¿Se han dado cuenta de lo hermosa que es la vida sin la presión que el juego de los intereses políticos impone en la agenda cotidiana? Qué agradable es amanecer sin el acoso de los vendedores de humo.
El día 2 de junio de 2024 quedó atrás como una fecha más. México será gobernado -o eso suponemos- por una mujer.
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Los pronósticos se cumplieron. Hoy son realidad los vaticinios de los que ejercen el poder. Han vuelto a la normalidad los titulares de los periódicos, las columnas que nos comparten quienes se dedican profesionalmente a reflexionar sobre los acontecimientos más relevantes de la sociedad y las redes sociales -esa maravillosa avenida que ha modificado nuestros comportamientos-.
¿Cambiaron nuestras vidas? ¿Es hoy mejor nuestra realidad? ¿Nuestras expectativas del futuro se llenaron de certidumbre y cada persona en nuestro país está satisfecha o en vías de serlo? Seguramente no.
La política, como el poder, son asuntos de muy pocos. Los Slim, Larrea, Salinas Pliego y Baillères, entre otros, seguirán llevándose la tajada del león y los pobres, los mendrugos que caen de la mesa de quien habita el palacio.
“Nunca, en la historia de México -expresó el presidente de los banqueros- habíamos ganado más dinero que en este sexenio” y la hoy presidenta electa asegundó “y lo seguirán haciendo”, mientras los pobres continuarán recibiendo, como hasta ahora, las limosnas.
Esa es y ha sido, salvo en sociedades con mayor justicia social y, por lo tanto, con mejores condiciones, la historia de la humanidad. La vida sigue. Pan y circo. Gatopardismo puro.
Lo importante hoy vuelve a ser el futbol. El pueblo disfrazado con la camiseta del América, vitoreando al equipo de los ricos. Hoy, ante el ocaso de Ronaldo y Messi, lo realmente importante es la llegada de Kylian Mbappé al Real Madrid.
El futuro, ¡aceptémoslo!, está en cada uno de nosotros, en el esfuerzo, la tenacidad, el talento y el optimismo con que cada cual enfrente el reto de ser mejor. El Gobierno facilita o no la movilidad social, pero es el impulso tuyo y mío el que hace la diferencia.
Quienes se ostentan como dueños de la verdad y con el derecho de imponer su voluntad son mortales, transitorios. Genios como Napoleón, Julio César o Alejandro, hoy no existen sino en el conocimiento de algunos ilustrados. El tiempo pone a cada quien en su lugar. En la lógica del poder, Bertoldo afirmó, “el trono sólo tiene espacio para dos nalgas”.
Pronto veremos si el Tlatoani se va a su rancho o sucumbe a su codicia. De una cosa estoy seguro, no tiene pasta de héroe, y a la señora Sheinbaum la conoceremos el día que le impongan la banda y designe al nuevo secretario de la Defensa.
Por cuanto a la vida, la propia, la única que nos pertenece, no la echemos a perder. A quienes en esta ocasión no alcanzaron el éxito, hay que seguir perseverando. Las oportunidades están en nosotros. ¡Mucho ánimo!
[…] Hermosa vida, sin intereses políticos […]