El logro alcanzado por MORENA, en su corta vida, no es menor: más de treinta millones de votos en la elección presidencial, un 53.19%, ha obtenido 21 de las 32 gubernaturas en el país, 191 senadores y 270 diputados federales, 12 programas de apoyo a comunidades emergentes, una innumerable lista de obras trascendentes en toda la república y contra todo pronóstico una narrativa que ha borrado prácticamente a la representación neoliberal y partidos tradicionales.
Te recomendamos:
Antes Alfaro contra las alianzas, ahora…
Con la enorme popularidad del AMLO, MORENA llega a la sucesión presidencial, marcada por el poder e intereses diversos, ninguno de los precandidatos contendientes a ocupar la silla presidencial está dispuesto a quedar fuera de tan apreciado privilegio, más si se trata de políticos profesionales que han dedicado décadas, capitales, compromisos y tiempo.
Te recomendamos: Alfaro: Se va, se va, y se fue
Por tal motivo, la textura con que se confecciona la contienda y el debate en nada es de terciopelo, todo lo contrario, las estrategias, alianzas, discursos y decisiones son menores al deseado valor social, programas e ideologías.
Podría parecer ingenuo que un proceso de tal envergadura sea terso y ausente de prácticas, en muchos casos nocivas y complejas, desde luego presentes: dispendio, denostaciones, ejércitos de bots, espectaculares, notas falsas, acarreos, chapulines, uso de recursos humanos y económicos contrarios a la equidad, protagonistas impresentables, alianzas inimaginables, de todo, además de la ausencia en muchos casos de la participación democrática dictada por el arbitraje electoral y del propio instituto político.
Por supuesto que no es motivo de orgullo o halago, me temo que estas prácticas estarán presentes entre nosotros, lo que sí cabe es una reflexión y denuncia de las mismas, el nacimiento de una nueva cultura política no es automática y necesita de actores comprometidos con la esencia y valores renovadores, a la altura del eje principal del movimiento “Primero los pobres”, desde cualquier trinchera, seamos sensibles y señalemos el compromiso con una ética que favorezca la equidad en la acción y no solo en el discurso.
Como electores, simpatizantes, líderes, funcionarios y precandidatos tenemos una terea nada sencilla: desterrar los guiones melodramáticos, acusatorios y falsos que bien envidiaría “el señor telenovela” como se le conocía a Ernesto Alonso.
Es necesario estar por encima de los reflectores y el espectáculo, ni amigos ni enemigos, sino agentes de cambio, la derecha no es una perita en dulce, si estamos del otro lado de la historia, es necesario practicar la congruencia, ya que la unidad no es un iluminismo, y por tal motivo es necesario construirla día a día con altura de miras y con la misma pasión idealista ajena al oportunismo.
Es urgente y necesario cuidar y cultivar la semilla que se ha sembrado en la reciente historia recuperadora de tres pasajes fundamentales, que bien puedan significar una cuarta transformación de la vida pública de México.
Serenidad y paciencia, como indicaba el buen Kaliman, la construcción de una mejor sociedad es posible, la cuarta transformación es viable y todos quienes estemos convencidos de ello, debemos actuar con responsabilidad.
[…] Morena, Kaliman y Ernesto Alonso […]