Ante la entrega de la constancia de mayoría que recibió la Dra. Claudia Sheinbaum Pardo la semana pasada –un hecho histórico–, es obligado compartir algunas reflexiones: ¿Qué tanto conocemos a la ahora presidenta electa?
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No me refiero a sus antecedentes familiares, aunque valdría la pena conocerlos a detalle (el área afectiva es muy importante).
- ¿Es reactiva, controla sus emociones, es objetiva, es tolerante?
- ¿Cuáles son sus ideas, en qué cree, cómo entiende la política?
- ¿La repetición de un discurso agradable para su mentor, aunque disruptivo socialmente, es congruente con su pensamiento?
- ¿Cómo ha sido su desempeño en los cargos ejercidos?
- ¿Cuáles son sus cartas de presentación que nos permiten suponer que logrará, por el bien de México, superar la crisis que se avecina?
- ¿Cuál ha sido el criterio de selección para los funcionarios más importantes en su futuro gobierno?
Más aún cuando, por los medios de comunicación, estamos enterados de que quienes integrarán el gabinete fueron sugeridos o aprobados por López Obrador.
Sobre la formación académica de la presidenta, sabemos que es licenciada en Física, maestra en Ingeniería Energética y doctora en la misma materia por la UNAM. Estudió en la prestigiosa Universidad de Berkeley, California. Es científica y se autodefine de izquierda.
Sabemos, además, que los pilares de la ciencia son la libertad de pensamiento, el análisis crítico y la investigación. Esto es, la ciencia es lo más alejado del dogma.
Me surge entonces una duda: ¿cómo alguien que reproduce el discurso del presidente, como grabadora, está en condiciones de abrir su mente y respetar las ideas de los demás?
Nuestra Constitución señala expresamente en su artículo 49: “El Supremo Poder de la Federación se divide, para su ejercicio, en Legislativo, Ejecutivo y Judicial (…). No podrán reunirse dos o más de estos poderes en una sola persona o corporación”.
Salta a la vista la preocupación del Constituyente Originario por evitar cualquier forma de concentración de poder. Recuérdese que nuestra Carta Magna es consecuencia de la dictadura de Porfirio Díaz.
Reformas Poder Judicial
Las anunciadas reformas al Poder Judicial son muy preocupantes: revelan la violatoria intromisión del titular del Poder Ejecutivo, afectando el orden interno de los otros poderes.
Ya tiene el control del Legislativo y ahora va, en el mes final de su gobierno, por el Judicial, o ¿no se va a ir?
López Obrador pretende demoler el aparato de justicia, último valladar del ciudadano contra la fuerza del poder público y defensor de los derechos humanos.
¿Pensará este señor en seguir mandando? Nadie debe tener la influencia formal o informal para condicionar las competencias de los otros poderes. Eso es una dictadura, aunque se quiera disfrazar de democracia.
¿Tendremos regenta y no presidenta? Tenemos derecho a saberlo. Nuestro futuro está en sus manos.
Claudia Sheinbaum asumirá, el 1 de octubre, la primera magistratura de la nación. Deberá, en el ejercicio de su encargo, legitimar su gobierno sin sectarismos, prejuicios y ajena al despotismo de su predecesor.
Ella, y solo ella, responderá, en su momento, al juicio de la historia. Respetemos el espíritu del legislador. ¡Por un Poder Judicial independiente!