El pasado 20 de noviembre al conmemorarse el 113 aniversario del inicio de la Revolución de 1910, el titular del Poder Ejecutivo de la República Mexicana ha declarado que mediante decreto se habrán de reinstalar el servicio de pasajeros en todos los trenes del país, o por lo menos en los que haya posibilidades de hacerlo.
Según lo ha declarado. “Los actuales concesionarios, Grupo México y Canadian Pacific Kansas City tienen hasta el 15 de enero próximo para entregar sus propuestas de operación del servicio; si no son viables, éste podría asignarse a las empresas de la SEDENA o de la Marina”.
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Con esta determinación se cumple un anhelo largamente acariciado sobre todo por la población de escasos recursos, que ven en este tipo de transporte solución a algunos de sus más urgentes apremios.
Igualmente mejorará por sí solo el tráfico de viajeros y paseantes por casi todos los rincones de nuestro país, hoy en completo desamparo por los constantes asaltos, volcaduras, choques, que no son compensados por las compañías de seguros pues siempre encuentran argucias y alegatos jurídicos, para declarar inoperante el requerimiento de pago de los daños en los vehículos, del tratamiento de los heridos y por supuesto del pago a los deudos cuando hay algún fallecido.
La inexplicable cancelación de los trenes de pasajeros en los tiempos del presidente Zedillo, trajo de pronto una marejada de inversiones en carreteras y caminos, y lo mismo sucedió con los vehículos de transporte de pasajeros, y los automóviles que se multiplicaron como conejos, colapsando las calles de las ciudades y de las mismas carreteras, multiplicando así mismo los accidentes y los cientos de muertos y heridos por esas causas.
A un año de concluir su mandato el titular del Ejecutivo Federal, se ve difícil que dicho decreto llegue a cristalizarse.
Sin embargo, la intención ha cubierto al menos un poco los visibles fracasos que se manifiestan en su gestión en los ramos de seguridad y salud, por mencionar sólo los que más han golpeado a la sociedad en estos años de transformación.
En los días en que circulaban los trenes, sólo para poner un ejemplo; las corridas hacia la capital del país saliendo de Guadalajara, dejaron con su ausencia un gran hueco que hasta le fecha no ha podido cubrirse, ni siquiera con la modernización de la industria aeronáutica, pues los costos y las distancias que hay que cubrir para abordar los aviones, implican pagos de taxis, pagos de impuestos, pago por el peso del equipaje, sin contar que en ciertos vuelos obligan al pasajero casi a desnudarse para pasar a la siguiente fase, todo esto hace incosteable el abordaje, pues con estos impuestos y sobreprecios alcanzan a veces los mismos costos que se pagarían sin recurrir a las promociones y descuentos que frecuentemente ofrecen.
Enhorabuena por esta propuesta.