Demasiadas voces suenan preocupadas por el presupuesto federal de 2025. Aparecen los que dicen que el año anterior hubo un exagerado gasto en los programas sociales, también quienes recomiendan un programa moderado de inversión, lo que significa enormes recortes en el gasto público, en especial en la operación de las funciones públicas.
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En medio se encuentran dos propuestas interesadas por influir en decisiones y proyectos que beneficien las ambiciones de ambos grupos.
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Hasta donde los medios han dado a conocer la propuesta de la Secretaría de Hacienda, hace recortes draconianos a la mayoría de las secretarías que ya habían sufrido deterioro desde el gobierno anterior, al otorgarse prioridad a programas del sexenio, que motivó recortes en diversas áreas, en muchos casos prioritarias, frenando, si es cierto el derroche, pero también proyectos estratégicos para el país a través de la administración pública, en especial con recortes de recursos humanos, tecnológicos y financieros.
Más allá de considerar quienes intervinieron en la elaboración del proyecto presentado en la Cámara de Diputados, se aprecia un afán de limitar los recursos que pudieran considerarse indispensables para la operación de áreas sustantivas de la coyuntura, como la seguridad pública y la inversión productiva.
Se aprecia además excesiva susceptibilidad en las áreas que protagonizan el proceso, en este caso Hacienda y la Cámara de Diputados.
Las incógnitas
Aunque la incógnita es, ¿Están tomando en cuenta a las áreas afectadas por el recorte del gobierno federal? Por los criterios que se aprecian puede percibirse que los criterios están centralizados.
Levanta suspicacias el proceso de elaboración y presentación del presupuesto, por ejemplo, en los casos de la UNAM y el Politécnico Nacional, queda la impresión que estaban buscando una reacción de esas instituciones para modificar la propuesta.
Sin embargo, ¿Entonces esperan reacciones similares de las áreas de promoción económica y seguridad pública?
Otra pregunta, además de querer saber con precisión cual es la intención de quienes elaboraron dicho proyecto, es, ¿Quiénes influyeron en su redacción? ¿Escucharon y respetaron las opiniones de quienes encabezan el nuevo gobierno?
Si bien es cierto que, dado el gasto comprobado del último año de gobierno, se esperaban fuertes recortes presupuestales, se esperaba un criterio que enviara mensajes a los inversionistas de que no se abusaría del presupuesto público, a fin de frenar la posibilidad de una devaluación.
Sin embargo, aparecen intenciones de manipulación política más que de rigurosidad administrativa, en las áreas presupuestales de Hacienda.
Por su parte, algunos bancos del país afirman que el proyecto tiene aspectos positivos, pero que algunos supuestos están sobrevalorados y presentan inconsistencias.
Consideran que por el supuesto optimista crecimiento económico, que el déficit fiscal terminará siendo más alto que el presupuestado y que el saldo histórico de los requerimientos financieros del Sector Público, será del 52.9 por ciento del PIB, 1.5 puntos porcentuales más alto que el previsto por la Secretaría de Hacienda.
En fin, la sensación que deja la propuesta de Presupuesto es de querer afectar áreas en que pudiera haber crecimiento potencial de nuevos actores y frenar de alguna medida, las intenciones de desarrollo económico interno, que pudieran beneficiar y fortalecer al nuevo gobierno.
[…] Propuesta de Presupuesto Federal para 2025 […]