La vuelta de tuerca tiene un aire de conquista y de acomodación, el sitio ideal para la construcción del mega sueño de la gran ciudad no fue Nochistlán, Tonalá o Tlacotan, sino el Valle de Atemajac, sitio prometedor, suficiente enagua, flora, fauna, minerales.
El valle de Atemajac brindo la garantía necesaria para el asentamiento de un futuro con 300 habitantes, en 1560 se convertiría en la capital de la Nueva Galicia, después de atravesar por plagas, epidemias y otros pormenores, ya establecida acuña un gran poder político, convirtiéndola en una población de gran importancia para el centro.
Una ciudad en la que habita la presencia originaria casi desde el silencio, las migraciones de Arquitectos, comerciantes, filósofos, abogados, científicos, artistas y humanistas propiciaron un brote de ideas, intercambio de informaciones, técnicas, e innovación, la convirtieron en un laboratorio humano donde no siempre la justicia ha sido el perfil del crecimiento y desarrollo.
El pasado de la ciudad como su futuro están ligados, para bien o para mal, a una ciudad central que va tomando identidad al paso del tiempo y de los acontecimientos ligados a su devenir histórico, ciudad que va determinando sus rasgos, carácter y presencia en medio de conflictos, guerras y cotidianidad, ciudad que va construyendo su personalidad en medio de una arquitectura e ideas predominantes, costumbres y creencias, en sí, causas y efectos, depresiones y florecimientos.
Pensar el futuro de este monstruo de mil cabezas, sincrético, en muchos momentos antagónico, que devora y maravilla cuanto existe a su alrededor, es por lo menos un complejo laberinto que pulveriza la salud mental y el optimismo, imaginarla posibilita el futuro.
La metrópoli es un lugar de contradicciones y constante conflicto y a su vez el motor fundamental de su grandeza.
La gran metrópolis, con su aparente agotamiento de recursos y sobreexplotación en todos los sentidos, seguirá experimentando la llegada de personas en búsqueda de bienestar, continuará monopolizando mercados, continuara apareciendo como una gran abastecedora del recurso nacional, seguirá siendo ese gigante insatisfecho que consume millonadas de dinero público y privado, nacional o extranjero, seguirá siendo la casa insatisfecha que pugne por un mejores formas de vida, por un mejor encuentro con su propia historia.
La inteligencia humana y artificial, el uso necesariamente racional de los recursos, el desarrollo de los suburbios, la creación de ciudades intermedias y una red de conversaciones incluyentes, espacio en que la información discuta con la imaginación, la ciencia y la tecnología adquieran un gran sentido humanista y que los jugosos negocios, las enormes desigualdades y corrupción política se conviertan en olor a tierra mojada, ciudad limpia, ciudad amable, ciudad alcanzable para las mayorías, en ese momento estaremos imaginando el futuro y no solo aceptándolo.
Excelente e interesante crónica, de nuestra historia, que además todos los tapatíos debemos de conocer