Claudia Sheinbaum está encorsetada por una serie de condiciones que se generaron antes de que ella tomara posesión y que sin embargo no le ha sido posible desmantelar.
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Su propio proceso de elección, desde la precandidatura ha sido causal de los vicios que ahora enfrenta, por otro lado, los equilibrios que debe llevar con los factores de poder de su partido son una limitante en la toma de decisiones. A todo ello se suman las drásticas presiones del gobierno norteamericano.
En el afán de López Obrador de tener el control del país, pasó por encima de la democracia al desmantelar los organismos electorales y desconocer la normatividad electoral, además de imponer candidaturas y como consecuencia gobiernos, a los estados y al federal, mediante el uso irregular de recursos, entre otros los públicos.

El otro mecanismo para cooptar votos de manera tramposa, fue impulsar los programas llamados sociales. En ambas vertientes las campañas fueron financiadas desde el Estado. Ambos gastos agotaron los estrechos márgenes de maniobra financiera del gobierno federal y de los estados, generando un enorme déficit fiscal.
No contento con eso acabó López Obrador con fideicomisos y fondos, al final se fue sobre los ahorros de trabajadores que por diversas razones no se pensionaron.
El Decreto que modifica las leyes que regulan los fondos para ahorro y pensión, fue elaborado mañosa y arbitrariamente para despojar a quienes cumplen 70 años para el IMSS e INFONAVIT y 75 para quienes cotizan en ISSSTE y FOVISSSTE. El despojo es en contra de quienes aportaron cuotas o en su caso de sus herederos.
Ahora Sheinbaum se encuentra atrapada en las decisiones que tomó su antecesor, entre otras los efectos perniciosos que se empezarán a sufrir a partir de septiembre de este año, con el nuevo Poder Judicial y la cascada de tribunales y jueces federales, que, para considerarlo con suavidad, diremos que no conocen la complejidad del mundo judicial, amén del viciado proceso mediante por el que fueron electos.
Para efecto de los votos, Sheinbaum se encuentra atrapada entre el déficit fiscal y la necesidad de obtener votación que la sustente para la elección de 2027, año en el que necesariamente se incluirá la revocación de Mandato.
Por un lado, necesita mantener los programas llamados sociales que le granjearán los votos y, sin embargo, está en el límite de causar una desastrosa devaluación, que le acarrearía la irritación de los
electores, además de un enorme daño a la sociedad.
Todo ello sumado a la amenaza de la agresión de los aranceles y hasta del desconocimiento del futuro del Tratado Comercial por el agresivo gobierno norteamericano.
Por un lado, corren los presupuestos austeros que dejan desmantelados los gobiernos, con el lógico deterioro de los ya de por si raquíticos servicios, por el otro la amenaza sistemática de una devaluación. Si bien la moneda se mantiene con cierto equilibrio ante el dólar, las amas de casa enfrentan la constante
alza de precios de los productos de consumo. Sheinbaum corre por el filo de la navaja.