“Eran los tiempos de la guerra”: Así titulaba una obra dramática el escritor español Luis Arenas.
“No te perdono hermano, porque el dolor de los infantes que has dejado sin padres no se puede medir con palabras, ni se puede olvidar con sólo recordar el sufrimiento vivido en esos años de orfandad.
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No te perdono hermano, porque el llanto de las viudas y las madres llenan con su desgracia sábanas blancas, que otras veces sirvieron para acunar a sus hijos, para cubrir a sus esposos”.
Las frases aludían a episodios de la guerra civil española en los tiempos del llamado generalísimo Francisco Franco.
Días aciagos, donde la muerte era el pan de cada día, momentos que estremecían el cuerpo con el sonido de la metralla en el alba de muchos días o a la hora de la siesta, cuando el alma se desprendía del cuerpo de los republicanos fusilados en los cuarteles de la Guardia Civil, mientras la sociedad “cristiana” se acomodaba en las improvisadas gradas que la soldadesca instalaba ahí, para presenciar los fusilamientos mediante el pago de algunas pesetas.
“No te perdono hermano. . . No te perdono. . .”, y la frase se seguía oyendo en el hueco de los foros donde se presentaba el drama.
Hoy esa frase a miles de kilómetros y muchos años de distancia, parece escucharse de nuevo con el mismo dolor en estas tierras calurosas y benditas, donde reina el sol y la vida se desplaza entre música de sones y boleros, interrumpidos desde hace por lo menos diez años por la barbarie y la sevicia de grupos delincuenciales que se han apoderado de la vida y haciendas de muchos mexicanos.
La violencia que se vive en el país ha sido producto de muchos años de abandono y de complicidad de los gobiernos de todos los niveles, que han sido omisos y hasta participes de prácticas delictivas, que fueron generando condiciones de tal impunidad y despotismo que el ciudadano que trabaja , que estudia, o que atiende sus hogares y sus pequeños negocios, sólo le queda contemplar con miedo y en silencio los crímenes que a lo largo de los últimos años le han endurecido el corazón y ya es hasta difícil que se conmueva por estos hechos.
Raymundo Riva Palacio en su columna Estrictamente Personal, del 11 de Diciembre de 2023 así se refiere a estos hechos que se aluden:
“La presidencia de AMLO será el periodo más sangriento en la historia del México posrevolucionario: más de 173 mil muertos al cierre de su quinto año de gobierno.”
Por su parte la precandidata a la presidencia de la República por los partidos PAN, PRI, y PRD, Xóchitl Gálvez Ruiz manifiesta debido a conmemorarse la declaración Universal de los Derechos Humanos: “Que este sexenio es el más violento de la historia. . .En este sexenio van más de 160 mil mexicanos asesinados. . .En estos mismos cinco años han desaparecido 47 mil personas. . . Esta es la verdad, son los números del propio gobierno”.
En ese mismo sentido Carlos Pérez Ricart, asesor de la precandidata de Morena a la presidencia de México Claudia Sheinbaum, la semana pasada en un taller del Colegio de México, citado en el mismo periódico que se hace referencia, afirma: “La desaparición forzada ha proliferado de tal forma, que hoy en día no es posible saber el número o los números en México”.
A estos datos, habrá que enumerar las cifras de los desaparecidos y encontrados por las “madres buscadoras” en fosas clandestinas, en los caminos, en casas abandonadas.
En el informe de Servicios Periciales y Médicos Forenses publicado por el INEGI en agosto de 2022, señala Raymundo Riva Palacio, “se recibieron en morgues, anfiteatros, y laboratorios 130 mil 470 cadáveres o restos humanos, de los cuales 46 mil 732 no han sido identificados, muchos de estos cadáveres habrán sido de personas que habrán muerto de causas ajenas a la violencia, pero mientras no haya una constancia que lo certifique, sólo son contabilizados como muertos”.
Es obvio que la estrategia de Seguridad Pública no ha tenido buen final, los delincuentes encontraron en esta táctica un “modus operandi” con el cual las formas de evadir la justicia ampliaban hasta el infinito sus posibilidades de escapar a sus pesquisas.
Ahora además, el jefe del Ejecutivo Federal, ante el incremento de la violencia pide a la ciudadanía que se le brinde “amor a los jóvenes para que no caigan en las redes del crimen organizado”, es decir que el ciudadano lejos de exigir la participación de la autoridad en la solución de estos lamentables hechos, le pida a Dios que los ayude y les dé fortaleza para asimilar estas desgracias.
En los meses posteriores a la caída del dictador Francisco Franco, los jóvenes de las universidades, los trabajadores, la gente del pueblo, en las bardas, en panfletos, en revistas y periódicos, llamaban a la población a desconfiar de todo cuanto oliera al “franquismo”, y en su espíritu de creyentes decían en sus mensajes.
“No os fieis de Dios, que Franco está en el cielo”.