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Por el bien ciudadano

felicidades guadalajara
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Hay temas recurrentes sobre los que me gusta escribir; uno de ellos es Guadalajara, la ciudad amada. El día 14 del corriente mes, la Clara Ciudad, la Perla de Occidente, la otrora Ciudad de las Rosas, cumplió 483 años de su fundación definitiva. Feliz coincidencia que, años después, se celebre en la misma fecha el Día del Amor y la Amistad.

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Ha escurrido mucha agua por el Río San Juan de Dios desde aquel lejano año de 1542, en que, con valor y determinación, una mujer, Beatriz Hernández, dijo “¡basta!” a las amenazas de Nuño Beltrán de Guzmán y a los miedos de Cristóbal de Oñate, y selló, para siempre, nuestro lugar de residencia.

Guadalajara es un sustantivo árabe, “río que corre entre piedras”; agua y cauce, tierra y sol, simiente y cosecha, cuna y tumba. Gotas de rocío y gotas de llanto, lágrimas de alegría y de tristeza, eso somos. ¿Te has dado cuenta de que al pronunciar el nombre de nuestra ciudad hacemos una suave exhalación? Es un susurro que, como plegaria, elevamos a los dioses: “Wad-Alhijara” (gua-dal-giyara). ¡Es hermoso!

Guadalajara es referente en la historia de México. En nuestra ciudad, Hidalgo abolió la esclavitud para después seguir el camino del martirio. Aquí se resolvió la Guerra de Reforma, que dio forma y contenido a nuestra nación.

No fuimos a la Revolución y, en cambio, tuvimos una participación importante en las guerras cristeras, dando paso, con los acuerdos entre el Gobierno mexicano y la Iglesia católica, a la pacificación y modernización del país.

Guadalajara -la nuestra- no existió antes de la llegada de los españoles. Somos herencia viva de hombres y mujeres que, venidos de tierras lejanas, hicieron de este solar su patria. Somos, orgullosamente, mestizos.

Aquí se fusionaron las sangres provenientes de los habitantes originales y de los inmigrantes, dando expresión a una cultura, síntesis de las cosmogonías de los naturales y de los que llegaron.

A lo largo de casi cinco siglos, pasamos de ser 63 familias residentes iniciales, hasta convertirnos en una gran metrópoli, capital regional del Occidente mexicano, con más de cinco millones de habitantes. Su ubicación geográfica la ha hecho un importante centro comercial, financiero y de servicios. Las aportaciones de los tapatíos al patrimonio económico y cultural de México han sido sustantivas.

Desde la fundación de nuestra ciudad hemos vivido días buenos y no tan buenos; días aciagos y días felices; noches de insomnio, noches de angustia por el hijo desaparecido que tal vez nunca regrese al seno materno; noches de amor; noches en las que las ilusiones alimentan nuestro sueño; noches de esperanza.

Los tapatíos, aun con el paso de los años, conservamos nuestros valores originales. Ayer, Doña Beatriz nos dio tierra y destino. Hoy, por vez primera en casi cinco siglos, ha sido electa una mujer presidente municipal.

Dado que no es un tema de competencias genéricas, sino de capacidades, confiamos en que el desempeño de Verónica Delgadillo García corresponda al honor de ser la primera magistrada de la ciudad. ¡Felicidades Guadalajara!

Verónica Delgadillo, presidenta municipal de Guadalajara


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