Si le preguntasen cuál es el bien más preciado de una sociedad, sin duda, contestaría que la vida de sus integrantes y, en efecto, el valor de la vida de cada individuo está por encima de todo. Sin embargo, la vida sin libertad carece de sentido.
Y si en este interrogatorio usted fuese cuestionado sobre qué hacer para preservarla, es muy probable que contestara que deberemos educar a nuestros niños. Salta a la vista que en los niños está el futuro. Los niños son el almácigo de los valores individuales y colectivos.
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Avanzando en esta serie de preguntas, si usted fuese informado que sus hijos han sido inducidos al tráfico de drogas y forman parte de una banda de delincuentes, ¿cuál sería su reacción?
Es del dominio público que el reclutamiento de adolescentes para entrenarlos como sicarios e informantes de las organizaciones criminales se da todos los días. No es algo que esté sucediendo en un país de África, Oriente Medio, Asia o Sudamérica. Está sucediendo aquí, en nuestra tierra.
Un día sí y otro también, somos informados, a través de distintos medios de comunicación, de la muerte de jóvenes, incluso niños, en esta marea de violencia que parece no tener fin.
Lo anterior viene al caso por la atroz noticia de que “policías comunitarios” de Ayahualtempa, población habitada por 837 personas originarias del municipio de José Joaquín de Herrera, en el Estado de Guerrero -¿Dónde más podía ser?-, armaron a 20 niñas y niños para la defensa de su pueblo. Son entrenados para matar.
En un país que no está en guerra contra otra nación, vaya, ni siquiera en una confrontación intestina, los niños, que deberían estar en la escuela, son obligados a formar parte de milicias al servicio, no sabemos de quién, ante la indiferencia de quienes están obligados por la Constitución a promover la pacífica convivencia, integración y desarrollo de nuestro país.
Triste futuro nos espera cuando un personaje mesiánico quiere cambiar el curso de la historia; y pretende hacerlo modificando el contenido de los libros de texto gratuitos y promoviendo un fraude electoral que tiene años preparando a través de los “siervos de la nación”. Si Morelos viviera…
Lo aceptemos o no, esa es nuestra realidad. Algunos piensan, ilusamente, que no les va a pasar nada. No sólo eso, aplauden con frenesí las “mañaneras” en las que el prócer, usando los recursos públicos, denuesta a quien no se suma al coro.
Así sucedió en la Alemania de Hitler y todos sabemos qué pasó: una guerra mundial que dejó 40 millones de civiles y 20 millones de soldados muertos.
Y por favor, que no nos salgan con el sambenito de que estamos promoviendo el desorden social, cuando es ese precisamente parte del problema: (sic) “La ley… ¿qué es la ley?”
La sabiduría popular no se equivoca: “Tanto peca el que mata la vaca como el que le detiene la pata”. No sostengamos la pata de la libertad mientras otro la mata. Los pecados más graves son por omisión.
[…] La pata de la libertad […]
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