La reciente designación del artista puertorriqueño Bad Bunny como el encargado del espectáculo de medio tiempo del Super Bowl LX en febrero de 2026, a celebrarse en Santa Clara, California, ha desatado una ola de críticas que trasciende lo meramente musical para adentrarse en la política, la cultura y la moral.
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El anuncio, que convierte al “Conejo Malo”ha sido duramente cuestionado por figuras conservadoras de Estados Unidos. El presidente de la Cámara de Representantes, el republicano Mike Johnson, lideró la ofensiva, afirmando que “Ni siquiera sabía quién era Bad Bunny, pero me parece una decisión terrible”.
Su crítica se centró en la percepción de que el artista “no atrae a un público amplio”como el del Super Bowl, un evento visto por “muchos ojos puestos, incluidos los de los más jóvenes”. Esta postura fue secundada por el expresidente Donald Trump, quien calificó la elección de “absolutamente ridícula”.
El debate sobre quién debería actuar en el Super Bowl LX se reduce a una confrontación entre el legado de la música rock global y la influencia contemporánea de la música urbana. La propuesta de sustituir al reguetonero por Metallica gana fuerza cuando se examinan sus trayectorias y su vínculo con la sede del evento.

Característica | Metallica: Ícono del Metal | Bad Bunny: Fenómeno Urbano |
Génesis y Legado | Pioneros del Thrash Metal (1981). Respetados por el virtuosismo y la complejidad musical. | Cúspide del Reguetón y Trap Latino. Su éxito se basa en la difusión digital y el carisma. |
Vínculo local | Orgullo de la Bay Area de California. Figuras locales para el Super Bowl en Santa Clara. | Raíces fuertemente ligadas a Puerto Rico. |
Temática lírica | Crítica social, guerra, angustia existencial y temas de profunda reflexión. | Vida nocturna, sexualidad explícita, relaciones y lenguaje directo; criticado por contenido misógino. |
Metallica
No solo goza de un reconocimiento internacional y una trayectoria impecable de más de cuatro décadas, sino que su origen en la Bay Area de California los convierte en la opción ideal para honrar la rica historia musical del estado anfitrión.
El núcleo de la crítica conservadora se centra en la supuesta carga moral negativa del contenido de Bad Bunny.
Esta preocupación se extiende a una analogía cultural y lírica con otros géneros populares latinos como los Corridos Tumbados o el Género Bélico, que también han sido acusados de misóginos.
Ambos géneros, a pesar de sus diferencias estilísticas, comparten una problemática lírica, según los críticos:
1. Reguetón/Trap Latino: El foco a menudo es la sexualización abierta de la mujer, presentándola como objeto de deseo o parte de un estilo de vida de fiesta y consumo. Aunque hay excepciones, gran parte del catálogo sigue perpetuando estos estereotipos.
2. Corridos Tumbados/Bélicos: Aunque la temática principal es el narcotráfico y la violencia, la mujer se inserta como un “trofeo” o un “accesori” que acompaña al hombre poderoso en la narrativa del narcolujo.
La trayectoria de Metallica, que abarca más de cuatro décadas, trasciende con creces las barreras musicales para erigirse como una auténtica institución de la cultura global, y su resonancia en el espectro político y social de Estados Unidos es innegable.
Recientemente, esta conexión se evidenció de manera sorprendente cuando su música fue elegida para ambientar el desfile organizado en Washington con motivo del cumpleaños de Donald Trump.
Aunque la banda se ha mantenido históricamente al margen de las etiquetas partidistas, la presencia de sus riffs potentes en un evento de alta carga política subraya el inmenso alcance cultural de su obra, capaz de ser adoptada como banda sonora por cualquier sector de la sociedad, un atributo de universalidad que Bad Bunny difícilmente puede igualar.
Más allá de la política doméstica estadounidense, Metallica es un fenómeno cultural de escala mundial, y su impacto en México es prueba irrefutable de ello. Al igual que la NFL, que goza de una base de aficionados fervorosos en territorio mexicano, el grupo de heavy metal cuenta con millones de seguidores leales en el país, quienes han abarrotado estadios en múltiples ocasiones.
Esta conexión profunda con el público mexicano, que también consume masivamente el Super Bowl, refuerza el argumento de que Metallica es una figura unificadora que habla el lenguaje de la pasión, el rock y el deporte, superando cualquier división lingüística o generacional que tanto preocupa a los críticos de Bad Bunny.
Por lo tanto, al ponderar la elección para el Super Bowl LX, se debe destacar que la presencia de Metallica en el escenario no solo sería un homenaje a su calidad y a su vínculo con California (su base de operaciones es la Bay Area, hogar del Levi’s Stadium en Santa Clara), sino un reconocimiento al poder unificador de su música que es parte intrínseca de la cultura de Estados Unidos y, de manera crucial, de sus aliados internacionales y fanáticos en mercados clave como el mexicano. Su performance garantizaría una resonancia global que va mucho más allá de un nicho, cimentando el espectáculo de medio tiempo como una verdadera celebración mundial.
El efecto más preocupante es la Normalización de la Misoginia. Al ser la música más escuchada, el mensaje constante de la mujer como objeto sexual, el desprecio por el respeto en las relaciones y la exaltación del poder masculino y el dinero se filtra en la percepción social de las nuevas generaciones.
La designación de Bad Bunny es, para sus defensores, una celebración de la diversidad y la música que realmente escucha la juventud global, con un poder de convocatoria innegable. Para sus detractores, y para quienes proponen a Metallica, es una claudicación ante un género que carece de la profundidad artística del rock y promueve valores perjudiciales.
Reemplazar a Bad Bunny por Metallica no solo silenciaría la polémica política y las críticas por las letras, sino que además honraría el legado de un ícono local en un escenario que le es propio, ofreciendo un espectáculo de rock de trayectoria indiscutible que nunca ha tenido cabida en el medio tiempo.
El Super Bowl 2026 se perfila como un campo de batalla de la guerra cultural estadounidense, donde la decisión final de la NFL revelará si priorizan la inclusión y la música streaming o la tradición, el legado artístico y el arraigo local.