En la jerga política es común utilizar el término “corcholata” para referirse al aspirante (suspirante
diría yo) a un cargo de elección popular, principalmente hacía aquel que se sueña y visualiza en la cúspide de su carrera política sentado en la silla presidencial.
Desde julio de 2021, Andrés Manuel López Obrador e ha venido “destapando” variedad de “corcholatas” a las que el mandatario les observa cualidades para sucederlo en la presidencia de la república.
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Origen del mote “corcholata”
La historia tiene su origen (como la mayoría de las prácticas políticas del país) en el priismo de los años 70’s, cuando en plena disputa por la sucesión presidencial de 1976, el exgobernador de Tabasco, Leandro Rovirosa, declaró públicamente que el interés por suceder a Luis Echeverria recaía en seis connotados priistas, y no solamente en una sola persona, como tradicionalmente en “harás de la unidad” se había venido realizando desde décadas anteriores.
Siendo el caso que, durante una recepción en Palacio Nacional, mientras se llevaba acabo una reunión de alto nivel con mandatarios y representantes extranjeros, José López Portillo acompañado del cubano Raúl Castro, se encuentran de frente con Leandro Rovirosa a quien Castro, luego de ser presentados, le refiere la expresión: ¡Ah! ¡El destapador! A lo que Rovirosa responde: ¡Si, y esta es mi corcholata favorita! señalando a López Portillo como su “gallo” para la sucesión presidencial.
Las corcholatas de Morena
Claudia Sheinbaum
La actual jefa de Gobierno de la Ciudad de México es del presidente la “corcholata” consentida. El respaldo y los trabajos desde Palacio Nacional entorno al posicionamiento de Sheinbaum es más que evidente.
Claudia fue secretaria del medio ambiente de la Ciudad de México en el periodo en que Andrés Manuel
López Obrador fue jefe de Gobierno de la capital del país. Entre 2015 y 2017, Claudia fue jefa delegacional de Tlalpan.
Al interior de MORENA la jefa de Gobierno es vista con buenos ojos por los llamados fundadores y las bases de este instituto político, sin embargo, al exterior la percepción que se tiene de Sheinbaum no es tan favorable.
A Claudia se le percibe gris y manipulable, lo que la convierte en una alternativa poco rentable para asegurar la sucesión presidencial.
Marcelo Ebrard, El Carnal
El canciller Marcelo Ebrard aparece como puntero en todas las encuestas que se han realizado respecto a la sucesión presidencial.
Marcelo ya fue sucesor de López Obrador cuando lo sucedió en la jefatura de la ciudad de México en el año 2006, antes fue secretario de seguridad pública y secretario de desarrollo social del Distrito Federal durante la gestión del actual presidente de la república.
Aunque a Marcelo se le siente un tanto distante de las bases de MORENA, el respaldo que tiene tanto al interior como al exterior de ese partido lo convierte en la “corcholata” más viable para garantizar la continuidad de la llamada “Cuarta transformación”.
Ricardo Monreal
El exgobernador de Zacatecas y actual coordinador de los senadores de Morena, Ricardo Monreal, es una “corcholata” con amplia trayectoria política. Fue jefe delegacional de Cuauhtémoc, senador en tres
ocasiones, diputado federal igualmente en tres periodos, Gobernador del estado de Zacatecas de 1998 a “004, y regidor en el ayuntamiento de fresnillo.
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En el 2012 fue el coordinador general de la campaña de Andrés Manuel López Obrador en las elecciones presidenciales de ese año.
Pese a la experiencia con la que cuenta el senador, a este se le percibe cada vez más lejano del presidente y de la posibilidad de sucederlo en la silla presidencial. A Monreal se le acusa de traición al proyecto de Andrés Manuel y es señalado de operar la perdida de la mitad de las alcaldías en la Ciudad de México con las que Morena y aliados contaban.
Adán López, el paisano
El secretario de Gobernación Adán Augusto López es uno de los personajes más cercanos al presidente
Obrador, mantiene con el mandatario una amistad desde la infancia.
Adán fue gobernador de Tabasco de 2019 a 2021, cargo al que pidió licencia para integrarse al gabinete presidencial. Antes fue senador, diputado federal y diputado local en su natal estado.
Más allá de la amistad con el presidente, al secretario de Gobernación no se le vislumbra mayor capital político que le permita ser competitivo en una elección presidencial.
Las corcholatas de la “4 T” están listas y destapadas, ahora solo falta ver cómo el destapador las acomoda y si será capaz de alinearlas en torno a una candidatura de unidad.
Por lo pronto, “Serenos Morenos”.