El proceso electoral 2023-2024, no solamente será el más grande de la historia de México, sino también el más largo y tedioso. Y en el centro de la polémica, está desde ahora colocado nada menos que el
árbitro, el Instituto Nacional Electoral (INE), que no ha podido conducir correctamente la contienda y contener los ímpetus desbordados de militantes, aspirantes y hasta del propio presidente de la república, que no ha dejado de impulsar su movimiento político.
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Aunque prácticamente desde principios de 2023, los aspirantes de Morena bautizados como “corcholatas”, aprovecharon sus respectivos cargos para placearse y colocarse en el ánimo del gran elector y después de la ciudadanía, fue en junio cuando inventaron un singular mecanismo interno.
Los seis personajes recorrieron el país celebrando mítines y labores abiertamente proselitistas, en lo que resultaron evidentes actos anticipados de campaña, pero maquilladas pomposamente como “reuniones informativas”.
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Como tampoco se trataba de elegir a algún candidato, optaron por la rimbombante denominación de Coordinación de la Defensa de la Cuarta Transformación”.
En este lapso, hasta el resto de partidos de oposición entraron al ruedo y también efectuaron un remedo de pasarela para elegir al coordinador del Frente Va por México.
Durante semanas, los mexicanos fuimos testigos de actos políticos, acusaciones cruzadas de los aspirantes y abierto despilfarro de recursos económicos en bardas, anuncios espectaculares, impresiones, calcomanías, banderas, playeras y todo el fandango que sucede en las campañas políticas.
Para escuchar después que los aspirantes no tenían culpa alguna de los cientos de anuncios colocados a su favor y hasta el dirigente Mario Delgado exoneraba a sus “corcholatas” y acusaba a los “queda bien”, de ser una horda de aprovechados que, abusando la confianza del aspirante presidencial, destinaron su dinero para promocionarlo.
O el caso de Adán Augusto López, quien de pronto se le vio inundando al mismo tiempo las principales ciudades del país, con anuncios espectaculares idénticos y que, según el ex secretario de Gobernación, no sabía quién los colocó y hasta interpuso de una denuncia contra los responsables.
Mientras todo esto sucedía, el INE simplemente argumentaba que estaba vigilando que no pidieran el voto.
Luego vino la designación de precandidatos únicos. Y de nuevo el INE fue olímpicamente goleado, puesto que se supone que esta etapa, es para que la militancia conozca a los precandidatos y pueda elegir entre ellos.
¿Y el INE?
Pero al tratarse de un solo precandidato:
- ¿Cómo justificar las semanas de spots en radio y televisión?
- ¿Cómo entender los cientos de anuncios que terminaban con la leyenda: mensaje dirigido a los militantes y simpatizantes?
- ¿Los que no somos militantes y simpatizantes que teníamos que hacer ante este inclemente bombardeo? ¿Cerrar los ojos? ¿Apagar radio y televisión?
Luego siguió el proceso de inter campaña, donde se supone que no deberían aparecer los aspirantes y tendrían que realizar reuniones internas. Pero los partidos se las arreglaron para realizar asambleas donde elegir formalmente a los candidatos únicos y abrir otra tribuna para más discursos.
Cuando inicien las campañas locales y federales, los ciudadanos estaremos con el hartazgo a flor de piel.
Y las autoridades electorales, después de todos estos goles, lo único que insisten es que no se hable de proyectos de gobierno, pero los candidatos recurren al “tengo un sueño de un país, de un estado así…”, o “me imagino una nación de esta manera”.
Con la supervisión que ha realizado el INE para supuestamente prohibir actos anticipados de campaña, evitar que pidan el voto o planteen acciones de gobierno, me recuerda los anuncios de alimentos chatarra o bebidas embriagantes, que al final del spot, están obligados a decir: “come frutas y verduras”.
(Lo invito a que me lea, escuche y vea en www.paraleloveinte.com).
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