Sin que se den cuenta, los gobiernos federal y estatal están cayendo en un paralelismo de maniobras y declaraciones necesariamente de políticas erróneas, que los llevan por el filo de problemas que al parecer no han percibido.
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Los flancos del gobierno de Lemus
Las condiciones de precariedad en que recibieron los gobiernos los han llevado a tomar decisiones coyunturales, sin atender los problemas estructurales que requieren el país y el estado. De manera determinante ante las difíciles condiciones de origen local e internacional por las que se pasa en este momento. Lo que los conduce a actuar de manera contradictoria que en otras condiciones el sentido común no lo permitiría.
La presidenta del país por un lado, tiene que atender las exigencias de una fracción de su corriente, sumamente demandantes, además de cargar con el descrédito por los abusos que han cometido.
Así en el caso del gobernador de Sinaloa, ante las evidentes aberraciones que comete, se ha visto obligada a sostenerlo y protegerlo ante los reclamos y andanadas sociales y el desprestigio de ser un evidente asociado de uno de los grupos delincuenciales del país.

Por otro lado, se ve obligada a justificar la permanencia de los líderes de las fracciones del Congreso Federal, ante los excesos y abusos que cometen, a pesar de ser de dominio público su manera de actuar.
Sería insistir en algo que los medios y los comentaristas han venido señalando de funcionarios federales y que se mantienen en sus carteras ante la imposibilidad de la Presidenta de hacer movimientos que afecten los frágiles equilibrios de su corriente.
Para el caso de Jalisco, encontramos a un Pablo Lemus acotado en sus funciones, por la torpeza en muchos casos y en la mayoría el desprestigio de los funcionarios que lo rodean.
Desde las áreas de gobierno hasta las de seguridad y procuración de justicia, aparecen referencias y actuaciones dolosas en perjuicio de la ciudadanía, en muchos de los casos quienes han sido víctimas de la belicosidad y la violencia de los delincuentes, que, al buscar a sus seres queridos desaparecidos, sólo encuentran malos tratos, agresiones en declaraciones y obstáculos, en su ingrata labor de búsqueda de sus familiares.
Así que en tanto Sheinbaum tiene que negociar y soportar las presiones y los embates de la corriente afín a Andrés López Obrador, Pablo Lemus se encuentra rodeado de los incondicionales de Enrique Alfaro, que, no cansados de cometer abusos durante su gobierno, ahora desprestigian y entrampan al gobernador en turno.
Lo peor quizá sea no solamente tener que soportar a personajes impresentables, sino la imposibilidad de encontrar cuadros dentro de sus afines con capacidad para realizar las funciones que legalmente y con eficiencia deberían desempeñar.
En tanto los embates exteriores y de los grupos de poder de su corriente mantienen en un estrés constante a Sheinbaum, Lemus trata de convencer a la opinión pública de que todo camina bien en Jalisco, a pesar de que su gobierno esté acotado y solo pueda atender asuntos intrascendentes y coyunturales.