Por convencimiento, por presión norteamericana o por ambos, Claudia Sheinbaum ha avanzado en dos terrenos: atender las demandas extranjeras y avanzar sobre los grupos de Morena. En lo que se refiere a la seguridad pública se ha hecho poco, salvo enviar delincuentes destacados, algunas detenciones de segundo nivel, además de confiscar algunas potenciales exportaciones de estupefacientes.
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En lo que se refiere debilitar a los grupos más agresivos, no ha habido golpes contundentes, salvo seguir desangrando al grupo de Sinaloa y que es la continuación de procesos iniciados en las anteriores administraciones.
Para el caso del llamado Cártel Jalisco, no se conocen intervenciones fuertes. Lo que podría interpretarse que después de la falla de Salvador Cienfuegos de 2015 en la Costa de Jalisco, siguen viendo el enfrentamiento de alto riesgo.
Además, se percibe que el ejército no se involucra demasiado en el tema, por un lado y por el otro el desgaste que le generó el anterior Secretario a la Marina, hicieron que todo mundo desconfíe de ellos.
Sin contar que el Secretario de Seguridad Pública genera a dichas organizaciones desconfianza o cuando menos competencia, lo que limita la coordinación y contundencia.
Pareciera que los golpes que se han dado a la delincuencia son a través de la Policía Investigadora de la Fiscalía General de la República y que en los últimos años, sobre todo en el sexenio anterior, prácticamente la desmantelaron el desinterés de López Obrador y la cómoda posición de abstención de Alejandro Gertz Manero.
En el tema de los grupos opositores internos de Sheinbaum se perciben dos factores, el primero el afán de legitimación de la Presidente, que ha llevado a exhibir a las cabezas de la corriente cercana a López Obrador, en ello se incluye al líder del Senado Adán Augusto López y al de los diputados Ricardo Monreal por un lado, por el otro Andrés Manuel López Beltrán, factor de poder dentro de Morena.
Dichos personajes han sido exhibidos en sus excesos, abusos y contradicciones, lo que los ha desgastado ante la opinión pública. No obstante, los mantienen en su función de lideres por que los necesitan para futuros procesos legislativos complejos.
En lo que se refiere propiamente a Morena, su actual Presidente se ve definida en favor de Sheinbaum, lo que genera un desbalance paulatino de liderazgo y fuerza de López Obrador. Sin embargo, aún están lejos de que la actual Presidente tenga el control.
No deja de ser interesante la posición norteamericana, que genera la impresión de querer de su lado a Sheinbaum, algunas veces ejercen fuerte presión, después le dan un respiro y un espacio para actuar. Así de manera tortuosa, pero al parecer efectiva, han logrado avanzar y ganar terreno en el país, que aparenta no tener alternativa para avanzar en los temas de seguridad pública y economía.
En tanto la ciudadanía se desespera de ver procesos lentos y decisiones tibias del Gobierno Federal, sin lograr la consolidación definitiva de gobierno eficiente y de resultados en favor de la población.