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Testimonio de vida. Parte 2

Testimonio de vida parte 2
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En esta segunda parte de la entrevista que tuve con Rosa Rubio el 5 de octubre de 2019, -con el objetivo de tener un testimomio de vida- en Atemajac del Valle, en Zapopan, hablamos sobre las fiestas. Rosa Rubio murió en 2020 a los 94 años.

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– Y, de las fiestas ¿De qué se acuerda?, le pregunto.

– No pues de las fiestas, venían de esas personas que les gustaban bailar con los hombres allá en el corredor, y este, y muchas muchas fondas que había, y de comer mucho, pero escasos de dinero, porque no lo tenían, se hacía bonito, pero como te digo la gente no tenía mucho dinero. Se ponían muchos puestos, había comercio hasta donde están los granados como por donde está el pollo, hasta por allá se ponía de puestos, a gente compraba lo poquito que podía, pero se aseguraba de comprar ropa para estrenar ese día 15 para lucirla.

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– Y ¿la fiesta se hacía ya como ahorita? De que traen a la virgen y eso.

– Eso sí, se hacía parte del día y de la noche, pero una vez quisieron asaltar a la virgen siendo la hora de la comida, se querían robar la virgen.

–  ¿¡Se la quisieron robar!?

 Como el templo siempre estaba abierto ellos se metieron y ya la llevaban, cuando comenzaron las campanas a sonar, y todo eso, y ya la gente comenzó a alarmarse y comenzó a venir al templo, y así, y ya los agarraron a ellos, y empezaron a decir, no que que la virgen era de ellos de no sé qué lugar, de Tula, o no sé de qué lugar por ay, y que se la iban a llevar y pues no, no los dejaron y pues ya comenzaron a cerrar el templo en el día y en la noche con más razón. Ellos decían que los de Atemajac habían ido a robársela a ellos y venían a recuperarla. 

– ¡Ah! Decían que los de Atemajac habían ido a robársela

– ¡Si! Por eso fue.

– Y ¿usted participó en alguna actividad? Y ve que hay equipo de basquetbol o ¿qué actividad recuerda que haya hecho usted?

-¿Quién? ¿Yo?

– Sí, usted

– Ah pues,cuando yo estaba en la escuela mi mamá no me dejaba salir, no pues que el 16 ¡No tu no! Y nadie me va a ir, decía. Tampoco a los festivales, pero a la hora de la hora yo era la más metiche y ahí andaba, y una vez estaba en un festival y estando en el estrado veo a mi mamá, porque le avisaron, viene y ya no hallaba yo qué hacer, me metí con disimulo, pero mi mamá me dijo, o veras, y solo me hizo una señal, pero no me hizo nada, no me regaño (se ríe).

Yo bailaba y recitaba, todo, que el 5 de mayo, que todo eso me tocaba a mí ¡Pos órale! Pero a la hora de la hora mi mamá no nos dejaba. Yo me compraba la ropa, iba alzando dinero para salir, me lo compraba yo misma y todo, verdad, de lo que me gustaba salir, bailando el jarabe y toda la cosa y ahí le hacíamos, pero entonces era en la mañana no en la noche, se ponía el estrado y toda la gente en el corredor y los demás, pues afuera.

– Y aquí, a los alrededores del jardín ¿Qué había en todas estas casas? ¿Eran casas o tiendas? ¿Qué había?

– ¿Aquí? No pues como te digo, aquí no había nada, ya se comenzó a formar con más tiempo, de primero no había nada, puros arbolitos. Después había tiendas, aquí había muchos arroyos donde la gente se iba a lavar, a los arroyos, porque no había lavaderos ni nada, después Pedro Ramírez hizo unos lavaderos muy grandes y se iba la gente a lavar ahí, pero se tenía que pagar.

– Y ¿dónde estaban los lavaderos de Pedro Ramírez?

– Estaban adelantito de donde ahora está el mercado, tantito para allá. Todo aquello estaba lleno de carnicerías, pero todo afuera, en el mercado todavía no, todo a fuera alrededor del rio, verdulerías, todo eso estaba afuera, vendían carnitas, tortillas y chile y la gente se iba a comer así, decía la gente que las cantinas, pero eran salones donde la gente se iba a comer. Después en ese lugar hicieron el mercado.

 Y ¿se acuerda cuando el río estaba limpio?

–  ¡Sí! Estaba más limpio, la gente se iba a lavar.

– ¿También se iban a bañar?

– Sí, se bañaban, lavaban su ropa y ahí mismo se la ponían y amonos, ya se venían.

– ¿Se acuerda cómo era ir a Guadalajara?

– No pues sí, había tranvía para ir, a mí me gustaba mucho mucho (expresa alegría) irme en el tranvía de atrás. Había tranvía de primera y de segunda, verdad. En el de primera cobraban como $1.50 por ahí, y en el de atrás más barato. A mí me gustaba trampear cuando ya se estaba parando el tranvía me gustaba bajarme y agarrarme de la varilla y me iba corre y corre. Y luego me brincaba ahí, ahí a donde se subía mucho, todo eso.

– Y el tranvía iba a …

 A Guadalajara y Zapopan, estaba una estación aquí en la delegación, otra donde esta lo de la Luz [CFE] y otra en granaditos y después hicieron una donde vivimos nosotros, era una curva y a la vuelta le hicieron. Se iba hasta Zoquipan y hasta Zapopan.

– ¿Se le hacía lejos ir a Guadalajara? ¿Era lejos?

– Sí, estaba muy despoblado, una casita aquí, otra allá, muy despoblado que estaba, pero si nos íbamos hasta allá a Guadalajara a comer sandias o pitayas, a lo que íbamos, porque aquí no vendían cosas de esas. También íbamos a Guadalajara a comprar ropa, aunque una tienda aquí y otra por allá, no como ahora están las tiendas, eso era lo que era Guadalajara y Zapopan, y otras colonias, empezaron a hacer sus casitas de puro cartón, puro eso que había, con techitos de cartón, pero una vez le prendieron a una casa acá en el Arroyo Hondo, todo se quemó, todas las casitas que había se quemaron y ya.

– Aquí en Atemajac que era lo más cerquita de ir, estando aquí en Atemajac, que era lo más cerquita de ir, o a ¿qué otro lugar iban?

– Pues la gente venía aquí, toda la gente desde temprano, desde temprano la gente venía aquí al jardín de Atemajac y se sentaban en la barda, porque no había bancas, la barda donde estaba la pared ahí se sentaba la gente y este, las muchachas a dar vueltas en el jardín, a darse flores, el hombre le daba a la mujer y la mujer al hombre y así, pero sí se hacía muy bonito.

De vez en cuando venía la banda de la fábrica de Atemajac, pero allá cada y cuando, no era de cada ocho días, ya después fue más seguido y después se hizo de venir cada domingo aquí a tocar, porque comenzaron a darles, aunque sea algo de comida o algo de cena y agua fresca y ya se iban muy contentos todos.

– ¿Qué más le iba a preguntar? ¡Ah! De la fábrica, ¿Algún familiar trabajaba ahí?

– Mi papá, mi mamá, antes de poner la tienda ahí trabajaban, cuando eran novios, mi papá era corretero y mi mamá trabajaba en los telares. Pero mi mamá nunca quiso a mi papá, así no, no no lo quiso, ya después era viudo, y se quiso casar con mi mamá, él tuvo una niña y la mujer esa murió de tenerla, mi mamá nunca lo quiso pos siempre se casó.

– Y ¿qué recuerdos tiene de la fábrica?, de los obreros, de lo que se hacía ahí, de lo que le hallan platicado.

– Pues sí, uno entraba los quinces de septiembre, y ellos arreglaban sus telares muy bonitos y trabajando, y la gente entrando y saliendo viendo como trabajaban las telas las mantas, todo eso, ya veía uno como trabajaban y ellos nos daban una naranja o agua fresca todos los que trabajan ahí.

– Entonces todos los quince de septiembre dejaban pasar

–  Sí, todos los quinces de septiembre dejaban pasar a la fábrica. La fábrica era muy grande, cuando yo estaba en la escuela allí en la fábrica, mi hermano y yo a veces nos hacíamos la pinta, mi hermano me decía, el más grande, ¡Vámonos! Acá a un mandado, entonces, el puente estaba sí, muy deteriorado entonces nos íbamos al carcamo era un rio muy grande y corríamos alrededor de él por la orilla de la bardita, hasta que nos dijeron que era el chorro de agua que, hacia trabajar a la fábrica, donde caía el chorro de agua para comenzar a trabajar ellos, y nosotros corriendo por allá, antes di no nos caímos. (se carcajea).

– (Se ríe) Y…

Continúa en la tercera parte


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Anali Pérez Gallo

por Anali Perez Gallo

Licenciada en Historia y en Derecho por la Universidad de Guadalajara. Cuenta con un diplomado en "Historia del Arte Sacro" por la Universidad Pontificia de México

Un comentario en "Testimonio de vida. Parte 2"
  1. […] Testimonio de vida. Parte 2-Y del panteón, del panteón israelita, de los judíos.-Ah pues allá estaba, también íbamos nosotros allá, de los Presas eran lo que los cuidaban y les decíamos vamos a ir ahora al panteón ¡hey! Y nos íbamos.-¿Tenía mucho el panteón ese, el de los judíos? Se acuerda que ya estaba ¿o lo pusieron después?-Ese panteón, lo hicieron después, verdad, pero, después, cuando yo estaba en la escuela, estaba chica cuando nos íbamos, pero ya de grande llegué a ver varias personas, íbamos ahí, preguntábamos ¿Dónde ponen a los muertos? ¡Pues ahí me acuesto! Ese panteón estaba muy bonito, lapidas bonitas y árboles muy grandes. Ya cuando no nos soportaban nos corrían del panteón. […]

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