Las caravanas migrantes no se detienen. Migrar en grupo sigue siendo la manera más segura de transitar por la frontera vertical mexicana. No hay ninguna mano que meza la cuna. No existen intereses ocultos detrás de las caravanas.
El único motor que las impulsa es la ausencia del derecho a no migrar materializado en las difíciles condiciones de vida que experimentan las personas en sus terruños. Eso, y no otra cosa, es lo que impulsa a las personas migrantes a salir huyendo y, por seguridad, hacerlo en grupo.
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La madrugada del 30 de octubre salió el contingente del Parque Bicentenario de Tapachula, Chiapas rumbo a la costa del Pacífico.
El fin de semana un nuevo grupo se unión al primero para acompañarse hombro con hombro con dirección a Estados Unidos como primera opción, aunque para varios integrantes caravaneros México se ha convertido en el lugar de arribo final. Esta caravana es la mayor en lo que va de 2023.
Ni en Tapachula ni en Huixtla, han sido atendidos por el Instituto Nacional de Migración (INM) y la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR) para obtener los documentos de tránsito que les permitan moverse con mayor seguridad por nuestro territorio.
A falta del documento que demuestre su estancia regular en México, los migrantes de Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua, Venezuela, Cuba y otras naciones, se miran al garete en la República
mexicana a expensas de los operativos del INM, y de las bandas criminales que los acecha a lo largo del camino.
En tanto, las autoridades resuelven las demandas migratorias, los campamentos instalados en las ciudades donde pasa la caravana se miran desbordados, con poca comida y agua.
La desesperanza inunda el ánimo de las personas migrantes, pero también de quienes voluntariamente las atienden. Las autoridades municipales no cuentan con los recursos necesarios para cubrir las necesidades de los migrantes, y la ayuda que envía la sociedad civil es insuficiente.
De cara a la migración que no se detiene, se impone visibilizar a los migrantes y las problemáticas y violencias que experimentan en nuestro país, así como dejar de criminalizarlos y discriminarlos para reconocer los aportes que realizan en las sociedades de arribo.
El paso por nuestro país de la caravana migrante más grande en lo que va del año es una muestra clara que sociedad y gobierno en los países expulsores y de tránsito no estamos haciendo lo necesario para que las personas no se miren obligadas a migrar, y que lo tengan que hacer en contextos de extrema violencia como sucede en México.
Profesor del Tec de Monterrey
@contodoytriques