Violencia sexual contra mujeres migrantes

Muchos son los escenarios de violencia que sufren las mujeres migrantes centroamericanas desde los países del triángulo del norte (El Salvador, Honduras y Guatemala) y a través de las geografías de tránsito como México.

Según el estudio Mujeres Adolescentes en crisis: la vida en contextos de movilidad en la región de Centroamérica y México elaborado por la organización Plan Internacional, la mayoría de las adolescentes que se ven obligadas a migrar lo hacen por falta de empleo (45.7 por ciento), y 39.4 por ciento por la violencia social y sexual que sufren.

En menor medida la obligatoriedad migratoria se debe a la dificultad para acceder a la educación (11.7 por ciento) y la inseguridad (7.4 por ciento).

Asimismo, una de cada cinco mujeres encuestadas piensa que la violencia sexual o por razón de género es motivo para salir de sus países de origen. Esta violencia la sufren desde su contexto familiar casi 30 por ciento, seguido de las violencias en espacios públicos con 23.4 por ciento.

Casi 8 millones de migrantes de América Latina y el Caribe son menores de 18 años, y de ellas 20 por ciento son mujeres quienes en su periplo migratorio se exponen a la trata, el secuestro o la extorsión.

Pero también a la violación sistemática de sus derechos humanos por parte de algunos miembros de las policías y los Ejércitos, así como los funcionarios de migración.

Sin dejar de mencionar el maridaje entre criminales y autoridades presente a lo largo y ancho de la territorialidad migratoria. En este contexto resulta casi imposible que las mujeres migrantes denuncien a sus agresores sexuales.

Te recomendamos: Mario Delgado y los calientes

De cara a esta situación de violencia sufrida por las mujeres migrantes, se impone que los gobiernos de El Salvador, Honduras, Guatemala y México pongan en marcha nuevas y mejores estrategias de políticas públicas que garanticen la seguridad de las mujeres en sus comunidades de origen y durante sus trayectos migratorios.

Asimismo, es importante impulsar iniciativas y programas de gobierno para favorecer la eliminación del estigma hacia las poblaciones en contextos de movilidad generados desde las comunidades receptoras.

Por otro lado, es necesario que las mujeres migrantes tengan la posibilidad de acceder a los sistemas educativos, de salud y al mercado de trabajo en los lugares de arribo, para favorecer su inclusión social mediante un enfoque integral que les permita tener un desarrollo humano.

Profesor del Tec de Monterrey

@contodoytiques