Durante décadas, el gobierno de Washington calificó (y lo sigue haciendo) como gobiernos antidemocráticos a los regímenes latinoamericanos negados a seguir a pie juntillas sus directrices y dispuestos a poner en marcha proyectos propios e independientes a la influencia de Estados Unidos (EU)
A lo largo del siglo XX, la Casa Blanca apoyó sistemáticamente los golpes de Estado latinoamericanos y mantuvo en el poder a una multiplicidad de dictadores fieles a sus designios económicos, políticos, comerciales y militares, al tiempo que descalificaba a varios gobiernos apoyados en las urnas por los ciudadanos.
Quién hubiera pensado que precisamente en el corazón de la “democracia mundial” y del autodenominado gobierno defensor de los derechos y las libertades universales se comenzaría a gestar todo aquello que juraron destruir.
Como arranque del desmoronamiento que se vive en la democracia estadunidense, presenciamos el intento de golpe de Estado incitado por el convicto y hoy presidente de Estados Unidos, Donald Trump, el 6 de enero de 2021.
Ya instalado en la Casa Blanca luego de ganar las elecciones en 2024, Trump ha comenzado por cumplir una de sus promesas de campaña: “volverme dictador por un día”. Cabe mencionar que ya se pasó de tueste con el tiempo y sus acciones.
El ataque a las libertades desde varias trincheras ha sido una constante desde el 20 de enero. Todo aquello que históricamente ha denunciado la Casa Blanca que “sucede” en los países latinoamericanos considerados antidemocráticos, como son los ataques a los medios de comunicación, a las universidades y a los adversarios políticos a los grupos en el poder, es lo que hoy lleva a cabo el jefe de la Oficina Oval.
El chicote que está utilizando para callar las voces contrarias a sus ordenanzas es el dinero y la persecución política.
Ha ordenado cerrar la llave de los presupuestos para la Corporación para la Radiodifusión Pública, la Radio Pública Nacional, y el Servicio de Radiodifusión Pública, dependencias acusadas de “desinformar”.
Los recursos también se han disminuido a varias universidades entre ellas Harvard por considerar que “atentan contra la democracia y promueven el odio”.
A quienes no puede presionar con los recursos económicos los lleva a los tribunales con diversas denuncias como es el caso de CBS News a quien ha demandado por 20 mil millones de dólares por favorecer a Kamala Harris en una entrevista.
A otros más les ha aplicado un veto informativo como a Associated Press por negarse a designar Golfo de América al Golfo de México.
Lo último es negar visas a estudiantes extranjeros y ordenar que se revisen las redes sociales de cualquier persona que solicite una visa sea del tipo que sea para ingresar a Estados Unidos.
Las actitudes antidemocráticas de Donald Trump parecen ensañarnos los saberes de un gran lector de la novela “Tiempos recios” de Mario Vargas Llosa, que da cuenta del golpe militar perpetrado por Carlos Castillo Armas con el apoyo de Estados Unidos a través de la CIA contra el presidente de Guatemala, Jacobo Arbenz.
Así las cosas, vivimos para mirar los retorcidos caminos de la ironía trumpiana.