Una fuga de combustible al parecer ocasionada por una toma clandestina, en las instalaciones del poliducto Salamanca-Puente Grande, provocó según las autoridades un derrame de 5 millones de litros de gasolina y la evacuación de al menos 2 mil 100 personas, en terrenos del municipio de Tonalá Jalisco.
Las pérdidas estimadas por esta desgracia son de 119 mil 875 millones de pesos y en la extinción del fuego tuvieron que participar 270 servidores públicos, así lo estiman las autoridades encargadas de
este tipo de sucesos.
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A principios del sexenio del actual régimen de la cuarta transformación, ante el implacable delito de ordeña a los ductos de Pemex durante años y años de gobiernos tanto del PRI como del PAN, el 27 de diciembre de 2018 el Presidente del Ejecutivo Federal ordenó el cierre de los ductos y la participación de las fuerzas armadas para combatir este tipo de desastres.
Verdaderos viacrucis padeció la población de casi todo México, durante varias semanas con esta determinación del Gobierno Federal, pero el pueblo resistió hasta el último minuto, pues con esas medidas se pensaba que al fin alguien habría de enfrentar a los peligrosos delincuentes dedicados al “huachicol”, quienes actuaban impunemente a lo largo y ancho del país.
Se albergó también la idea de que los días para los cómplices de este delito, compradores, transportadores, y revendedores de la gasolina robada, igualmente habrían terminado.
Sin embargo, los problemas del “huachicol” no terminaron con esa ni con ninguna medida, por el contrario, se multiplicaron los robos y se convirtieron en una constante en toda la geografía de la
República.
Los medios impresos y digitales, así como la T.V. Señalan que “Jalisco ocupa el segundo lugar, por detrás de Hidalgo, con más detección de tomas clandestinas para la sustracción de hidrocarburos.
Municipios con mayor número de ductos picados en Jalisco:
- Tototlán 344
- Ayotlán 337
- Zapotlanejo con 326
- Atotonilco El Alto 277
- Tala 196
- Tlajomulco y Zapopan 137
- Degollado 129
Pesadilla del 22 de abril
Los hechos recientes ocurridos en Tonalá han revivido las infaustas horas sufridas en Guadalajara el 22 de abril de 1992, momentos en los que el fuego consumía la vida y la tranquilidad de los habitantes de un populoso sector de la ciudad.
Quienes vivieron esos sucesos aún recuerdan con gran dolor, las imágenes de cientos de personas huyendo de la quemazón que se alzaba por entre las casas, algunos, llevando paquetes en sus manos con sus pertenencias, con el terror impreso en sus rostros.
Los fantasmas de esa vivencia siguen recorriendo las calles de Gante y los barrios de Analco, colonia Atlas, colonias San Carlos y las Conchas, donde por una acumulación de gasolina en los drenajes, que hasta la actualidad nadie puede afirmar a ciencia cierta las causas, se suscitó una terrible explosión.
Ésta destruyó 8 kilómetros de calles, en las que perdieron la vida según cifras oficiales, 212 personas y 1800 resultaron heridas, se cerraron 450 comercios, se destruyeron mil 142 viviendas, cien centros
escolares y más de 600 vehículos fueron destruidos por la acción de las llamas.
Este accidente es muy probable que haya encendido las alarmas de la población, tanto del municipio tonalteca como de la urbe tapatía, pues además de estar presente el recuerdo de esas explosiones referidas.
Pocos saben la colocación de las válvulas en los ductos y tampoco se conocen los lugares por donde pasan cientos de metros de tuberías llevando el hidrocarburo, por lo que varias regiones de la ciudad viven en una secreta y constante amenaza.
Nadie está exento por lo tanto a sufrir una tragedia de esta naturaleza, sea ocasionada por alguna deficiencia técnica, por algún error o simplemente por la antigüedad de los ductos o en el peor de los casos por la acción de los criminales.
Pemex o quien sea el responsable, deberán responder ante la ley por estos actos de negligencia, y hacer público un mapa o indicador por donde se han instalado los peligrosos ductos transportadores del combustible.
No cabe duda de que a la cuarta transformación la aqueja algún mal fario, alguna perversa voluntad que le obstruye todo cuanto emprende, sea positivo o negativo: sí es el problema del “huachicol”, de la
inseguridad, del tren Maya, la refinería Dos Bocas, el Aeropuerto Felipe Ángeles, y cuanta iniciativa de reforma presenta, le resultan o un fracaso sonado o una inesperada ola de reprobación que le obligan a cancelarla.
Es muy probable que el resultado del dos de junio sea también un rechazo a su intento de perpetuarse en el poder, pero eso sólo los augures pueden saberlo.
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