Después de la “moda” con la que irrumpieron los candidaturas independientes en México que alcanzaron para lograr una gubernatura y alguna diputación local, esta figura se ha esfumado en el país y siguen aiendo los partidos políticos los auténticos dueños del balón.
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Por décadas, movimientos anti partidos, impulsaron la creencia de que encabezaban una auténtica cruzada para lograr que los grupos políticos cedieran el control de las cámaras y permitieran reformas constitucionales que garantizaran esta fórmula de acceder al poder.
En esta historia de héroes y villanos, la novedad se eclipsó muy pronto. El exgobernador independiente de Nuevo León, Jaime Rodríguez “El Bronco”, fue enviado a prisión por presuntos malos manejos, después de su anodino paso como candidato presidencial.
Otros independientes decidieron olvidar esa arena política y regresar a la contienda a través de los partidos de siempre, a los que curiosamente ahora los encuentran transformados y con ideales afines a los suyos.
Por toda esta historia, no es extraño que el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco, haya desechado solicitudes de registro de aspirantes a ser candidatos independientes a alcaldías, al no haber cumplido con el número de apoyos necesarios para cumplir con el trámite.
No solamente eso. La hegemonía de los partidos políticos está más firme que nunca y su influencia llega al extremo de imponer los tiempos de campaña, ignorar las disposiciones del árbitro de la contienda, las propias leyes aprobadas por los legisladores y hasta el sentido común.
En su arrebatada y renovada visión de la política, los partidos renegaron de principios, orígenes e historia, para hacer alianzas con otras fuerzas de las que en procesos anteriores habían sido enemigos acérrimos, para conformar modernos monstruos que ni al doctor Frankenstein se le hubiera ocurrido.
Sin embargo, la más terrible de las decepciones no la representan los partidos, sino quienes no han sabido aprovechar la figura de las candidaturas independientes y se han conformado con cinco minutos de fama, disputar reflectores o sumarse a las ocurrencias que ya son parte de nuestra vida política.
En procesos electorales anteriores, algunos personajes incluso decidieron recurrir a este tipo de candidaturas, para hacerle la tarea sucia a los partidos que tenían como objetivo debilitar a algún rival.
La mejor muestra de esta retorcida estrategia en Jalisco, sucedió en 2015 con el payaso Lagrimita y su hijo Costel, quienes fueron utilizados para irrumpir en el proceso electoral con la intención de restarle votos a Enrique Alfaro en su camino a la presidencia de Guadalajara.
La maniobra fue tan burda y mal ejecutada, que todo salió mal. Guillermo Cienfuegos, “Lagrimita”, se quedó a menos de mil firmas para alcanzar el registro como candidato independiente.
Además, en la recolección de apoyos, incurrió en irregularidades como sumar personas que no eran de Jalisco, firmas de gente que estaba en prisión o adhesiones provenientes de personas fallecidas.
En el montaje, de nada valió haber recurrido a una empresa que efectuó la labor de recabar las firmas por medio de un ejército de jóvenes reclutados para este fin, a los que pagaron y hasta dieron de alta en el Seguro Social.
Por todas estas razones, no es extraño que en Jalisco las candidaturas independientes sean solamente una referencia anecdótica de lo que algunos soñaron realizar y lo que ha sido la triste realidad.
En la historia repetida de caudillos en México, no se vislumbra en el horizonte algún personaje arrollador que pueda sumar tantas voluntades en una candidatura independiente.
Mientras tanto, hasta los partidos ya se presentan como “espejos” de la sociedad civil, con mensajes “ciudadanizados” y todo aquello que alcanza a salir a través de su estrenado ropaje de oveja.
(Lo invito a que me lea, escuche y vea en www.paraleloveinte.com).
*Columna publicada en Milenio: https://www.milenio.com/opinion/carlos-martinez-macias/sin-pedir-audiencia/un-dos-tres-por-candidatos-independientes
[…] Un, dos, tres, por candidaturas independientes […]