-¡Quihubo mi querido Juan! ¿Cómo has estado?
-Bien Memo, aunque cada vez más preocupado -responde Juan.
-¿Por qué? ¿Qué te inquieta?
-Mira mi estimado Memo, las agresiones contra la Corte, la “expropiación” de las concesiones del ferrocarril del sureste, la sobreactuación de las fuerzas armadas, la necedad de convertir a Banamex en el Banco de la Solidaridad (equivalente a una nacionalización de la banca), la irrefrenable ola de homicidios y desapariciones a lo largo y ancho del país, el adelantamiento de las campañas políticas y el propósito de encubrir los enormes latrocinios de la obra pública a base de decretazos son solo la punta del iceberg de una crisis que ni Dios sabe a dónde nos llevará. Pero ¿sabes qué es lo que más me angustia? -pregunta Juan.
-Pos’ no -contesta Memo.
-La incitación a la violencia -añade con tono sombrío-. Me horrorizaron las fotografías de los ataúdes con los nombres de los ocho ministros que votaron en contra de las iniciativas del presidente (destinadas a destruir las instituciones democráticas del país) en el ingreso del edificio de la Corte, colocados por el imbécil del gobernador de Veracruz, perdón por la palabra, pero eso es: un cortesano de tercera.
-Mira Juan, creo que estás siendo demasiado alarmista. México, a lo largo de su historia, ha resuelto problemas aún más graves -apunta Memo.
-Pero nunca, en ninguna época, nadie había atacado a la Corte ni a sus funcionarios, enfrentándolos a turbas de malvivientes instigados por el propio Presidente. Grave, muy grave, y ¿sabes qué, Memo? Que, por personas como tú, que no entienden la gravedad de lo que está pasando, esto se puede poner más delicado.
-¡Ahora resulta que nosotros somos los responsables de las locuras del Presidente! ¡Bien haya! -exclama Memo.
-No -dice Juan comedidamente-, de lo que somos corresponsables es de no poner límites ni apoyar a quienes están defendiendo a las instituciones. A ver, ¿fuiste a la manifestación del día 28 o te juntaste con tus cuates para ver la final?
Memo le contesta: -¡No confundas Corpus con San Juan! En la mañana fui a la Plaza de Armas y, en la noche, me eché el partido por la tele y lamenté la derrota de las Chivas, porque, como bien sabes, yo tengo sangre rojinegra, pero me hubiera gustado que un equipo de Jalisco fuese campeón. Por cierto, al margen de banderías, nos reunimos muchísimos tapatíos que estamos hartos de la manipulación de los partidos que solo ven por los intereses de sus cúpulas. Estuvimos codo con codo (y no somos de Monterrey), para expresar nuestra solidaridad con la Corte y sus ministros, empezando con su presidenta, Doña, sí, Doña Norma Piña.
Agrega- Ya que estás más sereno, platícame, ¿cómo ves que la veleta de Ana Guevara se ha vuelto verdugo de los deportistas de alto rendimiento?
-No, pos’ pa’ que la cuña apriete, ha de ser del mismo palo… Parece que a la tal Ana se le olvidó su origen… Je, je.