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Gobierno y delincuencia

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Un tema que existe desde los primeros gobiernos de la revolución, ha sido la relación con la delincuencia. Seguidores de El Príncipe de Maquiavelo, no han escatimado los funcionarios en aplicar con exagerado empeño sus criterios. Eso los llevó en principio a administrar la delincuencia a la medida de los intereses políticos.

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Cuando un presidente de la República visitaba una ciudad, metían a la cárcel a todos los delincuentes conocidos, mismos que eran liberados cuando el Presidente se iba. Todo ello para que la sociedad valorara las cualidades meta humanas de quien gobernaba el país.

Así evitaban la comisión de los delitos. Lo mismo hacían cuando se disparaban y aumentaba la presión social, detenían personas indiscriminadamente para obligar a bajar el número de ilícitos, que ponían en riesgo la permanencia de los funcionarios involucrados, generalmente en la seguridad pública y la procuración de justicia.

Sin embargo, esa práctica evolucionó hasta el extremo de no solo administrar, sino de dirigir y obligar a la delincuencia a trabajar para los funcionarios en turno.

El término apropiado que se utilizaba y a los teóricos les gustaba apegarse a él, era “La Razón de Estado”. Tal expresión era para los laicos como para los cristianos La Palabra de Dios. Con esa Razón se justificaban acciones moralmente reprobables.

Como consecuencia el Estado fue identificado como La Patria, utilizado retóricamente por los funcionarios para imponer decisiones, apropiarse del poder y de paso de los bienes públicos.

Bajo ese paraguas, se crearon entre otras aberraciones que violentaban no solo el Estado de Derecho sino la vida y la integridad de las personas, la guerra sucia con escuadrones de la muerte, que torturaban y ejecutaban por la simple razón de oponerse a las decisiones de Estado. Esos grupos los dirigían y los integraban verdaderos sicópatas.

La relación enfermiza entre gobierno y delincuencia es un evidente deterioro y perversión de valores y conceptos.

Afectan en primer término la democracia que es sustituida por decisiones de fuerza y violencia. Al degradar la democracia se degrada a la población, la civilidad entre los individuos y los grupos.

Así camina la población en retroceso, al perderse valores inmutables como el respeto a la vida y la convivencia humana. Todo propiciado por gobiernos indolentes y enfermizos.

En esos procesos se afecta la educación, al violentar los valores que cualquier sociedad inculca en niños y adolescentes, permitiendo que la delincuencia sea quien determina las formas de conducta, generando antivalores que afectan el desarrollo social e individual.

Su presencia se hace evidente en la cultura, en las manifestaciones artísticas. La música es quizá la más paradigmática ejemplarización, al hacer apología del delito, entre otros muchos y graves efectos.

Las sociedades de democracias inmaduras caminan inconscientemente en retroceso, destrozando los avances obtenidos en la educación y en la cultura, en los valores que nos harían mejores personas y en consecuencia sociedades civilizadas y humanitarias.

Caminar de regreso a la barbarie, es el logro de los gobiernos que se muestran tolerantes con la delincuencia.


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Andres Gomez Rosales

por Andrés Gómez

Abogado, profesor, asesor de comunicación y de seguridad pública, así como columnista de diversos medios impresos y digitales.

5 comentarios en "Gobierno y delincuencia"

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