A más de uno sorprendió la reaparición pública de Arturo Zamora Jiménez el viernes pasado cuando fue presentado por el gobernador Jesús Pablo Lemus Navarro como el responsable de los trabajos para armonizar la legislación estatal con la federal y cumplir con el mandato constitucional en materia de la reforma al Poder Judicial para la elección de magistrados y jueces locales.
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La política partidista fueron las últimas actividades públicas realizadas por Zamora Jiménez, como diputado federal, senador y posteriormente integrante de la dirigencia nacional del Partido revolucionario Institucional del que terminó desligándose.
Después de eso, se dedicó -lo confesó personalmente a través de sus redes sociales-, a reorganizar su amplia biblioteca y por ahí levantó más adelante una serie de sospechas y suspicacias al darse a conocer la visita que hizo al gobernador Enrique Alfaro Ramírez en Casa Jalisco.
Las especulaciones lo hacían integrante del gabinete alfarista o candidato a algún cargo de elección popular, primero en 2021 y posteriormente en el 2024. Nada de todo eso sucedió.
Reconocido jurista, Arturo Zamora regresa al ámbito de su competencia en un tema que ha generado las más diversas protestas y controversias de propios y extraños: la elección de magistrados y jueces por la vía del voto popular en donde ya no hay marcha atrás.
Con la designación de Zamora Jiménez como responsable de los trabajos para concretar en Jalisco la reforma al Poder Judicial y emprender la elección popular de magistrados y jueces, el gobernador Lemus Navarro vuelve a dar otro “golpe” y “revés” a su antecesor, Enrique Alfaro Ramírez, quien el 14 de septiembre, en el marco del informe de gobierno del alcalde de Tlajomulco, Salvador Zamora, anunció que su gobierno estaba analizando la presentación de una controversia constitucional en contra de esta reforma, y que para ello ya se trabajaba con la presidenta del Congreso del Estado, Mónica Magaña, y el presidente del Poder Judicial de Jalisco, Daniel Espinosa Licón.
Y muy a su estilo de confrontación con el gobierno federal, dijo envalentonado: “Si hay alguien en el centro que se esté imaginando que nos van a doblar, que nos van a arrodillar, que nos van a someter, como decía mi papá: si es pasión que se les borre. Aquí vamos a luchar hasta donde nos toque, aquí no nos dejamos, no tenemos miedo”.
Obviamente, como dicen en el rancho, todo fue un: “de lengua me como un taco”, nunca presentó controversia alguna y concluyó su sexenio con el rechazo de la presidenta Claudia Sheinbaum que no vino a Jalisco con esa investidura en los tres meses que ambos coincidieron como gobernantes.
Hoy ya no están en el poder ni Alfaro Ramírez ni Espinosa Licón, y la diputada Mónica Magaña quedó “colgada de la brocha”.Pero ahora, contra lo dicho aquella ocasión por Alfaro en Tlajomulco, el gobernador Lemus Navarro anunció: “Nosotros no vamos, en el Ejecutivo estatal durante este sexenio, por la controversia constitucional ante la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
Esa no es la ruta que vamos a seguir, es una ruta que no tiene futuro y no solamente no vamos a presentar ninguna controversia constitucional contra la reforma al Poder Judicial, sino que vamos a hacer el proceso de armonización”.
Lemus Navarro aprende “en cabeza ajena”, y con apenas mes y medio en el poder ha enviado ya varias señales -recuérdese aquello de que Jalisco no se saldrá del Pacto Fiscal- de que no está dispuesto a seguirle el “juego” a Enrique Alfaro ni a comprar pleitos ajenos con la Federación, pero aún así el gobierno de Claudia Sheinbaum mantiene su distancia y sus reservas para con su gobierno, como quedó demostrado con el hecho de que no hay presupuesto destinado a las carreteras federales en el estado y mucho menos para invertir en la soñada Línea 5 del Tren Ligero que finalmente podría quedar -porque ni eso está asegurado- en la Línea 2 de un Macrobús eléctrico.