El pasado 16 de enero de 2024, murió el escritor mexicano José Agustín Ramírez Gómez en Cuautla Morelos, nació en la perla tapatía pero fue registrado en el puerto de Acapulco, el 19 de Agosto de 1944.
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Su destino lo habría señalado para ser el creador de la literatura de la onda, generación literaria a la que pertenecieron también los escritores Gustavo Sainz, Parménides García Saldaña y René Avilés Fabila entre otros.
Autor de novelas, obras de teatro, guiones cinematográficos y ensayos literarios; Egresado de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, y de diversas instituciones académicas relacionadas con el teatro y la actividad fílmica, ha sido también colaborador de distintas revistas y periódicos, profesor y conferenciante en el país y en varias universidades de Estados Unidos.
Muy joven tuvo la oportunidad de conocer el éxito, pues cuando apenas contaba con 16 años le publicaron su primera novela, “La tumba” en 1964.
Nunca aceptó ser el fundador de la literatura de la onda, sin embargo, sus obras son testimonio de la transformación propuesta a los esquemas de la creación literaria, indujo la presencia de un lenguaje hasta antes de sus trabajos vetado por la crítica y por la mayoría de los escritores partidarios de las corrientes dominantes del trabajo literario.
La escritora Margo Glantz en su “Estudio Preliminar” a su antología “Onda y escritura en México” en 1971, con una intensión ofensiva llamó a esta corriente la literatura de la onda, tal vez por el prejuicio hacia los tipos de lenguaje empleados por esa generación, y a los temas tan sensuales que se manejaban.
Quizá tampoco advirtió que esa forma de expresión literaria contenía en cada frase un sentimiento de libertad y búsqueda, era una forma de emancipación, de sacudir el peso que generaciones enteras de intelectuales aplicaban a quienes no pertenecían a los cenáculos oficiales y oficiosos del poder establecido, escritores, poetas e historiadores, que no admitían el surgimiento de ningún otro escritor que no fuera nacido en el seno de las “ateneos” y tertulias de la élite cultural.
Agustín Yáñez escritor jalisciense, en su momento al crear su revista “Bandera de Provincia”, tomó también esta estafeta de rebelión, de alzar la voz para ser escuchado por los claustros capitalinos, que cerraban cualquier resquicio por donde pudiera penetrar la voz de los “otros” de los que no fueran la voz consagrada, la voz certificada por el “sanedrín cultural capitalino”.
El lenguaje de los textos de la literatura de la onda, “está creado expresamente por el joven para delimitar su territorio, para separarse del mundo de “los demás”; en él, se da una mezcla de expresiones juveniles desenfadadas, jerga citadina y albures, que se combinan con el ritmo de la música pop y con un nuevo sentido del humor –que puede provenir de las tiras cómicas, del cine o de la literatura norteamericana”–.
Este nuevo lenguaje, mediado también por las obras fílmicas de la “nouvelle vague” francesas, sobre todo de Jean Luc Godard, y Francois Truffaut “aunado a la temática novedosa, produce formas distintas de aprehender la realidad del adolescente; literariamente, la Onda produce una nueva forma de realismo que “apela a los sentidos”, a la pura sensación, escindida, por supuesto, de cualquier intento de racionalización”.
1) En su obra “Contracultura” José Agustín plantea la respuesta a la crítica que se oponía a su creación, a la creación de toda una camada de nuevos escritores que a empujones entraban en el universo de la literatura nacional.
Durante las décadas de 1970 y 1980, las manifestaciones juveniles contraculturales según José Agustín (1996) fueron practicadas muchas de ellas de manera oculta, como consecuencia de políticas autoritarias que prohibían a jóvenes expresar arte callejero y popular.
“Estos Jóvenes son fanáticos del rock y de la música pop, se asombran ante el universo tecnológico que durante esa década abrió nuevos caminos a la música y al sonido, desprecian a los que se alinean al sistema, a los “fresas”, a la “momiza”, describen el deterioro y la crisis de la familia, viven la amenaza de ser devorados por el sistema, de ser absorbidos por la sociedad que rechazan, o bien, temen perder su “autenticidad”, pues muchos de ellos se encuentran en la edad crítica de los treinta años y, ante la amenaza de la “edad adulta, retoman actitudes adolescentes”.
2) “De la Onda -dice Carlos Monsiváis- emerge un slang, una germanía, el lenguaje de una subcultura que pretende la comunicación categórica… No es casual que el lenguaje de la Onda deba tanto al habla de la frontera y al habla de los delincuentes de los cuarenta”.
3) “La Onda recibe la influencia de la literatura de la generación beat. Las situaciones narrativas son descritas por los propios protagonistas para reproducir el instante en el que experimentaron sus vivencias. Esto se traduce en la multiplicidad de las anécdotas (algunas veces sin definición ni justificación) y en la vertiginosidad de los hechos narrados, que generalmente son “acciones sin freno”.
4)“La literatura de la Onda crea nuevas mitologías. . . nuevos héroes que se expresan en forma directa o mediante el uso del slang, de frases tomadas de los Doors, de los Rolling Stones, de Bob Dylan o de los Beatles, de expresiones copiadas de distintos sectores marginados de la sociedad, que se combinan entre sí con juegos de palabras para dar sonoridad a una realidad que pretende entregarse al lector tal como es percibida por el joven. De aquí que el teléfono, la televisión, la radio, la grabadora o las tiras cómicas tengan en esta literatura un papel fundamental para producir ese efecto vertiginoso y simultáneo de la realidad que experimentan los adolescentes.
La literatura de la onda recoge el desacuerdo con la forma tradicional de escribir, el manejo de un lenguaje más cercano al lenguaje hablado, mediante el cual se ha creado una especie de válvula por donde los grandes problemas escapaban para no explotar: la masacre de Tlatelolco, la sombra de la guerra que se ensañaba con el pueblo de Vietnam, la rebelión del pueblo de Checoeslovaquia, y quizá la pobreza que se sufría en todos los campos de la América nuestra. José Agustín ha dejado un legado a la cultura mexicana, como lo han dejado sus antecesores, Juan Rulfo, Martín Luis Guzmán, Nellie Campobello y su novela Cartucho y tantos otros escritores cuyos nombres pueblan el cielo de esta gran nación.
1, 2, 3, José Agustín. -Francisco Javier Macías. –Alma Celia San Martín Enciclopedia de la Literatura en México.
Cómo siempre mi estimado Dr un art muy bien logrado , con un conocimiento pleno como siempre saludos
[…] José Agustín, un rebelde sin causa […]