Mientras más observo el despliegue público hacia las obras, acciones y actividades del máximo torneo de futbol, menos entiendo por qué se dedican tantos recursos a un evento cuyas repercusiones serán muy diferentes a las esperadas en cuanto a derrama económica y ocupación hotelera.
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Se están haciendo obras de remozamiento en áreas que antes de intervenirse estaban en condiciones medianamente aceptables y con una indudable apropiación ciudadana para recibir en el mejor de los casos un número de visitantes similar al que la FIL recibe cada año.
La historia de los mundiales ha dejado en claro la ausencia de seriedad en la FIFA, por lo que sus cifras prospectadas no se adecúan a la realidad.
Suponer que a un país con crisis de violencia, desapariciones y vinculación de sus gobernantes a grupos criminales acudan más de cinco millones de viajeros resulta un mal chiste, pero nada como los cálculos de 2.5 millones de visitantes que augura el gobierno del Estado para nuestra ciudad.
No son pocos los empresarios y funcionarios públicos que sienten cada día más el ansia del portero ante el penalti, pues los días corren y las fechas se acercan; las apuestas ya están sobre la mesa y al menos en Guadalajara no se han puesto a pensar que la mayor parte de la actividad mundialista se desarrollará en el municipio de Zapopan, pues además de contar con la ubicación del estadio, en el mismo se encuentra también la mayor concentración de hoteles y centros comerciales de mayor calidad. Es muy poco probable que un turista futbolero deje la comodidad de Andares para conocer San Juan de Dios.
Los cálculos del gobierno municipal tapatío de reestructurar la Plaza de la Liberación, el Parque de la Revolución y la Plaza de la República, con un gran valor simbólico la primera y los restantes como espacios sede de actividades sociales significativas, no se pueden articular como una estrategia para dar cabida a un público numeroso o a actividades relacionadas con la justa deportiva; habrá que esperar si las acciones se reducen al remozamiento o implican una visión urbana más trascendente.
Decía el compositor Shostacovich que el futbol es la “Danza de la Humanidad”, también es cierto que no solo el mundo se une por un balón, sino que durante el mundial cada rebote deja millones de pesos a su paso, pero curiosamente la FIFA factura desde antes que suene el silbato, vende a su arbitrio las entradas y todos los demás actores económicos deben esperar a la celebración del torneo y sus resultados para poder hacer un balance.
Para el caso de Guadalajara, el cupo del estadio Guadalajara, antes Akron, no supera los 50 mil espectadores; si se calcula que ningún tapatío asista a los partidos celebrados, difícilmente se tendrán más de 180 mil turistas, esto si ninguno de ellos asistiera a más de un partido.
Si consideramos la variante de que alguien adquiera la serie de los 4 partidos y que el 20% de los asistentes vivan en nuestro estado, la expectativa se reduce a la mitad prácticamente, por lo que no hay ningún sustento lógico para pretender que cuatro partidos de la fase de grupo signifiquen una derrama de 55 mil millones de pesos como pretenden hacernos creer las autoridades.
Por ello que la apuesta es sumamente alta, pues se espera que cada asistente a cada partido gaste casi 300 mil pesos en venir a Guadalajara, sentarse 90 minutos en un estadio, perder tres horas en llegar y celebrar el resultado de un partido que difícilmente definirá las siguientes rondas.
Guadalajara cuenta hoy con una infraestructura hotelera de poco más de 30 mil habitaciones, lo cual augura un caos para los visitantes, pues la construcción de nuevos espacios no se ajusta con la expectativa oficial.
El optimismo exagerado insulta a la inteligencia y esos cálculos son imposibles de materializar, sobre todo si tenemos en cuenta que si asisten 10 mil personas que viven en el AMG, la derrama se reduciría a una comida o cena, en el mejor lugar, mil quinientos pesos por persona, dos cervezas en el estadio, 500 pesos, una botana, 200 pesos, estacionamiento 300 pesos, gasolina y otros gastos 500 pesos, esto multiplicado por cuatro partidos difícilmente alcanzarían los 120 millones de pesos.
Pensar que un aficionado al futbol que sigue a su equipo nacional permanezca en nuestra ciudad los 15 días que median entre el primero y el último partido a celebrarse, es un cálculo exagerado, pues no todos los partidos son del mismo grupo y seguramente quien venga del extranjero, aun con el paquete de cuatro boletos, agotará las experiencias turísticas del estado en no más de una semana y los restantes siete días aprovechará para conocer otras entidades.
En este orden de cosas, las personas que permanezcan en Guadalajara siete días (la estancia promedio es de 3 días), entre los partidos a disputarse, podrían ser alrededor del 15% de los asistentes al estadio; es decir, aproximadamente ocho mil visitantes que gastarían eventualmente 300 dólares diarios entre alimentación, hospedaje y entretenimiento, descontando los souvenirs, a lo que añadimos los gastos de acudir cada partido; o sea, que la derrama sería alrededor de 500 millones de pesos más o menos, cincuenta mil pesos por aficionado.
Para redondear las cifras: Nos quedan alrededor de 30 mil aficionados por partido que vendrán a la ciudad llegando en avión o autobús, es obvio que la derrama para nuestro estado inicia en los andenes, contando los 800 pesos del taxi al hotel, los tres mil pesos de alimentos, una suma igual en bebidas, de dos a cuatro mil pesos en un cuarto de hotel, sus mil pesos de traslado al estadio y otro tanto de regreso, mil 500 pesos en cerveza y botana y pongamos 500 pesos en recuerdos de su visita. Total: 600 dólares y 400 dólares por un día extra, lo cual nos arroja la cantidad de 600 millones por partido y casi 2 mil 500 millones de pesos de impacto total.
Las cifras reales serían muy cercanas a estas, lo que nos arroja un impacto realista con todo el optimismo del mundo en tres mil millones de pesos, una cifra que difícilmente se acerca a la esperanza oficial, cifra que puede incrementarse, ciertamente, si vienen acompañados de personas que no acudirán al estadio.
No hay forma de pretender que el pago de las entradas sea a través de los mecanismos oficiales o de la reventa, pueda contabilizarse como derrama para la ciudad, así como tampoco estamos en aptitud de sumar a esta cuenta los gastos de transportación terrestre y aéreas.
El llamado fan fest, que esperan sea un Disneylandia futbolero para quienes no alcanzaron boleto, puede resumirse en que dupliquen los días de partido. A los 25 mil tapatíos que festejaron en 2021 el triunfo del Atlas, la derrama, que sería dos six adquiridos en una tienda de conveniencia, de 400 pesos, alguna botana o alimento de 200 pesos, pensando en los visitantes nacionales, que serán la mayoría, hablamos de mil 500 millones de pesos.
Y pensando que los visitantes extranjeros, alrededor de 10 mil, gasten el doble y sumamos 2 mil pesos de una noche de hotel, serían 30 o 40 millones de pesos más por partido; es decir, alrededor de 150 a 200 millones de pesos.
Las autoridades municipales de Zapopan hablan de 4 millones de asistentes a este evento; es decir, cuatro veces más de lo que reciben anualmente las Fiestas de Octubre, el evento con máxima convocatoria en nuestro estado, con una duración de un mes.
La celebración de un Mundial de Futbol es un gran acontecimiento, pero recordemos que en nuestra ciudad solo se jugarán 4 partidos de un total de 104, y que las sedes se encuentran distribuidas en 3 países, por lo que las cifras que manejan las autoridades no tienen sustento alguno, pues simplemente del número de turistas esperados alcanza a la población total del área metropolitana.
Ahora bien, temas como movilidad y seguridad han sido manejados hasta el momento con ligereza. Pensar que dos camionetas eléctricas y varios vehículos blindados van a lograr mantener seguros, en orden y bajo control a los miles de fanáticos desbordados es una locura, máxime en el marco de un partido de la selección nacional. El transporte hacia el estado sigue siendo una incógnita y, mientras tanto, operadores de plataforma y taxistas esperan con ansia que no exista un “park-n-ride”.
Para poner en dimensión el optimismo desmesurado de nuestros gobiernos, baste señalar que la expectativa de derrama económica para la ciudad de México es de 60 mil millones de pesos. No hay punto de comparación, pues además de que allá el estadio Azteca, que tiene un aforo cercano a las 85 mil butacas y se jugarán cinco partidos, y tanto la población como la oferta turística superan por mucho a Guadalajara, la expectativa no es significativamente mayor.
No podemos dejar de lado que la experiencia Panamericana fue agridulce para la ciudad y el erario. Las Villas Panamericanas, al lado del estadio, son el mejor ejemplo de que las consecuencias pueden ser muy distintas a las previsiones.
Las inversiones destinadas a recibir eventos internacionales no siempre resultan redituables para la ciudad y solo nos resta esperar que no haya exceso de imaginación en quienes están proyectando el desarrollo del evento.
Los cálculos, para ser la mejor sede mundialista no se sostienen, pues en resumen se espera que a cada establecimiento de bebidas y alimentos acudan en promedio 4 comensales, esto sin distinguir si estarán en la ciudad unas horas o 15 días. Igual de inconsistente es la cifra de ocupación hotelera a la que debemos de sumar la generalización de la derrama a giros que nada tienen que ver con el espectáculo deportivo.
En suma, la experiencia del Mundial asegura, en un cálculo realista, a Guadalajara y su área metropolitana menos de 8 mil millones de pesos, lo demás es como el cuento de la lechera: cuentas alegres y esperanza desmesurada, que poco justifican los más de 25 mil millones de pesos que los gobiernos están apostando a este evento.
Quedarán, eso sí, algunas nuevas vialidades, nuevas rutas de transporte y espacios públicos renovados, pero nada parecido a la emoción del partido Brasil-Francia que pudimos disfrutar en aquel lejano 1986.
*Columna publicada: https://marcatextos.com/el-mundial-al-estilo-jalisco-una-cancha-que-no-cuadra/
Autor: Luis Miguel Hernández