tu contra todo su ejército de “bots” y demás “golpeadores” anónimos que reaccionan mecánicamente al unísono, por decir lo menos, porque también desde el poder hacen sentir que son de piel delgada.

En este sentido, tres lustros después, cuánta razón hay aún en aquellas palabras de Elvira Lindo: “Los columnistas vivos están para ser amados por unos y detestados por otros. Y a veces, dependiendo de la semana, los que te amaban pasan a detestarte y los que te detestaban piensan, mira, tampoco era tan tonto…

“El columnista, el de verdad (…), presiente, como el alacrán, cuándo una columna le va a meter en un lío, pero no puede evitarlo, no puede, es su carácter…”.

Y, efectivamente, ese es su carácter. ¡A darle!

*Columna publicada en: https://marcatextos.com/el-caracter-de-un-columnista/


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