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Un secreto a voces esparcido por doquier es que durante la llamada “guerra fría”, sobre todo en las presidencias de Adolfo López Mateos, Gustavo Díaz Ordaz y Luis Echeverría, el gobierno mexicano “colaboró” con la Agencia de Inteligencia Estadunidense (CIA) en diversas acciones de espionaje en nuestro país e incluso en acciones realizadas por la CIA en otros países de América Latina.

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Algunos de estos años coincidieron con el periodo conocido como “guerra sucia” en México.​

La orden del presidente Donald Trump de abrir todo el archivo secreto del gobierno de Estados Unidos relacionado con el magnicidio de John F. Kennedy en 1963 revelará más detalles sobre la “colaboración” con Estados Unidos en especial de López Mateos y Díaz Ordaz.

El encargo fue siempre espiar a miembros de la oposición, refugiados políticos, periodistas, académicos, diplomáticos cubanos y soviéticos en México.

Se dice que la presión por desclasificar los documentos de los asesinatos del expresidente Kennedy, de su hermano Robert y de Martin Luther King vienen de parte de Robert Kennedy hijo, nominado para secretario de Salud y Servicios Humanos del gobierno de Trump.

​El origen de la hebra que podemos jalar tiene que ver con el espionaje que la CIA y el gobierno de México realizaron de Lee Harvey Oswald cuando visitó la capital mexicana.

Tanto la CIA como la Dirección Federal de Seguridad (DFS) encabezada por Rodolfo Echeverría en el sexenio de López Mateos siguieron al asesino de Kennedy durante su estancia en el Distrito Federal, así como sus conversaciones con funcionarios de las embajadas de Cuba y la Unión Soviética en nuestro país.

Aunque la CIA ha negado detalles de este espionaje, hoy tenemos certeza de las intervenciones telefónicas realizadas por la Agencia de Inteligencia y la DFS.

Además, como consecuencia de la publicación de los documentos en cuestión podríamos conocer mayores datos sobre las personas, grupos políticos, movimientos sociales, sindicales y estudiantiles que fueron espiados por la DFS en la década de los años sesenta.

Estamos ciertos que el espionaje mexicano no solamente fue para “colaborar” con los intereses estadunidense, sino para perseguir, reprimir y asesinar a los luchadores sociales en nuestro país durante la guerra sucia.

Podemos mencionar cuando el 23 de septiembre de 1956 el Ejército ocupó violentamente el internado del Instituto Politécnico Nacional (IPN) para sofocar a los huelguistas que exigían la aprobación de la ley orgánica, varios de sus dirigentes fueron apresados.

El 2 de agosto de 1958 cuando fueron tomados los locales del sindicato ferrocarrilero por el Ejército y la policía. Algunos de los líderes como Demetrio Vallejo y Valentín Campa fueron detenidos y permanecieron en prisión once años.

El 23 de mayo de 1962, 70 militares sacaron a Rubén Jaramillo y su familia de su casa en Tlaquiltenango y fueron llevados a Xochicalco en donde los acribillaron junto a sus 3 hijos.

Asimismo, todo el trabajo de espionaje y la puesta en marcha de la llamada teoría de la conjura para reprimir en 1968 al movimiento estudiantil.

Esperemos que la publicación de los archivos relacionados con el asesinato de John F. Kennedy, arrojen luz sobre uno de los periodos de mayor represión del gobierno mexicano sobre los movimientos sociales.

Profesor del Tec de Monterrey@contodoytriques


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