Una semana falta para que Donald Trump asuma el poder la nueva administración de los Estados Unidos de Norteamérica. La incertidumbre que genera el discurso bélico de su líder y los nombramientos de los funcionarios de primer nivel, aumentan la inquietud internacional.
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Para el caso nuestro, es aún más preocupante por la dependencia generada de un Tratado de Comercio que está siendo severamente cuestionado, además de la evidente cercanía física con el país en cuestión. No digamos por la disparidad de poder económico de ambos países, que genera una situación de vulnerabilidad estructural de México.
El punto de la evaluación de la ecuación es, saber cuál es la intención real del grupo que asumirá el poder, vamos, hasta donde es retórica y en qué punto están las intenciones reales de intervenir y sabotear la vida pública del país, incluso de las cambiantes declaraciones del propio Donal Trump.
La clave pudiera encontrarse en cuál es el modelo real de país que quieren construir en el norte del continente. Algunas veces se tiene la impresión de que quieren ser modelo de liberalismo, capitalismo y democracia, en otras son la antípoda de dichos valores. Lo menos que puede pensarse es que no saben lo que buscan, que declaran y actúan improvisadamente.
Entonces habría que diferenciar los propósitos que tienen en su relación con México y los mecanismos que tienen para lograrlos. Eso nos lleva a considerar cuales son las debilidades y fortalezas nuestras, lo que implica definir que debemos fortalecer y cuáles serían las palancas que podríamos utilizar.
En un primer acercamiento tenemos grandes desventajas y vulnerabilidades y mal se haría en depender solamente de la buena voluntad del vecino, cerrar los ojos y recitar una oración religiosa, esperando el milagro del buen vecino, lo que sería pecar de inocencia y buscar una utopía.
Tampoco podemos menospreciar las dificultades del actual gobierno para actuar con completa libertad, por las limitaciones que generan los equilibrios internos de Morena y sus grupos de interés. Su actuación es limitada y su margen estrecho, sobre todo en los temas de gobierno y de decisiones estratégicas, que podrían ampliar el margen de maniobra y de negociación con el gobierno del país vecino.
Se aprecia sumamente difícil negociar paralelamente con el gobierno de los Estados Unidos de aspiraciones dominantes, a la vez que contener las posiciones radicales de avance y control de los grupos, que acechan desde poderes reales del liderazgo nacional. Más aún cuando se cruzan los intereses y los grupos nacionales se sienten amenazados por las decisiones que podrían tomarse en los procesos de negociación con el país vecino.
Temas como la seguridad pública, los procesos irregulares del manejo de los hidrocarburos o los ingresos de mercadería ilegal por las porosas aduanas del país, se pueden convertir en los puntos sensibles de las potenciales negociaciones, paralelas a las del Tratado Comercial.
Esto generarála probables intentos locales de sabotaje de dichos acuerdos o bien las amenazas de rompimiento del Tratado por los otros países. Esos son escenarios que tarde o temprano se podrían convertir en amenazas reales, para un país con debilidades estructurales.