Desde que en 1959 se estableció la política pública para elaborar y entregar gratuitamente los libros de texto, en cada gobierno que le imprime su propio modelo educativo, su visión de la historia, su proyecto de nación, su ideología, los ejemplares para primaria y secundaria producen escozor entre propios y extraños.
Las críticas y las alabanzas son lanzadas, principalmente, desde dos espectros políticos claramente identificados: el gobierno y la oposición.
En el gobierno de Andrés Manuel López Obrador vivimos la regla y no la excepción a lo dicho. La cargada a favor y en contra de los textos se mantiene activa desde hace varios días.
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Frente al debate desatado debe quedar claro que los que está en el centro de la discusión es el modelo educativo nacional y el tipo de ciudadanos que se quiere construir con la educación impartida por el Estado.
El modelo educativo diseñado por la 4T y plasmado en la Nueva Escuela Mexicana tiene como prioridad el fortalecimiento del tejido social poniendo para ello en el centro a la comunidad, la solidaridad, el humanismo, la justicia social, y el respeto a los derechos humanos.
Y que ello sirva como base para la construcción de una sociedad más justa, equitativa e igualitaria, que abandone el modelo de formar individuos desvinculados de la sociedad, centrados en el beneficio personal y no social.
El debate
En el marco del debate por los contenidos de los libros de texto, podemos separar en dos partes lo que estamos viviendo. Por un lado, la grilla y uso político del debate; y por otro, la discusión académica del contenido de los textos.
Para abordar el segundo punto me quiero centrar en el libro de Ética, naturaleza y sociedades de primer grado de secundaria. Es el ejemplar que leí y del que puedo opinar.
Sin negar errores tipográficos y de contenido en relación a fechas de acontecimientos o explicación de algunos procesos históricos, me parece que el contenido de este ejemplar está centrado principalmente en dar una visión amplia al estudiantado sobre la importancia de la vida en comunidad, del enfoque de género, de no aceptar el racismo.
Tampoco de admitir a pie juntillas la formación acrítica del estudiantado frente a la realidad que le toca vivir; asimismo se insiste en las ventajas de vivir en democracia y diversidad responsable que permita romper la visión monocromática de la historia y el desarrollo nacional.
Toda esta visión está transversalizada por la presencia de los grupos minoritarios en el país que se insiste en que deben ser vistos y tomados en cuenta.
Así, son mencionados con claridad los indígenas, los afrodescendientes y las personas de la comunidad lgbtqi+, entre otros sectores sociales que cotidianamente sufren la exclusión y la desigualdad.
Es absurdo y anacrónico afirmar que los libros de texto gratuitos “están llenos de ideología comunista”, en el contenido del libro que menciono en este artículo no aparecen más que señalamientos a la construcción de un mejor entorno para el bienestar de todos.
Frente a ello, entiendo que para quienes se sienten dueños de todo lo que existe en el país y niegan sistemáticamente la posibilidad de que la sociedad se organice y exija sus derechos, les resulte aterrador el contenido de los libros de texto.
En cuanto a la politiquería, la discusión baja aún más de nivel. Estoy seguro de que gran parte de quienes se manifiestan en contra del contenido de los libros de texto NO los han leído.
Es ridículo que el PAN, PRI y PRD desde la Cámara de Diputados busquen impedir la distribución de los textos; como también lo es que los gobiernos de Jalisco, Guanajuato y Chihuahua bloqueen la distribución de los libros en sus estados.
El proceso electoral en curso y la polarización social y política de México han contaminado también un escenario educativo donde los más perjudicados son los estudiantes de primaria y secundaria, y no por el contenido de los materiales, sino por la politiquería de los partidos políticos y la Unión Nacional de Padres de Familia.
Profesor del Tec de Monterrey
@contoqoytriques